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La salud global en 2018: algunos signos alentadores y muchos temores confirmados

19.12.2018

El brote de ébola en la RDC, los incendios en California, la primera reunión de alto nivel sobre la tuberculosis y el movimiento #Metoo son algunos de los acontecimientos que marcaron el 2018 en lo que respecta a la salud global

En el post del año pasado, expresábamos nuestra preocupación por un mundo en que el aislacionismo y las verdades alternativas ganaban terreno, y nuestra esperanza de que el post 2018 fuera más optimista. Al final, ha sido un año sin mayores sorpresas, en el que muchos de los temores se han ido confirmando. Quizás un suceso alentador ha sido el (re)surgimiento de un movimiento feminista, impulsado por la ola #Metoo, que ha puesto bajo el foco los abusos de hombres en el poder y la persistente desigualdad en salarios y oportunidades para las mujeres. El campo de la ciencia no se vio exento en este sentido, con campañas como la de #WomeninStem y #WomeninScience.

La respuesta al cambio climático: lenta y no tan segura 

En cuanto al cambio climático, una de las amenazas más serias para nuestra salud, el mismo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, señaló hace poco que el aumento del nacionalismo aislacionismo a nivel global ha reducido el compromiso político de algunos países para abordar el problema. En efecto, la recién celebrada COP24 en Polonia ha sabido a poco y más después de la publicación de un informe científico de la ONU que recalcaba que el mundo no está haciendo suficiente para cumplir las metas acordadas en el acuerdo de París.

El mundo no está haciendo suficiente para cumplir las metas acordadas en el acuerdo de París

Por si fuera poco, este mes de noviembre, el presidente Trump desairó un informe, realizado por su propia administración, sobre el cambio climático y su impacto sobre la economía del país. Esto, a pesar de que California sufrió el peor incendio forestal en su historia, con fuertes pérdidas humanas y económicas.  Esperemos que la reciente victoria de los demócratas en el congreso logre poner freno a la actual administración, que se ha dedicado a destruir de manera sistemática los avances logrados con respecto a cobertura sanitaria, derechos de las mujeres, y medio ambiente, entre otros.

Las enfermedades no infecciosas, más visibles que nunca

Lo cierto es que este año las enfermedades no transmisibles (ENT) y sus determinantes ambientales han tenido una buena visibilidad. En septiembre se llevó a cabo la tercera reunión de alto nivel de la ONU sobre enfermedades no transmisibles, y se creó una alianza para favorecer el papel de las ciudades como motor de cambio. Un informe publicado por la OMS en junio resaltó que ningún país ha cumplido las metas necesarias para reducir el número de muertes prematuras por ENT. En efecto, se estima que 9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado, provocando la muerte de 7 millones de personas cada año, la mayoría de ellas en países de renta baja y media.

9 de cada 10 personas en el mundo respiran aire contaminado, provocando la muerte de 7 millones de personas cada año, la mayoría de ellas en países de renta baja y media

Podemos resaltar algunas respuestas positivas frente a las ENT: la asociación filantrópica Bloomberg invirtió 20 millones de dólares en una iniciativa (Stop) para hacer frente a la industria del tabaco, y la cumbre americana de salud “Bloomberg” este año prometió invertir 50 millones de dólares en la lucha contra el abuso de opioides, que está detrás del declive en esperanza de vida en los EEUU por el tercer año consecutivo.

¿Algún bicho nuevo en el panorama?

Este año, la OMS incluyó en su lista de patógenos más temidos a la enfermedad X, una manera de reconocer que la próxima pandemia podría ser causada por un patógeno que aún no conocemos y contra el cual no estamos preparados. Precisamente, el 2018 marcó el centenario de la “gripe española”, que infectó a una tercera parte de la población mundial y cobró entre 20 y 50 millones de víctimas. Sabiendo que se trata de un virus que muta de manera imprevisible, la comunidad científica ha asumido la difícil tarea de desarrollar una vacuna universal contra la influenza, iniciativa respaldada por una inversión de 12 millones de dólares por parte de la Fundación Gates.  

Mientras tanto, el ébola volvió a irrumpir, esta vez en la República Democrática del Congo quien declaró su décimo brote del virus en agosto. En esta ocasión, la respuesta internacional fue rápida y concertada (una lección aprendida del último brote) y por primera vez se contó con una vacuna desde el inicio. Pero, por primera vez también, los casos se concentran en una zona de conflicto armado, lo cual ha dificultado enormemente la respuesta sobre el terreno. Con más de 520 casos y 300 muertes, el brote aún no está bajo control y ya se ha convertido en el peor en la historia del país y el segundo peor después del de África occidental en 2014.  

Sin embargo, la primera causa de muerte entre las enfermedades infecciosas sigue siendo la tuberculosis, y por primera vez la ONU celebró una reunión de alto nivel sobre la enfermedad. El resultado de dicha reunión fue un compromiso para garantizar el tratamiento a 40 millones de personas para el 2022, pero algunos expertos expresaban su decepción por la ausencia de varios países y actores importantes.

La primera causa de muerte entre las enfermedades infecciosas sigue siendo la tuberculosis, y por primera vez la ONU celebró una reunión de alto nivel sobre la enfermedad

Finalmente, el virus de la desinformación continúa haciendo sus estragos en salud. Este año, Europa tuvo una cifra récord de 53.000 casos de sarampión en lo que va del año (más del doble que el número de casos en África, en el mismo periodo). Esto se debe a disparidades en la cobertura de la vacuna, así como a la decisión de muchos padres de no vacunar a sus hijos como resultado de la desinformación sembrada por el movimiento anti-vacunas. 

La crisis migratoria, un reto para todos

En el 2018, el número de personas desplazadas por fuerza aumentó a 68,5 millones a nivel global. En Latinoamérica, cerca de dos millones de personas han huido de Venezuela a países vecinos (sobre todo Colombia) a causa de la hiperinflación y la escasez de comida y medicamentos, con las consecuencias que ello tiene sobre la salud (el número de casos de malaria en Venezuela ascendió a casi medio millón en 2017, cinco veces más que en el 2013).

En el 2018, el número de personas desplazadas por fuerza aumentó a 68,5 millones a nivel global

Por su lado, Afganistán sufre la peor sequía en muchas décadas, lo cual ha provocado el desplazamiento de unas 200.000 personas. En consecuencia, el número de menores escolarizados en la región disminuyó por primera vez desde el 2012 y muchas familias se vieron obligadas a casar a sus hijas a cambio de dotes que les permitan sobrevivir.

¿Hacia dónde vamos?

En este año de transición geopolítica, los EEUU han cedido su papel de líder y modelo de democracia y derechos civiles. A nivel global, el desafío a instituciones, reglas y normas establecidas aumenta en una sociedad en que las desigualdades se acentúan. La OECD identifica 56 países ‘frágiles’ que, en 2030, albergarán al 80% de la población más pobre. En este contexto, habrá que abordar los grandes retos de la salud global: el acceso a los medicamentos, la resistencia antimicrobiana, los determinantes ambientales de las enfermedades no transmisibles, la salud de migrantes, y el cambio climático. Necesitamos estar mejor preparados para encarar la complejidad de estos retos interconectados, y necesitamos hacerlo de manera más solidaria.

En este contexto, habrá que abordar los grandes retos de la salud global: el acceso a los medicamentos, la resistencia antimicrobiana, los determinantes ambientales de las enfermedades no transmisibles, la salud de migrantes, y el cambio climático

La recuperación progresiva de la capa de ozono, según indica un informe publicado este año, es un ejemplo de lo que un acuerdo multilateral puede lograr cuando existe la voluntad política. Veamos si el 2019 marca el inicio de una década en que se aplica la misma voluntad para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), firmados hace tres años por más de 150 países.