Publicador de contenidos
javax.portlet.title.customblogportlet_WAR_customblogportlet (Blog Health is Global)

#Yomequedoencasa. Vivienda y salud en tiempos de pandemia

27.1.2021
Post Blog ISGlobal_Vivienda y Salud_Carlota Sáenz de Tejada
Foto: Carlota Sáenz de Tejada - Foto tomada por la autora en septiembre de 2020.

Este artículo se ha publicado originalmente en catalán en el boletín 'Espai Salut' de la Diputación de Barcelona

Existe una relación directa entre las condiciones de una vivienda y la salud de las personas que residen en ella. Esto está demostrado por un creciente volumen de evidencia científica en los últimos años y reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound). Y es que la vivienda afecta a nuestra salud en una miríada de formas, muchas de ellas relativamente menores, pero que en conjunto forman uno de los determinantes sociales clave sobre la salud.

La OMS estima que las condiciones inadecuadas de la vivienda causan más de 100.000 muertes y morbilidades significativas cada año en Europa. El 15% de la población europea vive en una vivienda con goteras en el techo, humedades en paredes, suelos o cimentación, o deterioro en carpinterías o elementos estructurales. El 20% dice no disponer de una vivienda que proteja del calor excesivo en verano y el 13%, de una vivienda que proporcione calor suficiente en inverno.

 

 

De hecho, lo habitual es que muchas viviendas conjuguen más de uno de estos factores con resultados nocivos para la salud, en ocasiones produciendo un efecto sinérgico que aumenta el riesgo total. Es el caso de la exposición combinada a humo de tabaco y radón sobre la incidencia del cáncer de pulmón, o de la exposición combinada a partículas PM10 en el aire y bajas temperaturas sobre la incidencia del infarto de miocardio. Un reciente estudio indica que cada característica inadecuada adicional en la vivienda se asocia a un peor estado de salud, mayor consumo de medicamentos y mayor riesgo de hospitalización.

La actual crisis por la pandemia de la COVID-19 ha demostrado en mayor medida, si cabe, la importancia de unas condiciones saludables de la vivienda y su entorno inmediato. Si ya pasábamos en torno al 70% de nuestro tiempo en el hogar, los recientes periodos de confinamiento a los que nos hemos visto abocados han hecho que ese porcentaje aumente a la práctica totalidad de nuestro tiempo diario. Además, más allá del contexto actual, a medio y largo plazo la previsión es que pasemos más tiempo en casa, pues a la implantación cada vez mayor del teletrabajo y la educación a distancia se unen grandes retos actuales como el envejecimiento poblacional o el cambio climático.

Aunque con distintos grados de rigidez, el confinamiento en la vivienda ha sido una de las estrategias más comunes implementadas a nivel mundial por gobiernos nacionales y regionales para frenar la propagación del virus. Esto ha puesto de manifiesto las deficiencias en gran parte del parque residencial existente, al tiempo que nos lleva a exigir mayor flexibilidad, polivalencia de espacios, o capacidad de aislamiento. España tiene la mayor proporción de pisos en su parque de viviendas de toda Europa. No sorprende, pues, que el principal problema en la vivienda española detectado en la encuesta europea sobre calidad de vida (EQLS) sea la falta de acceso a espacios abiertos o exteriores. Sin embargo, también encontramos en nuestro parque edificado problemas como escasez de metros cuadrados, falta de ventilación o luz natural, mala calidad del aire interior, o problemas de accesibilidad tanto en la vivienda como en las zonas comunes del edificio.

Condiciones inadecuadas de las viviendas han convertido el confinamiento en una experiencia especialmente difícil para aquellos grupos más desfavorecidos y vulnerables. Serán estos quienes, al pasar más tiempo en su vivienda, asuman también mayores riesgos para su salud

Condiciones inadecuadas de las viviendas han convertido el confinamiento en una experiencia especialmente difícil para aquellos grupos más desfavorecidos y vulnerables. Serán estos quienes, al pasar más tiempo en su vivienda, asuman también mayores riesgos para su salud. El hacinamiento asociado a la escasez de metros cuadrados y distribución inadecuada de la vivienda –condición que sufren especialmente los hogares monoparentales– impidió en muchos casos un distanciamiento social suficiente entre convivientes, y se convirtió durante el periodo de confinamiento en un problema de transmisión intrafamiliar. Del mismo modo, condiciones ambientales que mitigan la propagación del virus ­­–como la radiación solar directa, ventilación e higiene de espacios interiores, o los espacios abiertos exteriores­– no están al alcance de todos. Vemos, pues, que las condiciones y exposición a riesgos específicos de la vivienda sobre la salud no son solo prioridades en salud pública; también lo son de cara a la equidad en materia de salud y justicia ambiental, pues tienen un profundo impacto sobre la vida diaria de las personas.

Abordar la compleja relación entre vivienda y salud va más allá de la necesidad de aumentar la eficiencia energética de nuestro parque edificado ­­­–para lo que Europa planea invertir mayores esfuerzos a raíz de esta crisis–. Hacen falta también medidas de carácter multifacético que impliquen a los residentes, transmitiendo conocimientos e incentivando la rehabilitación y mejora de múltiples características y condiciones de la vivienda que pueden estar afectando a su salud física, mental y social. Y es que la evidencia científica reciente apunta hacia un concepto clave e imprescindible que ha de llegar a todos los agentes implicados: la vivienda influye en nuestra salud y, es especialmente importante destacar, las mejoras en la salud de la población puede que no sean posibles si no se solucionan, al mismo tiempo, las deficiencias en nuestras viviendas.

*La Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal trabaja desde mayo de 2020 en colaboración con la Diputació de Barcelona en una revisión de la evidencia científica sobre vivienda y salud, dentro del marco del proyecto “Entorn Urbà i Salut”.