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Todo lo que podemos hacer para cambiar un sistema migratorio roto

06.7.2022
migrants melilla
Foto: Canva

Dos semanas después de la tragedia, ni siquiera sabemos cuántas personas murieron aplastadas o apaleadas junto a la valla que separa las ciudades de Nador y Melilla. A ambos lados de la frontera, el asunto fue rápidamente enterrado por la cumbre de la OTAN y por una maraña de inferencias no probadas acerca del papel de las mafias y de la supuesta violencia de las víctimas. Pero en ciudades de toda España se ha clamado que “las vidas negras importan”, y que urge encontrar respuesta a las preguntas que todavía siguen abiertas, empezando por la identidad de los 23 fallecidos confirmados

La tragedia mayor de lo que ha ocurrido en Melilla es que no se trata de una excepción, sino de la regla, en un sistema concebido para detener los flujos migratorios a toda costa. El proyecto Missing Migrants –desarrollado por la Organización Internacional de Migraciones (OIM) con el apoyo de la cooperación internacional– eleva a 49.353 las desapariciones en las rutas migratorias desde que comenzaron a contabilizarlas en 2014. La mitad de ellas se han producido en el Mediterráneo. La retórica de las vías seguras y legales contrasta con la realidad de un modelo de puerta entrecerrada que convierte los visados de trabajo en una lotería y ha condenado a la irregularidad a medio millón de hombres, mujeres y niños residentes en nuestro país.

La retórica de las vías seguras y legales contrasta con la realidad de un modelo de puerta entrecerrada que convierte los visados de trabajo en una lotería y ha condenado a la irregularidad a medio millón de hombres, mujeres y niños residentes en nuestro país.

Lo que esto significa es que cualquier análisis de la gestión de nuestras fronteras debería empezar reconociendo que lo que tenemos no funciona. No hay nada “bien resuelto” en un modelo que multiplica los riesgos y jibariza las oportunidades asociadas al proceso migratorio. Además de denunciar los atropellos humanitarios y asegurar las líneas rojas del Estado de derecho, necesitamos con urgencia alternativas éticas, políticas e institucionales que nos permitan romper el círculo vicioso de libertades vulneradas y oportunidades desperdiciadas en el que nos hemos dejado atrapar. 

Todos tenemos un papel que jugar en este desafío que establece el rasero de la decencia y la inteligencia colectivas. ISGlobal no es una organización activista ni debe serlo, pero una de las formas más radicales de comprometerse en la transformación del modelo migratorio es poner el conocimiento científico y político al servicio de esas mejores ideas. Nuestro punto de partida es simple: el derecho fundamental a la salud está asociado a la condición de ser humano, y no al privilegio de un pasaporte. Cuando la persona se desplaza, ese derecho viaja con ella y debe ser garantizado en cada una de las etapas de su trayecto y con independencia de la condición administrativa que le acompañe. Más aún, consideramos que la equidad y la igualdad del acceso constituye una condición necesaria de los sistemas de salud eficaces e inteligentes, como hemos comprobado durante la pandemia.

El derecho fundamental a la salud está asociado a la condición de ser humano, y no al privilegio de un pasaporte.

El problema es que esta aspiración resulta más fácil de expresar que de llevar a término. Incluso en aquellos lugares en los que el acceso a los servicios de salud está garantizado por la ley, los obstáculos prácticos pueden ser insalvables. Y ahí es donde podemos ayudar. La Dra. Ana Requena lleva años trabajando para mejorar la información sanitaria de la población migrante, lo que permite ajustar los servicios de salud a las necesidades reales de la sociedad. Las políticas basadas en el conocimiento permiten salvar vidas y optimizar los recursos públicos, como han demostrado nuestros equipos de Chagas y salud internacional en su trabajo en Barcelona. En Marruecos, y a través del Observatorio de Salud Global del Mediterráneo, trabajamos con el Ministerio de Sanidad para identificar buenas prácticas y ayudar a las autoridades sanitarias a mejorar la cobertura sanitaria de la población en movimiento. 

Las políticas basadas en el conocimiento permiten salvar vidas y optimizar los recursos públicos.

En América Latina contribuimos a promover cambios en las políticas que afectan a la salud de los migrantes, coliderando –junto con Lancet Migration y la Organización Panamericana de la Salud– un grupo de trabajo que hará recomendaciones a la cumbre iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno que tendrá lugar en 2023.

En el futuro podremos hacer mucho más. El debate sobre la gestión de la movilidad humana es una de las encrucijadas éticas y políticas de nuestro tiempo, y nada sugiere que las cosas vayan a ser más sencillas en un futuro próximo. ISGlobal puede contribuir a fundamentar un enfoque cosmopolita que considera el acceso a la salud de los migrantes un derecho individual y una necesidad de las sociedades, no una mera concesión graciosa de los gobiernos que les acogen. Y estamos abiertos a enfangarnos en otros debates complejos que vinculan la salud global y las migraciones, como el desafío de la movilidad de personal sanitario, la mejora de los sistemas de información o la salud mental de estas poblaciones vulnerables. Por no hablar de la representación de las propias voces migrantes en los debates que les afectan. 

El camino científico, político y cívico por recorrer en cada una de estas áreas es inmenso. Ayudemos a convertir la tragedia de Melilla en una verdadera excepción.