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Mi casa, mi barrio, mi salud

23.8.2023
Casa barrio salud
Foto: Edu Bayer / Ayuntamiento de Barcelona - Paneles expositivos sobre la construcción de vivienda dotacional para personas mayores en el solar de la antigua Quirón (Barcelona).

Nuestra vivienda, pero también su entorno inmediato (el bloque, la manzana, el barrio), pueden determinar en gran medida nuestra salud.

 

[Este texto ha sido publicado originalmente en catalán en el boletín EspaiS@lut de la Diputación de Barcelona.]

 

Pasamos en torno al 70% de nuestro tiempo en casa; una estimación prepandémica que probablemente ahora haya aumentado con la expansión del teletrabajo y de la educación a distancia. Las personas mayores, en particular, tienden a pasar aún más tiempo en casa, y nuestra sociedad está envejeciendo a gran velocidad. Por otro lado, sabemos cada vez con mayor certeza que el entorno en el que vivimos influye en nuestra salud. Entonces, ¿por qué no empezar por abordar el entorno al que más nos exponemos?

Las relaciones entre vivienda y salud son complejas y multifactoriales. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de que nuestras viviendas son importantes factores determinantes de nuestra salud. De hecho, según estudios recientes, el impacto de vivir en condiciones de vivienda inadecuadas podría ser comparable al de otros factores de riesgo bien establecidos, como la hipertensión, el sedentarismo o la obesidad. También vamos sabiendo más sobre los efectos sinérgicos y acumulativos de las exposiciones combinadas, así como sobre el modo en que la acumulación de riesgos o las condiciones de vivienda inadecuadas se asocian a un peor estado de salud, un mayor uso de la asistencia sanitaria y una mayor probabilidad de hospitalización.

Cada vez hay más pruebas de que nuestras viviendas son importantes factores determinantes de nuestra salud. De hecho, según estudios recientes, el impacto de vivir en condiciones de vivienda inadecuadas podría ser comparable al de otros factores de riesgo bien establecidos, como la hipertensión, el sedentarismo o la obesidad

Por otro lado, el entorno inmediato de nuestra vivienda (el bloque, la manzana, el barrio) también puede determinar en gran medida nuestra salud, nuestras oportunidades de prosperar y nuestra calidad de vida en general. La literatura reciente indica que un entorno físico y comunitario inadecuado puede derivar en sufrimiento psicológico, problemas mentales, conductas de riesgo e incluso mayores tasas de mortalidad por todas las causas. Así, barrios con altos niveles de contaminación del aire, contaminación acústica o lumínica, falta de acceso a espacios verdes, barreras para la actividad física, “desiertos alimentarios” y barrios con zonas percibidas como inseguras o que provocan el aislamiento social de sus habitantes, ponen en riesgo la salud de su población al contribuir a aumentar el riesgo de enfermedades mentales, cardiovasculares, diabetes tipo II, enfermedades pulmonares crónicas o diversos tipos de cáncer.

Barrio rico, barrio pobre

Las condiciones pueden ser muy diversas entre barrios de una misma ciudad, y son aquellas personas que residen en zonas más desfavorecidas quienes estarán más expuestas y sufrirán en mayor medida los efectos de condiciones adversas, al combinar un triple riesgo de desigualdad: social, ambiental y, consecuentemente, de salud. Son ampliamente conocidos los recientes estudios realizados en ciudades europeas que señalan importantes diferencias en la esperanza de vida entre residentes de barrios ricos y pobres dentro de una misma ciudad. En Barcelona, por ejemplo, esa diferencia puede llegar a ser de hasta 11 años.

Mejorar las condiciones de las viviendas y de los entornos residenciales supone una herramienta de justicia ambiental y social, así como una oportunidad para avanzar en la equidad en materia de salud

Mejorar las condiciones de las viviendas y de los entornos residenciales supone, pues, una herramienta de justicia ambiental y social, así como una oportunidad para avanzar en la equidad en materia de salud. Además, a nivel comunitario, invertir en mejoras en la vivienda representa un importante ahorro en servicios de salud. Por todos estos motivos, y especialmente tras la experiencia del confinamiento, la necesidad de actuar en esta dirección parece incontestable.

Qué es una vivienda digna

El derecho de toda persona a una vivienda digna (y por extensión, que protege nuestra salud y favorece nuestro bienestar) implica mucho más que tener cuatro paredes y un techo. Conlleva disponer de unas condiciones interiores seguras, funcionales y adecuadas a las necesidades de sus habitantes. Debe, además, estar ubicada en un entorno conectado, cerca de recursos y servicios básicos, oportunidades de movilidad, formación y trabajo. Y en ella, o desde ella, se han de poder establecer conexiones sociales y participar activamente en la comunidad. Además, una vivienda digna también implica poder acceder a ella de forma igualitaria y no discriminatoria, y sin que los gastos asociados supongan una renuncia a otras necesidades básicas como la educación, la sanidad o una alimentación saludable.

El derecho de toda persona a una vivienda digna (y por extensión, que protege nuestra salud y favorece nuestro bienestar) implica mucho más que tener cuatro paredes y un techo

Vemos, pues, que existen múltiples dimensiones de la vivienda a considerar en su vínculo con la salud, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) resume en cuatro: el hogar, la vivienda física, el entorno inmediato y la comunidad. Abordar desde las políticas públicas los múltiples factores de riesgo asociados a estas cuatro dimensiones implica a distintos sectores con muy diversas competencias. De ahí que requiera una aproximación transversal, basada en criterios derivados de la mejor evidencia científica disponible.

Ciencia aplicada a políticas públicas de vivienda y entornos residenciales

En el marco del proyecto Entorno Urbano y Salud, la Diputación de Barcelona (DIBA) y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) colaboramos desde 2020 en la traslación del conocimiento científico a políticas públicas de vivienda y entornos residenciales, que integren la salud como eje transversal. Se creó para ello un grupo de trabajo multidisciplinar entre, por un lado, la Oficina de Vivienda y los Servicios de Salud Pública y de Convivencia, Diversidad y Ciclo de Vida de la DIBA, y, por otro lado, la Iniciativa en Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal.

Los criterios de salud derivados de las revisiones científicas se están introduciendo progresivamente en diversas políticas de rehabilitación de vivienda y en procesos de licitación de obra nueva

A través de este trabajo colaborativo, se han llevado a cabo revisiones de la literatura científica reciente sobre los vínculos entre la salud y un amplio mapa de determinantes y elementos de la vivienda; primero sobre aquellos relativos a la vivienda física (Fase 1, 2020) y después sobre aquellos elementos relativos al hogar, el entorno residencial y la comunidad (Fase 2, 2021). Los resultados de estas revisiones han sido recogidos en dos informes de acceso abierto. Al mismo tiempo, los criterios de salud derivados de estas revisiones se están introduciendo progresivamente en diversas políticas de rehabilitación de vivienda y en procesos de licitación de obra nueva.

Como evolución de esta línea de trabajo, centrada ahora en la escala de barrio, este mismo grupo multidisciplinar se encuentra inmerso en la recopilación y revisión de más de 70 herramientas aplicables a planes de transformación de barrios vulnerables. Esta revisión tiene como objetivo integrar la “perspectiva de salud” en el diseño y evaluación de planes de transformación de barrios, en el marco del Proyectos Barrios y Comunidades de la DIBA, y servir asimismo como guía/recurso útil para programas similares en el futuro. En 2023, se prevé la implementación de algunas de las herramientas revisadas a una selección de proyectos que están en marcha en distintos municipios de la provincia de Barcelona.