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¿El aire de las ciudades puede contener el virus SARS-CoV-2?

29.4.2020

 

Este artículo ha sido escrito por José Luis Jiménez, investigador de la Universidad de Colorado-Boulder; Jordi Sunyer, Jefe del Programa de Infancia y Medio Ambiente de ISGlobal y Xavier Querol, investigador de IDAEA-CSIC

 

Dentro de la comunidad científica, hay cierto debate sobre la relación entre la contaminación atmosférica y la pandemia de la COVID-19: se habla de la posibilidad de que la materia particulada que circula en el aire pueda transportar los virus –en concreto el SARS-CoV-2–.

Precisamente, la Universidad de Harvard ha publicado recientemente un estudio que sugiere que las personas que viven en zonas con mayor contaminación atmosférica tienen un riesgo más elevado de morir por COVID-19 que las personas que viven en áreas menos contaminadas. El estudio indica que incluso un pequeño incremento en polución por partículas finas PM2.5 se asocia con un aumento de 15% en la tasa de mortalidad. La investigación fue realizada en Estados Unidos con datos de 3.080 condados (equivalente a nuestras provincias) y es impresionante que los investigadores hayan podido reunir todos estos datos y llevar a cabo modelos sofisticados en solo unos pocos días. A pesar de que el estudio intenta encajar los factores de confusión ecológicos en los modelos, las limitaciones debidas a la dinámica de la epidemia (la correlación entre la expansión temporal y la geografía) sugiere precaución en la interpretación final. Una buena hipótesis para ser probada en futuros estudios.

La Universidad de Harvard ha publicado recientemente un estudio que sugiere que las personas que viven en zonas con mayor contaminación atmosférica tienen un riesgo más elevado de morir por COVID-19 que las personas que viven en áreas menos contaminadas

Si sus hallazgos son ciertos, los resultados son preocupantes: el 10% de las muertes por cada μg/m3 de PM2.5 podrían haberse evitado si los niveles de contaminación atmosférica durante los últimos 20 años hubieran sido más bajos.

Otro estudio en Italia apunta que la epidemia podría haber impactado más en las ciudades italianas más contaminadas, y que por eso fue más afectado el norte del país, donde los niveles de polución son mayores. Pero la explicación puede ser debida a que en estas zonas había más viajes internacionales y más movilidad local de personas y, por tanto, más posibilidad de contagio.

Sabemos que estas partículas pueden transportar virus, bacterias y hongos, y un estudio en Italia ha detectado el ARN del virus en partículas en el medio ambiente. Pero las concentraciones son bajas. Hasta ahora, se creía que la contribución al contagio por virus en el aire era baja, mientras que el contagio a través de tocar objetos contaminados (o por gotas de tos o estornudos cercanos) se consideraba la más probable. Pero, con los últimos estudios publicados, ya no está tan claro, y la importancia de los diferentes modos de contagio es algo que la comunidad científica está tratando de estudiar tan rápido como es posible.

El contagio a través del aire, simplemente al respirar y hablar cerca de otras personas, es probable como resume este estudio reciente. Pero es importante distinguir entre el impacto de la propagación por aire en ambientes interiores y exteriores. Un estudio en Japón ha concluido que es casi 20 veces más probable contagiarse en lugares interiores que exteriores. En los interiores, hemos de tener en cuenta que al toser, estornudar, hablar y respirar emitimos microgotas. Si el ambiente interior tiene baja ventilación (como en una casa normal con las ventanas cerradas), una parte de estas microgotas se queda en suspensión varias horas (aquellas más finas que cinco micrómetros), mientras que las más gruesas se depositan en superficies. Por tanto la carga vírica transportada en microgotas tiene la posibilidad de infectar, bien al respirar el aire con partículas víricas o al tocar las superficies donde estas se han depositado. Una ventilación adecuada ayuda a eliminar esta carga, por ejemplo en hogares donde una persona está enferma y el resto no.

Es importante distinguir entre el impacto de la propagación por aire en ambientes interiores y exteriores. Un estudio en Japón ha concluido que es casi 20 veces más probable contagiarse en lugares interiores que exteriores.

En un caso reciente de una coral en Estados Unidos que tomó todas las precauciones posibles para evitar infecciones por las vía aceptadas actualmente como las más plausibles, resultó en 45 personas infectadas de los 60 miembros de la coral. Las autoridades sanitarias del Estado de Washington creen que la explicación es la transmisión del virus por el aire. En los años 70 se descubrió que el virus de la gripe estacional se transmitía por el aire por el contagio de viajeros de un vuelo que estuvo cuatro horas parado sin ventilación, lo que permitiría al virus acumularse en el aire.

Macau Photo Agency/Unsplash

 

En ambientes exteriores la situación es diferente. Es difícil creer que las pequeñas cantidades de virus en el aire exterior ayudan sustancialmente a propagar la pandemia a no ser que nos aproximemos mucho a personas infectadas.

Es difícil creer que las pequeñas cantidades de virus en el aire exterior ayudan sustancialmente a propagar la pandemia a no ser que nos aproximemos mucho a personas infectadas

Algunas hipótesis apuntan a que el efecto de la contaminación sobre incremento de infecciones puede deberse a que esta haya podido dañar las defensas del sistema respiratorio en períodos anteriores a la crisis de la COVID-19 y ello haya facilitado el proceso de infección. Así pues, una hipótesis a estudiar es que las personas que han estado expuestas a niveles más altos de contaminación del aire sean más vulnerables al daño pulmonar –como se ha sugerido con las personas alérgicas–, por la inflamación que provocan los contaminantes atmosféricos.

En China, se observó que la mortalidad del SARS-CoV-2 era mucho mayor en hombres que en mujeres. Aunque las causas no están claras, los investigadores sospechan que es debido a la gran proporción de fumadores entre los hombres que hay en el país, comparada con una tasa muy baja para las mujeres. El daño pulmonar pre-existente ayudaría al virus a crear una enfermedad más grave. La contaminación del aire podría actuar de la misma manera.

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