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Lo que he aprendido sobre el sida como médico en Nigeria, mi país

14.12.2022
EC ECHOAnouk Delafortrie
Foto: Anouk Delafortrie / EC / ECHO

[Este texto ha sido escrito por Ebenezer Agbana, médico con seis años de experiencia en medicina general y en prevención y control de enfermedades infecciosas, especialmente en entornos de bajos recursos. Actualmente cursa el Máster en Investigación Clínica: Especialidad Salud Internacional de ISGlobal y la Universidad de Barcelona.]

 

Los sistemas sanitarios que gestionan casos de VIH en Nigeria no están exentos de retos. He trabajado como médico especialista en enfermedades infecciosas y estoy bastante familiarizado con ellos.

Nigeria es un país situado en África occidental con una población de unos 218 millones de habitantes. Está considerado el país más poblado de África. Es también el cuarto con mayor carga de sida del mundo. En 2021, 1,9 millones de nigerianos y nigerianas vivían con el VIH (una prevalencia del 1,4%). Las mujeres eran el grupo más afectado, con 1,1 millones de casos. Además, los niños y niñas de hasta 14 años seropositivos ascendían a 170 mil, según cifras de ONUSIDA de 2021. 

El país sufre una crisis de mano de obra entre los profesionales sanitarios. En los últimos años ha crecido inusitadamente la fuga de cerebros. La proporción de médicos por paciente es de 1:10.000, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que sea de 1:600. Esto ha provocado la falta de especialistas en varios niveles de la atención sanitaria. La mayoría de pacientes con VIH acuden al hospital con infecciones oportunistas e incluso fallos orgánicos múltiples (a menudo debidos a la ingesta de brebajes de hierbas) que, en la mayoría de los casos, requieren la intervención de un especialista; esta es una de las principales causas de mortalidad entre los pacientes con VIH.

Nigeria sufre una crisis de mano de obra entre los profesionales sanitarios; en los últimos años ha crecido inusitadamente la fuga de cerebros. La proporción de médicos por paciente es de 1:10.000, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 1:600

La confianza de la población en el sistema sanitario está en peligro. La mayoría de pacientes llega tarde al hospital, con complicaciones graves, porque ha acudido a curanderos tradicionales y líderes religiosos durante semanas e incluso a veces meses. Muchos de estos pacientes han recibido un tratamiento inadecuado y se les ha dado falsas esperanzas. Una de las razones de esta falta de confianza en el sistema sanitario está estrechamente relacionada con lo que mencionaba en el párrafo anterior: las largas horas de espera en el hospital debido a la escasez de personal. Los curanderos tradicionales son muy accesibles, y la mayoría de los líderes religiosos son personas influyentes en la sociedad que les convencen fácilmente de que no acudan a la terapia convencional.

La confianza de la población en el sistema sanitario se ha visto comprometida. La mayoría de los pacientes llegan tarde al hospital con complicaciones graves porque han acudido a curanderos tradicionales y líderes religiosos durante semanas e incluso a veces meses

Además, hay que tener en cuenta el gasto en transporte, las tasas de ingreso hospitalario y el coste de los análisis de sangre de referencia antes de iniciar la terapia antirretrovírica. A los pacientes que ya presentan la enfermedad avanzada o complicaciones siempre se les aconseja que permanezcan en el hospital para una exploración, una atención y un seguimiento adecuados, pero la mayoría de ellos rechazan la oferta debido a sus dificultades económicas. Esto conduce a unos resultados sanitarios deficientes y a muertes evitables. Un caso que me viene a la mente es el de una mujer de 65 años que acudió al servicio de urgencias a las 12 de la noche con dificultades respiratorias. Llevaba ocho años en tratamiento antirretrovírico y presentaba hinchazón evidente en la cara y las extremidades. Se hubiera beneficiado de un ingreso hospitalario, oxigenoterapia y más exploraciones y tratamiento. Pero como era viuda y estaba en paro, rechazó ingresar en el hospital. Esta mujer merecía dignidad, amor y cuidados.

La mayoría de pacientes que ya presentan la enfermedad avanzada o complicaciones rechazan el ingreso hospitalario debido a dificultades económicas

Hay una tendencia creciente a abandonar a las personas que viven con el VIH. Es frecuente que los pacientes ingresados en el hospital no reciban visitas de sus familiares. Algunos los acompañan hasta allí pero luego los "abandonan", por la estigmatización, la discriminación y, a veces, la falta de fondos. La mayoría de las muertes de pacientes no se deben al virus en sí, sino a problemas relacionados con la salud mental. Aunque el personal sanitario ha de proporcionar asesoramiento y apoyo, esto no debería sustituir la empatía de los amigos y seres queridos en momentos de desesperación.

Las estrategias deben desarrollarse en función de las peculiaridades culturales y epidemiológicas. No basta con adoptar programas y estrategias diseñados por organizaciones internacionales

Si Nigeria debe alcanzar el objetivo 95-95-95 para el 2030 (el 95% de las personas que viven con el VIH conocen su estado serológico, el 95% de las personas con infección por el VIH diagnosticada reciben terapia antirretrovírica (TAR) sostenida y el 95% de las personas que reciben TAR logran la supresión vírica), debe darse prioridad a la medicina basada en pruebas. Ha de evitarse el enfoque único. Las estrategias deben desarrollarse en función de las peculiaridades culturales y epidemiológicas. No basta con adoptar programas y estrategias diseñados por organizaciones internacionales. El gobierno nigeriano debe tener la curiosidad suficiente como para querer saber qué es lo que funciona para Nigeria, y realizar estudios locales y poner entonces medidas en práctica. Es la manera de generar nuevos conocimientos. Las personas que viven con el VIH no deben ser víctimas de la fragmentación en la prestación de la atención sanitaria. Las cuestiones planteadas aquí deben examinarse críticamente a la hora de diseñar las intervenciones.