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Razón para el optimismo – a pesar de la realidad del 2021

07.12.2021
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Foto: OMS - En 2020 se estimaron 241 millones de casos de malaria en todo el mundo, según el Informe Mundial de la Malaria 2021

Los números importan. Los modelos iniciales elaborados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2020 indicaban que la pandemia de COVID-19 podría provocar un aumento dramático tanto de casos como de muertes por malaria como resultado de interrupciones en el tratamiento y la prevención de la enfermedad. En respuesta, el Programa Mundial de Malaria de la OMS lideró durante el año siguiente un esfuerzo coordinado para frenar la marea pandémica, reuniendo a los líderes mundiales para trabajar juntos, y analizando y gestionando los mayores riesgos en el suministro y la entrega de productos básicos contra la malaria. Como resultado, las "extrañas buenas noticias" del Informe Mundial de la Malaria 2021 reflejan un aumento de 14 millones de casos y 69.000 muertes por malaria en el último año. Aunque la situación es claramente peor que en 2019, y el impacto de la pandemia afectó a todos los aspectos de la lucha contra la malaria –desde la producción y el envío de suministros, hasta la dotación de personal sanitario y las actividades de sensibilización– las estimaciones de 241 millones de casos de malaria y 627.000 muertes en 2020 son una fracción de lo que podría haber ocurrido sin el intenso trabajo de muchos meses.

Las estimaciones de 241 millones de casos de malaria y 627.000 muertes en 2020 son una fracción de lo que podría haber ocurrido sin el intenso trabajo de muchos meses

La pandemia nos ha enseñado que el ecosistema de la lucha contra la malaria es a la vez frágil y robusto. Depende de que la prevención y el tratamiento lleguen a tiempo a los lugares más recónditos de África y más allá, tanto en las campañas coordinadas como en la atención sanitaria rutinaria, tan crítica para la salud y la supervivencia de los niños y niñas. Requiere el compromiso de las familias para buscar atención sanitaria, usar redes mosquiteras todas las noches o permitir que los fumigadores con trajes espaciales vacíen su casa para que las paredes puedan ser rociadas. También requiere que las comunidades de riesgo –tanto urbanas como rurales– tomen las medidas adecuadas para evitar que el mosquito ataque y para tratar a las personas más vulnerables cuando enferman. Su resiliencia ante el aumento anual de casos y de muertes en la población infantil, así como el compromiso del personal sanitario bajo el calor y las lluvias, ofreciendo prevención y tratamiento, son elementos críticos para el éxito a largo plazo.

 


En 2020, hubo 14 millones más de casos de malaria que en 2019. / OMS
 

Hay otros actores clave y de apoyo, por supuesto. Los y las líderes políticos, la financiación de los donantes, la sociedad civil, las organizaciones religiosas, los defensores locales... todos contribuyen al éxito del programa. Juntos, miramos el informe mundial para medir el impacto y planificar los próximos pasos en esta lucha por la supervivencia contra un enemigo común.

La escala es importante. Los programas piloto nos dan una idea de la seguridad, la capacidad de ejecución y el impacto potencial de una intervención cuando se lleva a mayor escala que la de los ensayos clínicos, pero el verdadero impacto surge cuando una intervención o estrategia se lleva a escala nacional y mundial. En el mundo de la malaria, las dos últimas décadas han demostrado que es posible lograr avances importantes con una combinación de "herramientas imperfectas, usadas imperfectamente" –citando a Tachi Yamada, un líder de la salud mundial que reconoció las características únicas de la malaria. Su constatación refleja el valor y el poder de las herramientas parcialmente eficaces. Hace veinte años, ninguna de las intervenciones contra la malaria de lo que ahora se considera el paquete "tradicional" (pruebas de diagnóstico rápido, antimaláricos eficaces, redes mosquiteras tratadas con insecticida y fumigación de insecticidas en los hogares) se utilizaba a escala y algunas no se habían introducido a pesar de evidencia científica sólida a su favor. El progreso se aceleró rápidamente gracias a las contribuciones de los donantes y la creación del Fondo Mundial.

En el mundo de la malaria, las dos últimas décadas han demostrado que es posible lograr avances importantes con una combinación de "herramientas imperfectas, usadas imperfectamente"

Tenemos que optimizar todavía más todo lo que hacemos contra la malaria. Se empieza por la familia, porque las niñas y los niños enfermos necesitan diagnóstico y tratamiento. Las comunidades tienen que luchar por acceder a él, y responsabilizar a sus dirigentes locales. A menudo, las soluciones pueden surgir de otros sectores, más allá de la salud. El diseño de casas saludables, la gestión del agua, las prácticas agrícolas inteligentes... cada uno de ellos requiere la concienciación de las implicaciones para el control de las enfermedades transmitidas por vectores. Los datos locales, procedentes de la investigación operativa planificada o de la evaluación de programas, pueden ayudar a optimizar la eficacia de la estrategia según el contexto local. Por último, los datos del sistema nacional de salud nos ayudan a comparar el progreso hacia objetivos ambiciosos.

 


La región africana de la OMS sigue siendo una de las zonas más afectadas por la malaria. / OMS
 

A largo plazo, las nuevas soluciones son importantes. Sin embargo, el éxito de la implementación puede ejercer presión selectiva tanto sobre el mosquito como sobre el parásito de la malaria, y ambos seguirán evolucionando. El Informe Mundial sobre la Malaria de 2017 documentó por primera vez que el progreso se había estancado. El mosquito está desarrollando resistencia a los insecticidas de uso común, y el parásito está desarrollando resistencia a los medicamentos antimaláricos. Aunque ambas eran resultado previsible de la presión biológica operando en estos organismos, esto significa que la carrera armamentista contra la malaria está en marcha.

El reciente apoyo de la OMS a la recomendación de introducir la nueva vacuna RTS,S, seguido de un importante compromiso de GAVI durante tres años, es un hito importante en la lucha contra la malaria

El reciente apoyo de la OMS a la recomendación de introducir la nueva vacuna RTS,S, seguido de un importante compromiso de la Alianza para la Vacunación (GAVI) durante tres años, es un hito importante en la lucha contra la malaria. De nuevo, una vacuna parcialmente eficaz, que lleva más de 30 años en preparación, puede tener un impacto medible en la salud infantil, especialmente en África. La pregunta ahora es cuánto tiempo se tardará en mejorar su eficacia, sobre todo con otros tipos de vacunas que podrían fabricarse más rápidamente o con menor coste. Existen otras vacunas candidatas contra la malaria en fases avanzadas, así como anticuerpos monoclonales cuyo desarrollo avanza rápidamente y que ofrecen opciones de inmunización pasiva. 

 

Para para alcanzar los objetivos de malaria, la inversión anual debe triplicarse. / OMS

 

Aunque la malaria ya no es la pandemia que fue, los casos y las muertes calculadas en el World Malaria Report (WMR) de este año son una razón de peso para impulsar la innovación y el impacto. Las lecciones de la COVID-19 son que, con financiación y sentido de urgencia, se puede avanzar rápidamente. Hasta ahora, la malaria no ha recibido suficiente de ambas cosas, y la financiación sostenida para la malaria sigue siendo un reto.

El optimismo es, en cierto modo, nuestra herramienta más valiosa. La certificación de la eliminación de la malaria en El Salvador y China este año demuestra el poder de los programas sostenidos, estratégicos y priorizados por sus países. Del mismo modo, se ha identificado a 25 países en vías de eliminación. El seguimiento de casos no solo sirve para los informes nacionales –los datos generados por programas modernos de vigilancia molecular han resultado fundamentales para avanzar en la erradicación de la poliomielitis, y pueden informar mejor a los programas de malaria sobre cómo utilizar los limitados recursos para lograr un mayor impacto. Trasladar este progreso a los países donde hay transmisión elevada y sostenida de malaria sigue siendo nuestro mayor reto. Mi optimismo se basa tanto en la capacidad de la ciencia de resolver algunos de los retos actuales, como en el compromiso de la comunidad de la salud global para apoyar a los líderes locales y conseguir un impacto.