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Cambio de comportamiento para la prevención de COVID-19: prueba algo diferente

29.7.2020
Cambio comportamiento prevencion COVID
Foto: Edu Bayer / Ajuntament de Barcelona

A la caída del sol, un día cualquiera de verano, es fácil encontrarse con 500 personas abigarradas en la Plaça Espanyola del barrio de La Torrassa, en L’Hospitalet de Llobregat. La semana pasada, al cruzarla para llegar a mi casa, distante de cuatro calles, apenas pude contar una cincuentena, el 10%. A un lado del recinto, dos patrullas completas de la policía, bien pertrechadas, vigilaba cualquier movimiento con actitud severa. En el otro extremo, 7 agentes cívicos, de los que deben informar de las medidas de prevención de COVID-19, hacían corro charlando distendidamente entre ellos mismos. Se comprende que estuvieran mano sobre mano: ¿para qué necesitas la persuasión cuando tienes la amenaza de la fuerza bruta?

Qué duda cabe de que puedes imponer la distancia social y el uso de la mascarilla allí donde estás legitimado para ejercer la coacción. Ya no voy a discutir cuál es el precio en términos de libertades democráticas que se paga en tales situaciones, ni voy a entrar en la disquisición entre salud pública y derechos fundamentales. Pero pretender imponer comportamientos preventivos en los espacios de riesgo con el uso intensivo y continuado de fuerzas de seguridad es sencillamente insostenible. Y ello sin hablar de lo dudoso de su efectividad: la gente siempre acaba encontrando resquicios por los que colarse.

Pretender imponer comportamientos preventivos en los espacios de riesgo con el uso intensivo y continuado de fuerzas de seguridad es sencillamente insostenible

¿No sería mejor plantearse si hay otra forma de conseguir los mismos resultados, o incluso mejores, de una manera menos lesiva tanto para las arcas públicas como para el tejido social?

He aquí algunas ideas sobre cómo hacerlo:

  • Intenta comprender la realidad social sobre la que intentas intervenir. Nuestros barrios son realidades complejas, atravesadas por multitud de factores que derivan en eso que ha venido en llamarse diversidad. También son realidades no estáticas: van evolucionando a tenor de los acontecimientos. No esperes entonces que la misma solución sirva en todas partes o para distintos grupos (de edad, de género, de posición socioeconómica, de origen nacional) ni durante todo el tiempo.
  • Acércate a las poblaciones sin prejuicios ni ideas preconcebidas. Es tentador interpretar los comportamientos de otros a partir de clichés y estereotipos. Por ejemplo, que los latinos hacen vida en la calle (¿no es lo que hemos hecho en el Mediterráneo desde siempre?) o que la prioridad del pobre es subsistir (¿no es la de todos en estos momentos?). Ese enfoque, además de distorsionar tu percepción del entorno, reduce a los demás a caricaturas cuya conducta solo se puede modificar por imposición.
  • Trata a los vecinos con humildad, de igual a igual, evitando el lenguaje estigmatizante. El primer paso para el cambio de comportamiento no es la provisión de información: es la escucha. Establece una comunicación bidireccional que empiece por hacer sentir a los otros que estás ahí para saber qué piensan, qué sienten, qué quieren. No podrás solucionar todos sus problemas ni canalizar todas sus quejas, y así se lo tendrás que reconocer, pero estarás creando un clima de confianza mutua imprescindible para seguir avanzando. Por el contrario, si lo primero que haces es llamarles irresponsables, lo único que lograrás es que dejen de hablar contigo.
  • Utiliza los recursos que los interlocutores pongan a tu disposición. Utiliza agentes cívicos surgidos de las propias comunidades, que hablen su lenguaje (literalmente), que utilicen sus mismos códigos, que conozcan las redes de relación social que emplean. Identifica sus referentes, a los líderes, a quienes influyen, e involúcralos en la respuesta. Usa los canales de comunicación más apropiados y en todos los idiomas relevantes.
  • Acuerda, compromete, financia, corresponsabiliza. Identifica entidades culturales, deportivas, del tiempo libre y/o de origen nacional presentes en los barrios y ofréceles colaborar. Pídeles que hagan propuestas adaptadas y realistas, consultadas con sus socios, para avanzar hacia el cambio de comportamiento y la prevención de COVID-19 en su área de influencia. Acuerda y financia las actividades que estén mejor justificadas y liga la continuidad del apoyo con recursos públicos a la obtención de resultados.
  • Acepta que el cambio de comportamiento lleva tiempo y que a algunos les cuesta más que a otros. Es ilusorio pretender que todas las personas en todas partes y todo el tiempo se comporten como gustaría a los expertos. Ni siquiera fue posible durante el confinamiento, pese a las amenazas. Como es lo habitual en salud pública, a lo máximo que podemos aspirar es a reducir riesgos y daños. Y la experiencia demuestra que es más efectivo conseguirlo con la implicación de la propia comunidad afectada.

Puedes pensar que implementar estas medidas te exige un cambio de mentalidad considerable y no te garantiza un resultado inmediato. Tienes razón. Pero la alternativa ya la conoces, y no es nada halagüeña.