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Crecer en un entorno verde podría podría mejorar tu salud mental años más tarde

12.6.2019

Foto: Leon Ali - Kardinge Recreation area (Países Bajos), lugar donde ha crecido la autora.

[Este artículo se ha publicado originalmente en inglés en Thrive Global]

 

¿Te has preguntado alguna vez de qué forma el entorno de tu infancia ha modelado tus creencias actuales y tus hábitos, y si ha afectado a tu salud? Crecí en una ciudad de cerca de 200.000 habitantes en el norte de los Países Bajos. Me siento muy afortunada de haber crecido en un entorno seguro: podía jugar en el exterior sin tener que preocuparme en exceso del tráfico, y pude ir a la escuela en bicicleta desde el primer día. Teníamos una casa con jardín, que en algunas épocas compartidos con dos gallinas (la “Groninger Meeuw Zilverpel Hen”).

Mis padres gozaban de una elevada consciencia medioambiental y no teníamos coche ni comíamos carne. Nos desplazábamos en bicicleta o en transporte público. Y de esto hace 30 años, cuando aún no estaba tan de moda preocuparse por este tipo de cosas. Es posible que fuera la única niña de mi clase que no tenía coche o que seguía una dieta vegetariana, y en aquellos momentos, para ser sincera, no comprendía por qué motivo teníamos que ser tan diferentes de todos los demás.

Es posible que fuera la única niña de mi clase que no tenía coche o que seguía una dieta vegetariana, y en aquellos momentos, para ser sincera, no comprendía por qué motivo teníamos que ser tan diferentes de todos los demás

A medida que me voy haciendo mayor, cada vez reflexiono más sobre la forma en la que mi infancia ha modelado mi forma de pensar actual, mis hábitos e incluso mi salud. Como investigadora, analizo los efectos del medio ambiente sobre la salud humana, y en nuestro último estudio nos centramos en evaluar si la exposición a la naturaleza durante la infancia se asociaba a beneficios sobre la salud en la edad adulta. La exposición a espacios naturales (p.ej. espacios verdes como jardines, bosques, parques urbanos, y espacios azules como canales, estanques, arroyos, ríos, lagos, playas, etc.) se ha asociado con distintos beneficios para la salud, incluyendo un mejor desarrollo cognitivo y mejor salud mental y física.

Foto: Leon Ali - Kardinge Recreation area (Países Bajos), lugar donde ha crecido la autora.

 

No se han llevado a cabo muchos más estudios sobre los beneficios a largo plazo de la exposición a la naturaleza durante la infancia, pero se trata de un tema importante dado que en la actualidad muchos niños y niñas viven en ciudades y disponen de una exposición limitada a la naturaleza. Además, para muchos niños y niñas, las actividades de interior y los estilos de vida sedentarios han aumentado con los años.

No se han llevado a cabo muchos estudios sobre los beneficios a largo plazo de la exposición a la naturaleza durante la infancia, pero se trata de un tema importante dado que en la actualidad muchos niños y niñas viven en ciudades

Este estudio, publicado en el International Journal of Environment Research and Public Health, se llevó a cabo en el marco del proyecto PHENOTYPE, con datos procedentes de casi 3.600 personas adultas de Barcelona (España), Doetinchem (Países Bajos), Kaunas (Lituania) y Stoke-on-Trent (Reino Unido). Preguntamos a los participantes acerca del tiempo que habían pasado en espacios naturales durante su infancia. También les hicimos preguntas sobre el uso actual de los espacios naturales residenciales, sobre la cantidad de tiempo que pasaban en ellos y sobre la satisfacción que éstos les aportaban, así como sobre la importancia que daban a dichos espacios. Mediante un test psicológico, se evaluó la salud mental de los participantes –en términos de nerviosismo y sentimientos depresivos a lo largo de las cuatro semanas anteriores a la realización del test– y su vitalidad (niveles de energía y de fatiga).

Foto: Leon Ali - Kardinge Recreation area (Países Bajos), lugar donde ha crecido la autora.

 

Observamos que las personas adultas con una menor exposición a los espacios naturales durante la infancia presentaban menores puntuaciones en los tests de salud mental en comparación con los adultos con mayores niveles de exposición. También pudimos observar que los participantes con una menor exposición a la naturaleza durante la infancia daban asimismo menor importancia a los entornos naturales. No detectamos ninguna conexión entre la exposición a la naturaleza y la vitalidad, ni tampoco se observó ninguna conexión entre la exposición a la naturaleza en la infancia y la utilización de espacios naturales (y el grado de satisfacción con ellos) en la edad adulta.

Observamos que las personas adultas con una menor exposición a los espacios naturales durante la infancia presentaban menores puntuaciones en los tests de salud mental en comparación con los adultos con mayores niveles de exposición

A partir de estudios previos sabemos que la presencia de naturaleza y el tiempo que los niños y las niñas permanecen en espacios naturales aportan beneficios para su desarrollo. Por ejemplo, la naturaleza aporta oportunidades que estimulan los descubrimientos, la creatividad, los comportamientos de toma de riesgos y los estados emocionales básicos (por ejemplo, la sorpresa), así como la recuperación psicológica y una mayor autoestima. También existen beneficios indirectos para el desarrollo infantil, incluyendo la mitigación de la contaminación atmosférica vinculada al tráfico, la reducción del ruido y el aumento de los niveles de actividad física. Creemos que a través de estos mecanismos la exposición a la naturaleza durante la infancia podría aportar beneficios que se prolonguen hasta la edad adulta.

Estos hallazgos muestran la importancia de la exposición infantil a los espacios naturales para el desarrollo de una actitud de aprecio hacia la naturaleza, y de un estado psicológico saludable en la vida adulta. Creo que es importante reconocer las implicaciones de crecer en ambientes donde las oportunidades de exponerse a la naturaleza sean limitadas. Las ciudades deben promover que los entornos naturales exteriores sean accesibles, atractivos y seguros para que los niños jueguen en ellos. Las actividades en la naturaleza podrían convertirse en un componente regular de la formación escolar, y añadir “verde” a los patios de las escuelas debería garantizar a los niños su dosis diaria de naturaleza, al tiempo que podría tener beneficios potenciales a largo plazo sobre la salud.

 

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