Publicador de contenidos
javax.portlet.title.customblogportlet_WAR_customblogportlet (Blog Health is Global)

"Promoción de la salud, esperanza de vida, calidad de vida y salud planetaria". El discurso de Jordi Sunyer como doctor honoris causa

26.5.2023
Jordi Sunyer honoris causa group
Foto: UHasselt - Jordi Sunyer recibiendo el título de doctor honoris causa por la Universidad de Hasselt (Bélgica). En la foto, junto a Tim Nawrot y Bernard Vanheusden.

Este es el discurso que el investigador Jordi Sunyer pronunció durante su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Hasselt (Bélgica), el 25 de mayo de 2023.
 

Los científicos afirman haber identificado que el 55% de las causas de enfermedad y muerte son evitables. Si controlamos la hipertensión, la glucosa y el colesterol, comemos frutas y verduras, mantenemos una ingesta calórica equilibrada, no fumamos ni bebemos alcohol, vivimos en lugares con aire y agua limpios, y hacemos actividad física regularmente tenemos una vida más larga.

Todos estos determinantes son causados mayoritariamente por hábitos individuales y por el barrio o pueblo donde vivimos, más que por la genética.

Así, muy probablemente, si lleváramos a cabo intervenciones públicas equitativas dirigidas a modificar nuestros hábitos y entorno, podríamos continuar alargando la esperanza de vida. Este aumento empezó al inicio de la Revolución Industrial, básicamente debido al saneamiento y la mejor nutrición, así como al control de las enfermedades infecciosas; y, se ha mantenido durante los últimos 50 años con intervenciones como el control del tabaquismo o la promoción del transporte activo entre otras políticas.

El conjunto de evidencias disponibles establece claramente que la esperanza de vida y la calidad de vida serían mejores si tuviéramos un aire más limpio

El aumento de la esperanza de vida durante el siglo pasado solo se ha revertido en algunos casos excepcionales, como en el del aumento del consumo de alcohol al final de la Unión Soviética o la reciente epidemia de analgésicos opioides en los Estados Unidos. Además, el aumento de la esperanza de vida se ha frenado tan solo en circunstancias raras, como durante la pandemia de COVID-19 o los periodos de guerra.

Es decir, la extensión de la vida humana en todas las sociedades es indiscutible.

Aun así, este aumento de la esperanza de vida, ¿se ha traducido en alargar los años vividos con buena salud y calidad de vida? El grupo de personas expertas que evalúa la carga mundial de enfermedades dice que no cabe duda que es así, a pesar del aumento de enfermedades como los trastornos osteoarticulares o mentales. Por lo tanto, haciendo esfuerzos preventivos individuales y colectivos de promoción de la salud, podríamos vivir más años con buena salud y con buena calidad de vida.

Cuando mejora la calidad del aire

La mejora de la calidad del aire urbano es un claro ejemplo.

Hay numerosos estudios que demuestran que la contaminación del aire durante el embarazo reduce el crecimiento prenatal del feto, que es un predictor de un peor desarrollo durante la infancia y un mayor riesgo de enfermedades más tarde en la vida.

Efectivamente, mi grupo, por ejemplo, encontró que los niveles de contaminación del tráfico a las aulas y en los patios de la escuela de miles de escolares en Barcelona podrían afectar el crecimiento del cerebro. Aquellas chicas y chicos que iban a escuelas con mejor calidad del aire tenían un mejor desarrollo de su función cerebral y de la capacidad cognitiva.

En el mismo sentido, otra investigación realizada en Los Angeles por el ‘Children Health Study’ descubrió una mejora en los volúmenes de aire de los pulmones y una menor incidencia de asma y bronquitis, con cada nueva generación a partir de las intervenciones en el tráfico y la consiguiente disminución de la contaminación del aire. Estos mismos hechos se hicieron evidentes en Suiza por el estudio ‘Sapaldia’. Por lo tanto, una mejor calidad del aire comporta un mejor rendimiento respiratorio y mental y una mejor salud de los jóvenes.

La OMS declaró que la contaminación del aire era el principal peligro para la salud entre las amenazas ambientales, ya que causa millones de muertes cada año y la pérdida de millones de años de vida ajustados a la discapacidad

En el otro extremo de la vida, la contaminación del aire se ha relacionado con marcadores biológicos ligados a la demencia y el Alzheimer, lo cual refuerza la evidencia creciente de que el Alzheimer puede ser causado, entre otros, por los niveles de partículas en el aire.

Además de la morbilidad, un estudio clave de Pope y Dockery en las mayores áreas metropolitanas de los Estados Unidos, descubrió que con la mejora de la calidad del aire (gracias a las intervenciones en el tráfico y la industria), la esperanza de vida se había alargado más de medio año. Un cambio comparable a lo que se había ganado con los nuevos fármacos contra el cáncer durante el mismo periodo.

Este descubrimiento coincide con los del profesor Nawrot, que encontró que la mala calidad del aire estaba relacionada con el acortamiento de la longitud del telómero, que es un marcador del envejecimiento molecular y, por lo tanto, de la longevidad.

Como colofón, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la contaminación del aire era el principal peligro para la salud entre las amenazas ambientales, ya que causa millones de muertes cada año y la pérdida de millones de años de vida ajustados a la discapacidad.

Por lo tanto, el conjunto de evidencias disponibles establece claramente que la esperanza de vida y la calidad de vida serían mejores si tuviéramos un aire más limpio.

La salud humana solo puede seguir mejorando en un planeta sano

Hay, sin embargo, una paradoja que genera preocupación. La mejora acelerada de la esperanza de vida, en las últimas décadas, en todo el mundo y en todos los estratos sociales, ha coincidido en el tiempo con el deterioro acelerado de casi todos los parámetros ecológicos: la pérdida de la biodiversidad, la acidificación de los mares, el empobrecimiento del suelo, la desertificación, el aumento global de la temperatura, entre otros muchos.

Este contraste entre una mejora mundial de la salud humana y un deterioro de la salud de la Tierra es el que ha llevado a muchas personas expertas en salud pública a concluir que la mejora indiscutible de la salud humana, que ha tenido lugar a pesar de las desigualdades sociales, es consecuencia de la erosión de los sistemas naturales de la tierra. Y es una hipoteca para las próximas generaciones, que, por ejemplo, tendrán que hacer frente a nuestros residuos. Como el caso del CO₂, que permanece durante más de dos siglos en la atmósfera.

Todavía más, esta crisis ambiental está poniendo algunos de los sistemas fisicoquímicos del planeta más allá de sus capacidades regenerativas del aire, el agua, el suelo, hasta el nivel de cruzar el punto de no retorno.

O bien la salud humana va acompasada con la salud del planeta, o puede ser que los aumentos de la esperanza de vida y la calidad de vida ya hayan llegado al máximo y puedan retroceder

Geofísicos y biólogos nos recuerdan que atravesar este punto de inflexión de no retorno en términos de pérdida de biodiversidad o cambio climático puede desencadenar una cascada de cambios sistémicos que podrían llevar las condiciones de la vida a escenarios desconocidos, y esto pasaría en un periodo, un sentido y unas magnitudes difíciles de predecir.

De ahí que la salud humana esté profundamente interrelacionada con la salud del planeta. Que solo en un planeta sano la salud humana pueda seguir mejorando. De hecho, los beneficios de la restauración de la naturaleza para la salud ya están muy establecidos (más allá de los beneficios esperados sobre la salud mental).

Por lo tanto, o bien la salud humana va acompasada con la salud del planeta, o puede ser que los aumentos de la esperanza de vida y la calidad de vida ya hayan llegado al máximo y puedan retroceder.

Nuevas maneras de pensar, nuevos conocimientos, nueva gobernanza

Cómo se ha dicho, ya tenemos experiencias de reducción de la esperanza de vida en el pasado. Aun así, los retos que nos crea la crisis ambiental son más complejos y sistémicos que estos ejemplos locales, por la magnitud de la peligrosidad y por la brevedad de tiempo que tenemos para reaccionar. Estos nuevos retos requieren nuevas maneras de pensar, nuevos conocimientos y una nueva gobernanza.

Así, las acciones tendrían que conciliar la salud humana y la del planeta, como es el caso de la promoción del transporte activo, no solo porque mejora la salud humana aumentando la actividad física y reduciendo la emisión de partículas al aire, sino también para favorecer la salud del planeta mediante la reducción de gases de efecto invernadero.

En este sentido, una propuesta reciente de un conocido think tankafirma que los gobiernos tendrían que destinar el 10% del gasto sanitario a medidas preventivas y públicas, como por ejemplo aumentar los carriles bici y las estrategias contra la obesidad, la creación de zonas de no emisiones alrededor de las escuelas, o el aumento del verde en las ciudades, entre otras muchas intervenciones con múltiples beneficios que persiguen la descarbonización energética, un sistema alimentario sostenible o la regulación de los comunes ambientales.

Asumir que una minoría estará protegida por su riqueza y se podrá beneficiar de nuevos descubrimientos para alargar artificialmente la vida parece ingenuo ante esta perspectiva de un planeta enfermo del cual no hay escapatoria

Por lo tanto, negar esta vulnerabilidad sistémica y global y la emergencia ambiental actual a la hora de hacer políticas es una actitud de alto riesgo para las perspectivas de seguir mejorando nuestra salud para todo el mundo.

Asumir que una minoría estará protegida por su riqueza y se podrá beneficiar de nuevos descubrimientos para alargar artificialmente la vida parece ingenuo ante esta perspectiva de un planeta enfermo del cual no hay escapatoria. ¿Quién podría evitar la degeneración cerebral a causa de la mala calidad del aire a pesar de tener la píldora de la vida eterna?

En este contexto, pues, la reurbanización y renaturalización de nuestras ciudades para mejorar nuestra salud y la del planeta es una de las estrategias más eficientes y equitativas de que disponemos. Al menos, hasta que aparezca el milagro de un remedio para la vida eterna para toda la humanidad sin que afecte al planeta. Nada más y nada menos que un oxímoron.