Neumonía: Relato de una lucha a muerte

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Mujeres andando por una carretera de arena hacia Mapai, Mozambique.

Neumonía: Relato de una lucha a muerte

El combate a la mortalidad infantil causada por la neumonía. Estudio del caso de Mozambique.

Joan Tubau*

última actualización: 10 de noviembre de 2020

NOTA DE LOS EDITORES: Este texto fue escrito a principios de 2020, cuando la epidemia de COVID-19 aún no se había convertido en una emergencia global de salud. Desde entonces hasta ahora, como el resto de las naciones, Mozambique ha debido hacer frente al desafío sanitario, económico y social del coronavirus, incluyendo sus efectos colaterales sobre otras prioridades de salud. Aunque las cifras oficiales de la epidemia parecen modestas en comparación con los países más afectados –13.577 casos y 99 muertes confirmadas por la OMS en Mozambique, según la información más reciente–, la verdadera magnitud de los datos podría ser mayor. Lo que es más importante, la pandemia golpea de manera indirecta al obstaculizar la respuesta a las principales causas de morbi-mortalidad en el país. Los programas de vacunación contra la neumonía infantil constituyen uno de los ejemplos más dramáticos.

Ante la imposibilidad de realizar una nueva valoración en terreno de la realidad que aquí se relata, hemos optado por conmemorar el Día Mundial contra la Neumonía publicando el texto como fue originalmente escrito y actualizando en la medida de lo posible la información estadística. Los lectores harán bien en recordar que COVID-19 no ha hecho más que agravar y complicar la difícil realidad que aquí se describe.


Consulta pediátrica del hospital de Manhiça, Mozambique. (ISGlobal)

1. La pediatría de Félix Sande

Son la nueve de la mañana y ya hace más de una hora que Félix Sande atiende a sus pacientes en la Unidad Sanitaria de Manchiana. Félix es un Agente de Medicina General, una categoría de profesional de la salud difícil de catalogar pero que, como en la mayoría de las estructuras periféricas de salud de Mozambique, tiene en sus manos las vidas de los niños que viven en las comunidades cercanas.

Félix conoce bien a las gentes de la zona. Aunque nació en el centro del país, hace más de nueve años que trabaja en el mismo puesto de salud y ha visto mil veces el rostro de los enemigos ancestrales de los niños a quien atiende.

Estamos a principios de diciembre, a principios del verano del sur; a pesar de eso, llueve y hace frío. Eso es mala cosa.

“Estamos en la época de pico –explica Félix–. La malaria se dispara y supone un 45-50% de todas las consultas en un solo día. Las infecciones respiratorias también aumentan y a pesar de que la situación es mejor que hace unos años, continúan llegando bastantes niños con neumonía”.

En la zona de espera de su pequeña consulta, se protegen de la fina lluvia unas veinte mujeres con sus hijos en brazos. Han caminado entre una y dos horas para traer a sus hijos a la consulta pediátrica. A pesar de la larga caminata bajo la lluvia y del inesperado frío, a pesar de haber tenido que dejar en casa a sus hijos pequeños a cargo de una hermana o una vecina y de haber perdido un día entero de trabajo en la machamba, están contentas. Tienen una rara suerte y lo saben.


Félix Sande atiende a un paciente en la Unidad Sanitaria de Manchiana, Mozambique. (CISM)

En la pediatría de Manchiana, Félix atenderá a sus hijos con empatía, diagnosticará la dolencia que les enferma y además llevará a cabo una exploración completa de su estado de salud: “En nuestro distrito la cobertura vacunal es alta y si en la consulta detecto a un niño al que le falta alguna dosis lo refiero a la enfermera de la Unidad Sanitaria para que le dé una dosis de recuperación. Lo mismo hago si encuentro un niño malnutrido agudo. La enfermera tiene comida terapéutica lista para usar en su stock y le dará el tratamiento necesario que podrá tomar en su casa”.

Félix tiene en su organizada consulta los medicamentos básicos necesarios para tratar las principales enfermedades que afectan a los niños en Mozambique, y además tiene la formación adecuada para detectar cuándo la condición de un niño requiere unos cuidados que él no le puede dar y obliga a derivarlo al hospital de Manhiça, que dista unos 15 km.

El mes pasado Félix atendió a 573 niños en su pediatría; tres de ellos necesitaron ser hospitalizados de forma inmediata; dos tenían malaria y uno neumonía.

La Unidad Sanitaria de Manchiana y su pediatría y en general todo el sistema de salud del distrito de Manhiça al sur de Mozambique son al mismo tiempo una extraordinaria experiencia y una terrible excepción

Un LandCruiser del hospital, que cuando se precisa actúa como ambulancia, vino a buscar a los tres niños y los transportó junto con sus madres al hospital de Manhiça.

Esa operación se llevó a cabo con rapidez y sin ningún coste para las familias de los tres niños gravemente enfermos. Los tres se recuperaron rápidamente después de recibir los cuidados que requerían en el hospital.

Eso, que podría parecer lo normal en casos de enfermedad grave en niños pequeños, no es habitual en Mozambique. De hecho, en la mayoría de los casos es mortalmente impensable.

La Unidad Sanitaria de Manchiana y su pediatría y en general todo el sistema de salud del distrito de Manhiça al sur de Mozambique son al mismo tiempo una extraordinaria experiencia y una terrible excepción. Lo uno y lo otro se explican exclusivamente por la presencia del Centro de Investigaçao em Saude de Manhiça (CISM).


Acceso al Centro de Investigaçao em Saude de Manhiça (CISM), Mozambique. (ISGlobal)

Hace más de veinte años un grupo de médicos españoles fundó en Manhiça un centro de investigación y atención médica que con el tiempo se ha convertido en el CISM. El objetivo de ese grupo de médicos e investigadores liderados por el Dr. Pedro Alonso era muy simple: poner la investigación médica y la evidencia científica al servicio de las gentes de Mozambique que morían prematuramente de enfermedades fácilmente prevenibles y curables.

Con los años y el esfuerzo de mucha gente e instituciones –de manera notable de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo– el CISM se ha convertido en un extraordinario ejemplo de medicina basada en la experiencia puesta al servicio de la población. La investigación médica que promueven, y que en gran parte desarrollan médicos africanos formados por el propio centro, ha generado la evidencia necesaria entre muchas otras para empujar definitivamente la incorporación de las vacunas PCV10 y PCV13 al Programa Extendido de Vacunación de Mozambique, lo que en gran medida es responsable por la radical reducción de la incidencia de la neumonía en el país.

Asimismo, la presencia del CISM y el empoderamiento que ha supuesto para el sistema de salud del distrito explica que sus 180.000 habitantes tengan un acceso a la salud significativamente mejor que las del resto del país, y que eso, a su vez, haya contribuido drásticamente a reducir a la mitad la mortalidad de los niños menores de 5 años en comparación con la media general de Mozambique.

Cuando nos despedimos de Félix, sus últimas palabras transmiten un orgullo comprensible y al mismo tiempo una desgarradora pesadumbre; “Si toda la gente de Mozambique tuviera la atención sanitaria que tiene la población en Manhiça, nuestro país sería un lugar distinto y el futuro de su gente sería radicalmente mejor y más justo”.

2. La injusticia de miles de muertes evitables.

No es fácil obtener estadísticas robustas acerca de la situación de salud de la población de menos de cinco años en Mozambique.

Aun así, las disponibles y que refrendan tanto el Ministerio de la Salud como agencias de Naciones Unidas y organizaciones operativas en el país dibujan un escenario desgarrador para la salud y la vida de la gran mayoría de mozambiqueños.

En el Mozambique de 2019, 54 de cada mil niños nacidos vivos murieron antes de su primer cumpleaños. Esto supone el triple de las muertes evitables que nos hemos fijado como Objetivo de Desarrollo Sostenible para el año 2030. Estos niños mueren víctimas de enfermedades infecciosas fáciles y baratas de prevenir y curar; un 35% de ellos morirán de malaria, y el resto como consecuencia de las diarreas y de infecciones respiratorias agudas, notablemente víctimas de la neumonía.

Antes de llegar a su quinto cumpleaños, 72 niños y niñas de cada mil, habrán perdido tristemente su vida a manos de los enemigos de siempre lo que supone una vez más el triple de lo que fijan las metas de los ODS para 2030.

Según la última encuesta de mortalidad retrospectiva en el país, las muertes entre menores de un año suponían un 25% de todas las muertes en un año (en España menos de una de cada cien personas muere antes de cumplir los veinte años). De entre todos esos niños muertos, menos del 50% habían recibido algún tipo de atención médica o tratamiento clínico durante su enfermedad, lo que supone el porcentaje más bajo de entre todas las franjas de edad en el país y da una idea de la escalofriante vulnerabilidad de los niños en Mozambique.

La neumonía es una enfermedad prevenible y relativamente fácil de diagnosticar y tratar; aun así, supone cada año casi un 13% de todas las muertes en niños menores de cinco años. De cada mil niños nacidos vivos en Mozambique en un año, diez morirán víctimas de la neumonía, lo que supone el triple de lo que fijan los objetivos fijados por el Plan de Acción para la Neumonía y la Diarrea (GAPPD, por sus siglas en inglés) para dentro de tan solo cinco años. Esas son vidas perdidas de manera absolutamente inaceptable, considerando que hoy la neumonía es una enfermedad que previenen casi por completo las vacunas incluidas en el Programa Extendido de Vacunación. Se trata además de una enfermedad fácil de diagnosticar clínicamente por un agente comunitario de salud con una formación básica, y de tratar con Amoxicilina, un antibiótico muy barato descubierto hace casi 50 años y que en Mozambique obtiene resultados muy efectivos en todos los pacientes.

Pero, de todos los cómplices necesarios para que la neumonía continúe llevándose de forma inexplicable la vida de niños y niñas en Mozambique, posiblemente son las altas prevalencias de malnutrición y de VIH los más determinantes.

En Mozambique, aproximadamente un 43% de todos los niños de menos de 5 años son malnutridos crónicos; esta tasa se eleva hasta más del 50% en algunas provincias del norte del país. Se trata de niños que hasta los dos años no recibieron una alimentación adecuada rica en los nutrientes necesarios para asegurarles la salud y el desarrollo, y que en muchos casos no han recibido una alimentación exclusiva con leche materna durante los primeros seis meses de vida.

Mozambique es uno de los países del sur de África más duramente golpeados por la pandemia del VIH. La tasa de prevalencia en el país es de aproximadamente el 12,6%, con algunas provincias alcanzando el 24% de la población general.

Aproximadamente una de cada cuatro mujeres que se quedan embarazadas en Mozambique es VIH positiva.

La infección oportunista más prevalente entre las personas portadoras del VIH en Mozambique –incluyendo niños y niñas de menos de cinco años– es la neumonía bacteriana

A pesar de los enormes avances y de los esfuerzos multisectoriales, alrededor del 50% de las personas que requieren un tratamiento con antirretrovirales en Mozambique lo reciben.

Es evidente que el efecto directo que tiene el VIH en el sistema inmunológico de una persona que no recibe el tratamiento adecuado, es devastador y se convierte en un factor crítico de riesgo para la aparición de enfermedades oportunistas. La infección oportunista más prevalente entre las personas portadoras del VIH en Mozambique –incluyendo niños y niñas de menos de cinco años– es la neumonía bacteriana.

Probablemente, también la más mortífera.

3. Pobreza, inequidad y un sistema con recursos insuficientes.

Es inútil buscar una única causa que determine la situación de la salud en Mozambique hoy y que explique por qué a pesar de los esfuerzos diversos y los avances innegables, esta diste tanto de ser justa y digna para la práctica totalidad de sus gentes.

Aun así, ciertas realidades socioeconómicas tienen un impacto radical en la salud y bienestar de las personas y en los desesperanzadores indicadores macroeconómicos del país.

A pesar de años de crecimiento general de la economía mozambiqueña, la repercusión en el día a día de sus habitantes y en su capacidad de cubrir de manera digna sus necesidades vitales es poco perceptible.

En 2019, un 60% de la población de Mozambique continúa viviendo con menos de un euro al día.

Como consecuencia de una crisis de deuda provocada por la opacidad y una gestión legal más que dudosa por parte del gobierno, el PIB se reduce, los precios han aumentado de manera general y en particular se ha encarecido más de un 40% el precio de los alimentos básicos.

Esta situación tiene lógicamente un impacto catastrófico en la situación nutricional del país y en la de los menores de cinco años.

A pesar de que los servicios básicos de salud no tienen prácticamente costes directos para la población, la situación de pobreza estructural es un determinante radical de las decisiones estratégicas que toman las familias, sobre todo las madres a la hora de considerar los inevitables costes de oportunidad de recurrir al sistema de salud en caso de enfermedad y más aún de acudir a los programas preventivos.

La pobreza en Mozambique, a pesar de ser generalizada, es indiscutiblemente desigual. Las provincias del centro y norte del país, que tradicionalmente han sido reductos de la oposición durante la guerra y actualmente del partido de gobierno, muestran indicadores económicos, sociales y de salud significativamente peores que los del sur y la capital.

El 90% de la población de Mozambique vive a más de una hora a pie de una unidad sanitaria o puesto de salud, otro 40% de la población vive a más de 30 km de ese mismo puesto

Pero, además, Mozambique es un país de enormes inequidades de género que figura en el puesto 138 de un ranking de 155 países en función de la desigualdad entre géneros. Una parte minoritaria de las mujeres accede a la formación secundaria y solo una de cada cuatro tiene la oportunidad de completarla.

El porcentaje de partos prematuros es del 16,5%, el quinto más alto del mundo, y es una causa directa de mortalidad en los primeros días y semanas de vida. En muchos casos, los partos prematuros son consecuencia directa del 40% de primeros embarazos que se producen entre adolescentes de menos de veinte años. A su vez, estas mujeres jóvenes que paren por primera vez antes de los veinte años tienen un riesgo de morir durante el parto cuatro veces superior a las mujeres que tienen su primer hijo después de esa edad. Esta realidad contribuye terriblemente a que la mortalidad materna en Mozambique esté alrededor de 489 madres muertas por cada 100.000 nacimientos, lo que supone un atroz 700% más de lo que los ODS fijan para dentro de tan solo 10 años.

Junto a la pobreza y la desigualdad, el otro gran factor estructural determinante de la situación de salud en el país es la fragilidad del sistema sanitario público y su incapacidad para llegar de una manera real, equitativa y efectiva a la población.

El 90% de la población de Mozambique vive a más de una hora a pie de una unidad sanitaria o puesto de salud, otro 40% de la población vive a más de 30 km de ese mismo puesto.

En un país que cuenta con aproximadamente ocho médicos por cada 100.000 habitantes (en España la tasa es de 395), los puestos de salud están atendidos normalmente por personal que, a pesar de su compromiso, tiene muchas dificultades para ofrecer un diagnóstico y tratamiento de calidad a sus pacientes debido a la poca formación y constantes faltas de los insumos y medicamentos básicos, incluyendo aquellos que se utilizan para tratar las enfermedades más prevalentes y mortíferas.

Cuando el personal sanitario de los puestos de salud se encuentra con casos complicados su capacidad de reacción es básicamente nula, ya que el sistema de referencias a niveles superiores de atención es inexistente y las familias en las comunidades rurales no pueden hacer otra cosa que llevarse sus enfermos de vuelta a casa y verlos morir.

Esta ausencia e ineficacia del sistema de salud, particularmente a nivel primario, hace que una buena parte de la población solo recurra al sistema formal de salud en casos extremos, y muy habitualmente cuando ya es mortalmente tarde.

4. De los éxitos y de los reveses.

A pesar de estar terriblemente lejos de las metas previstas en los ODS y en particular de los indicadores del Objetivo 3, en los últimos años se han producido avances muy sustanciales en la lucha contra la neumonía gracias al esfuerzo colectivo de gobiernos, donantes nacionales y multilaterales, comunidad científica, profesionales de la salud y sociedad civil mozambiqueña.

La inversión sostenida en estrategias efectivas particularmente en la prevención y diagnóstico y tratamiento de la enfermedad y en la lucha contra algunos de los principales factores determinantes de base de la neumonía, son responsables por una evolución general positiva de la lucha contra la enfermedad y del sufrimiento que provoca.

En 1990 la mortalidad en Mozambique entre los menores de cinco años era de 240 niños por cada mil nacidos vivos. En 2018 esa tasa se ha reducido aproximadamente un 70%, hasta los 71 niños por cada mil nacidos vivos.

Desde el año 2000 la mortalidad por neumonía en Mozambique se reduce un 4.5% anual y a pesar de la dificultad de fijar una proporción exacta, es evidente que la lucha contra la neumonía en los últimos años ha contribuido radicalmente a evitar la indignante perdida de gran cantidad de vidas y futuros en Mozambique.

En la lucha contra la neumonía en Mozambique hay un antes y un después de la introducción de la Vacuna anti Neumocócica Conjugada en el Programa Ampliado de Vacunación del País.

La introducción inicial de la PCV 10 en 2013 y posteriormente de la PCV 13 en 2017 ha tenido un impacto clave en la reducción de la morbi-mortalidad por neumonía ya que garantiza la prevención de la enfermedad de una forma muy efectiva en todos los niños a los que la vacuna haya sido administrada de manera correcta.

Desde entonces los esfuerzos coordinados del Ministerio de la Salud con la colaboración de UNICEF y de una forma determinante gracias a la financiación estable y previsible de GAVI, se ha incorporado con éxito la PCV a la vacunación tanto rutinaria como de campañas en todo el país alcanzando una cobertura completa en el primer año de vida de los niños mozambiqueños de alrededor del 70%.

La cobertura del programa ampliado de vacunación no solo garantiza la protección directa contra la neumonía que proporciona la PCV sino que con la introducción de la vacuna del Rotavirus y en 2009 de la vacuna anti-Haemophilus Influenzae Tipo b, conocida como Hib, se garantiza la protección de las niñas y niños en su primer año de vida contra las diarreas y meningitis que además de ser enemigos terribles en sí mismas son patologías que contribuyen a incrementar drásticamente las posibilidades de un niño de contraer la neumonía y de que esta acabe arrebatándole la vida.

La otra gran estrategia que ha producido efectos positivos en la lucha contra la neumonía en los últimos años ha sido la expansión del diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad en las fases tempranas de la misma; eso quiere decir llevarlo lo más cerca posible de las comunidades y los pacientes.

La elaboración y adopción de un protocolo de diagnóstico clínico adaptado a las capacidades del personal sanitario de las unidades sanitarias, la provisión de cronómetros para la medición de la frecuencia respiratoria, la adopción de un protocolo de tratamiento de la enfermedad con Amoxicilina en comprimidos dispersables y su disponibilidad en las farmacias de los puestos de salud periféricos ha permitido que decenas de miles de niños hayan tenido un diagnóstico correcto y temprano de la enfermedad.

Esta estrategia recibió un impulso extraordinario y multiplico su efectividad a partir de la reintroducción de la figura de los Agentes Polivalentes Elementares por parte del Ministerio de la Salud en 2010. Los APEs son agentes comunitarios de salud que reciben una formación de aproximadamente 4 meses que les habilita para promover la prevención, pero también para diagnosticar y tratar las patologías más prevalentes entre los menores de cinco años que son también las que producen una mayor mortalidad. Como parte de esta estrategia el ministerio de la salud y sus principales colaboradores, en particular la organización internacional Save the Children han formado una red de aproximadamente 5.300 APEs en todo el país que son capaces de diagnosticar la neumonía a los primeros signos de la enfermedad y de tratarla adecuadamente con Amoxicilina evitando así que se agrave y acabe ocasionando la muerte del paciente.

La descentralización del diagnóstico y tratamiento de la neumonía a nivel de la comunidad a través de la figura de los APEs ha sido sin duda, junto a la ampliación de la cobertura vacunal, la estrategia ganadora clave para combatir la enfermedad; en un país donde el sistema formal de salud tiene enormes dificultades para llegar a la mayor parte de la población cualquier estrategia que no contemple y franquee las dificultades de acceso no tiene un impacto positivo y real sobre la vida y la salud de las personas.

No todas las estratégicas imprescindibles para alcanzar los objetivos previstos en la lucha contra la neumonía han tenido el mismo efecto transformador.

En Mozambique en el 2019 han muerto el triple de niños por neumonía de los que se fijan en los objetivos del GAPPD para 2025.

Incluso asumiendo la complejidad y multiplicidad de factores en esta batalla, es obvio que la inversión indispensable en las tres áreas fundamentales para combatir la neumonía: la protección, prevención y diagnóstico y tratamiento ha sido dispar, insuficiente y en términos generales inefectiva para ponernos en el camino adecuado para la consecución de unos objetivos que son irrenunciables.

En Mozambique un 43% de los niños menores de 5 años es malnutrido crónico y en algunas provincias del norte del país esa tasa se dispara por encima del 50%

Los indicadores de malnutrición crónica y prácticas de lactancia materna exclusiva en los primeros seis meses de vida de Mozambique están entre los peores de los países de la región y del mundo.

Solo el 41% de los niños mozambiqueños se alimentan exclusivamente de la leche de sus madres durante los primeros 6 meses de su vida a pesar de que la media en la región es de casi el 60%. A pesar de la evidencia de que este es un factor de protección crítico para la salud presente y futura ninguna de las estrategias y esfuerzos invertidos ha tenido un impacto sustancial en las creencias y prácticas de la mayoría de las madres y como consecuencia los indicadores muestran incluso un pequeño deterioro en la última década. El impacto de la baja practica de la lactancia materna no solo se traduce en una baja protección en los primeros y críticos meses de vida da inicio al círculo perverso de la malnutrición crónica.

La malnutrición crónica es un factor determinante de base de aproximadamente un 33% de la mortalidad de niños menores de 5 años.

En Mozambique un 43% de los niños menores de 5 años es malnutrido crónico y en algunas provincias del norte del país esa tasa se dispara por encima del 50%.


Atención médica en la Unidad de Prematuros del hospital de Manhiça, Mozambique. (ISGlobal)  

A pesar de los esfuerzos y de avances en el diagnóstico y tratamiento de la malnutrición aguda, la malnutrición crónica en Mozambique está en una situación de estancamiento desde hace años. Hasta ahora ninguna estrategia empleada ha conseguido tener un efecto perceptible y muchos menos determinante sobre los factores complejos y diversos que desembocan en la malnutrición crónica de los menores de cinco años.

Es una obviedad que el acceso al agua potable y al saneamiento básico son fundamentales para la prevención de la neumonía y otras patologías, en particular las diarreas, que contribuyen a debilitar el estado general de salud de los niños y a incrementar la probabilidad de complicaciones que les acaben ocasionando la muerte.

Incomprensiblemente los indicadores generales en el país continúan siendo deplorables.

El 11% de las personas en Mozambique usan agua de superficie para beber, cocinar y para la higiene personal, eso supone un porcentaje mayor que el de las personas que tienen acceso a agua corriente, solo un 9% de la población del país. Solo el 21% de las personas tienen acceso a una red de saneamiento básico y casi el 40% de la población no tienen en su casa ni un baño ni una letrina y por tanto defecan al aire libre.

Ese es sin duda el mayor fracaso de la lucha contra la neumonía en el país y posiblemente el factor de riesgo más crítico para la salud de sus niños y que además pone a riesgo la consecución de una buena parte de los ODS en Mozambique por muchas décadas.

Solo el 21% de las personas tienen acceso a una red de saneamiento básico y casi el 40% de la población no tienen en su casa ni un baño ni una letrina

Finalmente, y a pesar de que, junto con la expansión de la cobertura vacunal e incorporación de las vacunas de la PCV, el diagnóstico y tratamiento de la neumonía sido el factor clave diferencial para los importantes avances de los últimos años, esa estrategia enfrenta un limitante extraordinario en la debilidad del sistema público de salud que hará muy difícil continuar expandiendo el diagnóstico y tratamiento temprano de una manera efectiva a todas las comunidades.

Aproximadamente solo un 30% de la población de Mozambique tiene un acceso de aceptable calidad a los servicios de salud en el país. Ese porcentaje es por otro lado engañoso ya que se concentra en las provincias del sur y en Maputo.

A pesar de las inversiones del Gobierno y colaboradores y de las aportaciones financieras de donantes nacionales y multilaterales la red de estructuras de salud en el país y en particular en sus zonas rurales es dramáticamente insuficiente e inadecuada.

El sistema además adolece de problemas estructurales por falta de una financiación sostenible, por la tremenda escasez de profesionales bien formados, por las constantes rupturas de stock de insumos y medicamentos básicos y por la practica ausencia de un sistema funcional de referencias de pacientes.

Ante esta realidad se hacen esfuerzos remarcables por mantener la atención en las comunidades más apartadas a través de estrategias móviles y campañas, pero aun así se calcula que hoy menos de la mitad de los niños sospechosos de haber contraído una neumonía en Mozambique reciben cuidados sanitarios y un diagnóstico y tratamiento adecuado lo que sin duda tiene unas crueles consecuencias en enfermedad y muerte.


Un equipo de la Unidad de Ciencias Sociales y Economía de la Salud del CISM se ha desplazado a una zona rural para realizar una supervisión periódica. (ISGlobal)

5. Una llamada a la acción global

A pesar de que una buena parte de las metas fijadas en los ODS para 2030 parecen hoy difícilmente alcanzables, no podemos perder de vista que son un compromiso colectivo acordado entre Estados y, por lo tanto, representan una responsabilidad absolutamente ineludible.

Es imprescindible transformar la dinámica actual y fijar un rumbo firme que pueda salvar la vida de miles de niños. Debemos afrontar ese desafío como una ambición irrenunciable: por humanidad, por responsabilidad política y tal vez como última oportunidad para un sistema internacional al que le queda poco crédito.

Es necesaria una respuesta decidida que incida sobre los grandes determinantes de la neumonía y reduzca la mortalidad causada por la enfermedad hasta los objetivos acordados en los ODS.

Para que esa transformación sea posible es imperativo redoblar los esfuerzos y los compromisos de todos los actores involucrados nacionales y multisectoriales, en particular de aquellos con mayores responsabilidades y recursos y que tienen mandatos específicos que les interpelan directamente.

Hay que actuar con determinación en aquellas estrategias que pueden producir resultados efectivos a relativo corto plazo para las áreas fundamentales para combatir la neumonía y que tienen retornos claros de la inversión.

Es necesaria una respuesta decidida que incida sobre los grandes determinantes de la neumonía y reduzca la mortalidad causada por la enfermedad hasta los objetivos acordados en los ODS

Es evidente que el Estado mozambiqueño y su sociedad en general son los primeros interpelados e interesados en construir un futuro de justicia y bienestar para sus gentes. Es su responsabilidad y si duda su anhelo. A pesar de las dificultades generales y, en particular, económicas del país, estamos ante un momento de oportunidad. Mozambique tiene un nuevo gobierno con un respaldo político muy sustancial que cuenta con el capital político necesario para promover políticas transformadoras.

Aun así, es impensable que el Estado mozambiqueño pueda, en los próximos 5 ó 6 años, acelerar y expandir las estrategias y acciones necesarias para vencer la lucha contra la neumonía antes del 2030 contando exclusivamente con sus medios.

El gasto en salud anual per cápita en Mozambique esta aproximadamente alrededor de los 40 dólares; un 50% por debajo de las recomendaciones de la OMS y un tercio de la media africana. Estos porcentajes expresan, desgraciadamente, la precariedad financiera del sistema de salud.

Incluso inmerso en esa situación de precariedad financiera, el sistema continúa siendo absolutamente dependiente de la financiación externa, y por lo tanto cualquier disminución de esta tiene un impacto real en la vida de los niños en las comunidades.

El 50% del total del gasto anual en salud en Mozambique está financiado con fondos procedentes de donantes nacionales y multilaterales externos.

Consecuentemente, solo será posible un salto cualitativo y transformador en términos de resultados e impacto en la salud de la población si la colaboración estratégica, técnica y también financiera de los donantes externos, nacionales y multilaterales no solo se mantiene, sino que se incrementa muy sustancialmente en los próximos años. Las inversiones necesarias en las estrategias prioritarias para la lucha final contra la neumonía solo serán posibles si se mantiene una firme determinación política y un compromiso global sólido con los ODS y, lo que es más importante, con los niños de Mozambique.

 


* El autor agradece la colaboración de Berta Briones en la actualización de algunos de los datos de este texto.

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