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COVID-19 y cambio climático: un caso abierto con mucha zona gris

05.4.2021
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Foto: Habib Dadkhah / Unsplash

Lo leíamos hace poco en este mismo blog: "Tres de cada cuatro nuevas enfermedades recientemente descritas en humanos tienen un origen zoonótico". Y en los últimos años lo estamos aprendiendo a sangre y fuego: sida, gripe aviar, ébola o, cómo no, la propia COVID-19. Se trata en todos casos de enfermedades causadas por patógenos que inicialmente afectaban a otras especies y se las han ingeniado para saltar hasta los humanos y provocar epidemias. Ese salto —nunca mejor llamado 'mortal'— es fruto de un proceso que se conoce por rebosamiento zoonótico (o derrame zoonótico).

Transcurrido más de un año desde la declaración de la pandemia de COVID-19 —una posibilidad de la que la ciencia ya había advertido—, resulta inevitable no seguir los acontecimientos con la vista puesta en otra advertencia científica de la que sin duda depende nuestro futuro: el cambio climático. Ocurre, sin embargo, que el cambio climático ya hace tiempo que dejó de ser una simple predicción, por lo que además de prever sus posibles consecuencias futuras y preocuparnos de cómo mitigarlas, debemos identificar su influencia en el presente.

La revista Nature Medicine acaba de publicar un comentario en el que un equipo del programa de Clima y Salud de ISGlobal, en colaboración con una investigadora de la Universidad de Sao Paulo, apuntan en esa última línea: explorar los posibles vínculos entre la pandemia de COVID-19 y el cambio climático.

La revista 'Nature Medicine' acaba de publicar un comentario en el que un equipo del programa de Clima y Salud de ISGlobal, en colaboración con una investigadora de la Universidad de Sao Paulo, exploran los posibles vínculos entre la pandemia de COVID-19 y el cambio climático

“El cambio climático puede facilitar la propagación zoonótica y tener un efecto en las cadenas de transmisión. Estos efectos, junto con el comportamiento y la concienciación humanos, deben integrarse en los modelos de pronóstico de pandemias”, concluyen Xavier Rodó, Adrià San José, Karin Kirchgatter y Leonardo López.

Pese a que todavía no se ha podido establecer si el clima ha desempeñado un papel en la propagación del SARS-CoV-2, el equipo que firma el texto sostiene que el cambio climático podría favorecer el salto de patógenos a otras especies por vías directas e indirectas. Por la vía directa, el clima allanaría el camino para la supervivencia, el desarrollo y la propagación de los patógenos, algo que, sin embargo, consideran “improbable” que se produzca de forma masiva. Por la vía indirecta, escriben, “los efectos del clima son mucho más relevantes y complejos”.

Pese a que todavía no se ha podido establecer si el clima ha desempeñado un papel en la propagación del SARS-CoV-2, el equipo que firma el texto sostiene que el cambio climático podría favorecer el salto de patógenos a otras especies por vías directas e indirectas

“El cambio climático, sobreimpuesto a una dramática alteración antropogénica de los ecosistemas está conduciendo a una sustitución gradual de especies, encogiendo los ecosistemas y reduciendo la diversidad de especies y la biodiversidad es precisamente una barrera de protección frente a los saltos zoonóticos. Si la destruimos, estamos reduciendo también nuestras barreras de protección”, afirman. Se trata de una tendencia que puede dar lugar un mayor contacto entre personas y animales salvajes y favorecer las zoonosis.

Otro factor a considerar son los eventos extremos, como incendios forestales, sequías, inundaciones, hambrunas o migraciones, que pueden ejercer una presión añadida sobre los animales y propiciar su contacto con humanos.

Posibles efectos en las cadenas de transmisión

El equipo firmante del texto sostiene que el clima puede contribuir de forma “dramática” a la transmisión de enfermedades infecciosas entre humanos. “Mientras que la estabilidad climática parece apropiada para la diferenciación evolutiva de los patógenos, potenciando la transmisión continuada, los extremos climáticos pueden promover la selección de cepas a través de la exposición de nuevos nichos a colonizar”, escriben.

El equipo firmante del texto sostiene que el clima puede contribuir de forma “dramática” a la transmisión de enfermedades infecciosas entre humanos

Sin embargo, el análisis de los efectos del cambio climático en la actualidad arroja una fotografía heterogénea, en la que indicadores como la humedad absoluta, las precipitaciones o las temperaturas medias se ven afectados de manera diversa en función de la región del planeta.

Algo semejante ocurre cuando se analiza la distribución y la magnitud de los brotes zoonóticos ocurridos desde 1940, ya que los brotes con mayor incidencia se registraron en el África tropical y en el sudeste asiático y no se repartieron por igual en todas las regiones tropicales o con mayor biodiversidad.

“Existe también una distribución no-aleatoria del tipo de brotes si los ordenamos por latitudes y continentes, de modo que tampoco es cierto que allí donde tenemos más especies portadoras de estos virus (e.g. quirópteros) y una mayor alteración ecosistémica —como en el caso del Amazonas—, sea donde se detecten más saltos zoonóticos, por ejemplo de brotes de virus respiratorios”, indican. Si esto es fruto de una presión de selección que ha actuado desde hace muchos años o no, deberá ser investigado en el futuro.

 

Lo que sí que parece claro, afirman los autores, es que “los brotes de zoonosis respiratorias tienden a ocurrir con mucha mayor frecuencia, asociados al único foco de biodiversidad en mamíferos, etc. que no está en latitudes tropicales, sino en contacto con el área de clima subtropical y templado en el Hemisferio Norte”. La zona del sureste de la China, en donde presumiblemente se dan estos brotes en un número proporcional a la diversidad y abundancia de huéspedes zoonóticos, es la única región sometida a la estacionalidad del clima que marca los inviernos en el hemisferio norte. Por este motivo, los autores sostienen que este aspecto de las temperaturas y las humedades bajas en invierno es necesario para que los saltos zoonóticos prendan como brotes pandémicos respiratorios , como ha sucedido en el caso del SARS-CoV-2. “Es urgente, por lo tanto, monitorizar estas zonas y el clima con especial atención y establecer estudios preventivos y herramientas de control temprano”, señalan.

Cuestiones abiertas

Entre las numerosas cuestiones todavía abiertas figuran las causas de la propagación “limitada” de la COVID-19 en países tropicales, algo que para los autores del comentario podría ser indicativo de que una humedad relativa elevada dificultaría la transmisión del virus por aerosoles. En este sentido, consideran que se debería prestar especial atención a la transmisión a través de fómites y gotas en estos países.

Entre las numerosas cuestiones todavía abiertas figuran las causas de la propagación “limitada” de la COVID-19 en países tropicales, algo que para los autores del comentario podría ser indicativo de que una humedad relativa elevada dificultaría la transmisión del virus por aerosoles

Para añadir un grado más de complejidad, el equipo firmante del comentario menciona el caso de un modelo matemático en el que al introducir las variables de temperatura se logró predecir el pico registrado en Japón en el invierno de 2020-2021. Con las mismas medidas de confinamiento, perosin el efecto de las temperaturas frías, “ Japón no hubiese experimentado una tercera ola”, sostienen.

Comportamiento humano

Como se ve, se trata de una cuestión extraordinariamente compleja en la que la ciencia está todavía lejos de dar el caso por cerrado y en la que el comportamiento humano juega un rol fundamental. Comprender todos estos fenómenos e integrarlos en modelos predictivos que en el futuro permitan jugar con cierta ventaja es, para Rodó et al., “un desafío global” y también una “necesidad crítica”. Requisito para lograrlo es, desde su punto de vista, atajar “la división disciplinaria tradicional entre epidemiólogos y climatólogos”.

 

Referencia

Xavier Rodó, Adrià San José, Karin Kirchgatter and Leonardo López: Changing climate and the Covid-19 pandemics: more than just heads or tails. Nature Medicine. April 2021. https://doi.org/10.1038/s41591-021-01303-y.