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Propuestas participativas basadas en la comunidad y en la tecnología ante la violencia sexual

28.10.2014

Prácticamente 1 de cada 3 mujeres en todo el planeta sufrirá violencia física y/o sexualLa violencia sexual es un problema de salud de proporciones epidémicas que requiere la aplicación de medidas urgentes. Según los datos más recientes, prácticamente 1 de cada 3 mujeres en todo el planeta sufrirá violencia física y/o sexual, y como sabemos se trata de una cifra que puede incluso aumentar en países de renta baja o en situación de conflicto [1]. Una gran cantidad de problemas de salud -que pueden o no resultar mortales- están relacionados de forma directa con la violencia sexual; entre ellos se incluyen el aumento del riesgo de infección por VIH y otras ETS, lesiones, embarazo no deseado, aborto de riesgo y diversos trastornos de salud mental (TEPT, ansiedad, etc.) [2]. De hecho, las proporciones epidémicas alcanzadas por la violencia sexual la sitúan como una de las causas principales de pérdida de años de vida, o de años de vida ajustados por discapacidad (AVAD, comúnmente conocidos por sus siglas en inglés, DALY, disability adjusted life years) provocados por una enfermedad, que representan un total de 9.5 AVAD [3]. Estas cifras se sitúan por delante del cáncer y de las obstrucciones durante el parto, y casi al mismo nivel que la sepsis materna y las enfermedades cardiovasculares.     

Para responder de forma eficaz a la violencia sexual y reducir su carga a todos los niveles debe garantizarse un acceso rápido a servicios integrales. No obstante, incluso en lugares donde dichos servicios pueden ofrecerse aparecen muchos obstáculos para su aplicación efectiva. ¿Cómo podemos mejorar este aspecto y garantizar que las mujeres reciban la atención necesaria? En los estudios más recientes llevados a cabo en países de renta baja se ha demostrado que la implementación de respuestas participativas lideradas por la comunidad puede ser una ayuda eficaz para reducir muchas de las barreras de acceso a los servicios dedicados a la violencia sexual. La implementación de respuestas participativas lideradas por la comunidad puede ser una ayuda eficaz para reducir muchas de las barreras de acceso a los servicios dedicados a la violencia sexual.De este modo, se garantiza la aplicación eficaz de dichos servicios y se reduce la consiguiente carga sanitaria, con un impacto impresionante. Dicho impacto ha podido comprobarse en varios aspectos muy importantes, tales como la reducción en un 39% del riesgo relativo de violencia sexual en comparación con el año anterior y la respuesta positiva por parte de las usuarias del servicio, además de la disminución de los síntomas psicológicos en las supervivientes (en concreto los síntomas del TEPT, la depresión y la ansiedad). De modo similar, las intervenciones que han ofrecido respuestas integradas, por parte de varios agentes del mismo centro, a la violencia sexual han demostrado ofrecer una respuesta mucho mejor, especialmente en entornos con pocos recursos.

 

Quizá lo más esperanzador de alguno de estos estudios es el aumento del uso de la tecnología (teléfonos móviles, cartografía, etc.) en la respuesta a la violencia sexual, lo que ha conllevado un mejor impacto en la prestación de servicios. Tales plataformas han aportado mejoras en el apoyo y en el suministro de servicios, y desempeñarán un papel en el cambio de comportamiento en la búsqueda de servicios de salud. Aunque gran parte de este trabajo todavía se encuentra en sus etapas más iniciales, el papel de la tecnología despierta cada vez más interés, y con agentes como Microsoft y la ONU financiando la investigación parece que la tecnología desempeñará progresivamente un rol más instrumental en las respuestas ante la violencia sexual. 

Case Study: Innovative Community-Based Approaches to Addressing Access to Sexual Violence

 

 

 

 

Abby Radford es consultora y antropóloga. El estudio Innovative Community-Based Approaches to Addressing Access to Sexual Violence fue su proyecto final para el Máster en Salud Global ISGlobal-UB



[1] WHO: 2013. Global and regional estimates of violence against women: prevalence and health effects of intimate partner violence and non-partner sexual violence

[2] WHO: 2011. Understanding and addressing violence against women

[3] World Bank: 1993, cited in Heise et al., 1994