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Tras el confinamiento, ¿cómo iremos a trabajar: en coche o en bici?

14.5.2020
Photo by Dario Morandotti on Unsplash
Foto: Dario Morandotti (Unsplash)

Tarde o temprano volveremos al trabajo y, de la misma manera, tarde o temprano tendremos que tomar una decisión: ¿cómo nos desplazaremos? La respuesta a esta pregunta tiene implicaciones para la salud no solo a nivel individual, sino también a nivel comunitario. La seguridad es un factor a tener en cuenta, pero no es el único.

Durante el confinamiento, la reducción del tráfico motorizado ha provocado un gran descenso en la contaminación del aire y en los niveles de ruido de las ciudades, pero, lamentablemente también ha disminuido la actividad física y ha empeorado la salud mental de la población. Los niveles más bajos de contaminación del aire y ruido son bienvenidos por muchos ciudadanos. La actividad física es esencial para una buena salud mental y física.

En una ciudad como Barcelona, el coche ocupa el 60% del espacio público.

El transporte público era una opción de transporte importante antes de la pandemia de COVID-19, pero ha sufrido una pérdida de confianza debido al riesgo de transmisión de COVID-19 percibido por sus usuarios. Se deben tomar muchas medidas para recuperar la confianza, incluyendo la prevención de las aglomeraciones para no volver al transporte público de sardinas enlatadas. Caminar es una alternativa popular además de buena, pero, por lo general, suele ser válida solo para distancias cortas (hasta unos pocos kilómetros).

Teniendo en cuenta todo esto, el coche parece una buena opción para desplazare. Pero, ¿lo es realmente?

El automóvil cumple con la distancia física perfecta, brinda comodidad y suele ser el método de transporte más rápido para llegar a algún lugar, en parte debido a las grandes inversiones en las infraestructuras que necesita, como carreteras y aparcamientos. Sin embargo, también es costoso, acarrea una reducción de actividad física y requiere de mucho espacio público que se podría utilizar mejor. En una ciudad como Barcelona, el coche ocupa el 60% del espacio público.

La contaminación atmosférica por sí sola se cobra la vida de nueve millones de personas al año.

Además, si todos usásemos este vehículo, habría grandes problemas de congestión en muchos lugares. Por otro lado, el automóvil contribuye enormemente a la contaminación del aire, el ruido y las emisiones de carbono en las ciudades (y existen preocupaciones similares para las motos).

La contaminación atmosférica por sí sola se cobra la vida de nueve millones de personas al año y, tal como lo ha demostrado la actual pandemia de COVID-19, los niveles de contaminación del aire podrían reducirse significativamente. Un estudio reciente de evaluación del impacto en la salud en Barcelona descubrió que alrededor del 20% de la mortalidad prematura se debía a factores relacionados con una planificación urbana y de transporte subóptima. Las ciudades también son grandes emisoras de CO2, uno de los principales factores tras la crisis climática.

¿Son las bicicletas la solución?

Muchos de los viajes en coche son de menos de cinco kilómetros (hasta el 50%) y podrían reemplazarse fácilmente por otras formas de transporte más sostenibles y saludables, como la bici. Ir en bici aporta muchos beneficios, ya que aumenta la actividad física y reduce la mortalidad prematura, combina el transporte con el deporte (muchas personas no tienen tiempo para ir al gimnasio), no produce contaminación atmosférica ni acústica, emite cero CO2 (aunque sí a través de la fabricación y lo que come el ciclista), ocupa mucho menos espacio que el coche y, de acuerdo con estudios científicos, las personas que se desplazan en bici tienden a ser más felices que los usuarios de otros transportes.

Las ciudades necesitan crear urgentemente redes seguras de ciclismo en toda la ciudad, o liberar algunas calles por completo solo para andar en bicicleta y caminar.

Además, como muchas personas han aumentado de peso durante el confinamiento, la bicicleta supone una vía excelente de perder peso. Varios estudios han demostrado que los ciclistas pesan menos que los conductores de automóviles, y también que los conductores de automóviles que se pasan a la bici pierden peso.

Las bicicletas eléctricas se han vuelto más populares en los últimos años a medida que los precios han bajado. Estos vehículos permiten a las personas mayores hacer ciclismo y también son útiles para andar en bicicleta en áreas montañosas, ya que requieren menos esfuerzo. Y, aunque sean eléctricas, también permiten realizar actividad física. En Holanda y Bélgica, las bicicletas eléctricas se han vuelto populares para desplazamientos de larga distancia con distancias de hasta treinta kilómetros.

¿Y qué le hace a nuestra cartera conducir un coche o ir en bicicleta?

La pandemia de COVID-19 nos está golpeando económicamente. Los análisis de costo-beneficio muestran que los costes del ciclismo son en general mucho más bajos que el uso del automóvil. Por ejemplo, en Copenhague el costo de conducir un coche es más de seis veces mayor (0,50 € / km) que la bici (0,08 € / km).

La pandemia de la COVID-19 es una gran oportunidad para llevar a cabo cambios que nos lleven hacia ciudades más sostenibles, habitables y saludables.

¿Qué debemos hacer para que la gente vaya en bicicleta?

Lo que disuade a muchas personas de ir en bici es la seguridad. Las tasas de accidentes para ciclistas siguen siendo considerablemente más altas que para los automóviles (aunque las tasas de accidentes para las motos son peores). Por lo tanto, un requisito importante para las bicis es disponer de una infraestructura segura para el ciclismo, incluyendo carriles para bicicletas segregados. Las ciudades necesitan crear urgentemente redes seguras de ciclismo en toda la ciudad, o liberar algunas calles por completo solo para andar en bicicleta y caminar. Poner un carril bici segregado seguro en cada calle podría salvar 250 muertes prematuras anualmente en una ciudad como Barcelona. Además, reducir la velocidad del automóvil a un máximo de treinta kilómetros por hora ayudará a reducir los accidentes en las carreteras restantes.

Aprovechar una gran oportunidad

La pandemia de la COVID-19 es una gran oportunidad para llevar a cabo cambios que nos lleven hacia ciudades más sostenibles, habitables y saludables, pero necesitamos hacerlos rápidamente. La bicicleta es una alternativa sostenible y saludable para muchos viajes en coche, pero se necesitan con urgencia redes de ciclismo seguras no solo dentro de las ciudades, sino también entre ciudades, pueblos y aldeas para permitir una movilidad sostenible y saludable que tendrá beneficios a largo plazo.