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COVID-19: Vivir una pandemia en Marruecos

15.4.2020

Rabat (Marruecos) durante el estado de emergencia sanitaria durante la COVID-19. Foto cedida por Jesús Churrete.

 

“Para ejército desarmado y heroico, silente y desbordado, el de las batas blancas; el único que ganará esta guerra"

David Fernàndez, periodista y activista social

 

Escribo estas líneas desde el sofá de mi casa en el centro de Rabat, capital de Marruecos, donde vivo desde hace casi tres años y desde donde estoy pasando esta experiencia llamada confinamiento. No creáis que el confinamiento en el otro lado del estrecho es mejor o más exótico, es simplemente esto: un confinamiento.

Si miro por la ventana veo algunos pocos coches que, con el debido salvoconducto pegado en el cristal delantero, son parados por los múltiples policías que controlan nuestros movimientos 24 horas al día. Sin esta autorización no podríamos ni bajar a comprar comida o medicamentos, que es a lo único a lo que nos autoriza este preciado documento.

Si miro por la ventana veo algunos pocos coches que, con el debido salvoconducto pegado en el cristal delantero, son parados por los múltiples policías que controlan nuestros movimientos 24 horas al día

También veo personas que se apresuran, cargadas con las bolsas de la compra, para llegar a casa antes de las 18 horas, momento en el que empieza el toque de queda y está totalmente prohibido salir a la calle.

Y sobretodo, sigo atenta los esfuerzos titánicos de la Direction d’Épidemiologie et Lutte contre les Maladies (DELM), uno de los socios clave de ISGlobal en Marruecos, y que está liderando la respuesta sanitaria para hacer frente a esta crisis. Escucho su comparecencia diaria durante la que reportan los nuevos casos positivos y otras informaciones relevantes, como los nuevos hospitales de campaña que se han levantado en algunas zonas del país, la producción local de mascarillas o la iniciativa de un grupo de ingenieros marroquís para la fabricación de un respirador artificial.

Marruecos informó del primer caso positivo de COVID-19 el día 2 de marzo –hace poco más de un mes, aunque en la vida confinada parece que haya pasado años–, y a partir de entonces han tomado las medidas a velocidad del rayo. A 15 de abril y según el Ministerio de Salud del país, se ha realizado el test a 8.404 personas, hay 1.988 casos positivos, 127 personas muertas y 218 recuperadas, que aparentemente no es un número demasiado alto si lo comparamos con las estratosféricas cifras de otros países.

Marruecos informó del primer caso positivo de COVID-19 el día 2 de marzo –hace poco más de un mes, aunque en la vida confinada parece que haya pasado años–, y a partir de entonces han tomado las medidas a velocidad del rayo

Evolución temporal de los casos confirmados de COVID-19. Fuente: Ministerio de Salud de Marruecos.

 

Igual que mi confinamiento no debe ser demasiado diferente al vuestro, tampoco las medidas que ha ido tomando Marruecos no son demasiado diferentes a las que se han tomado en otros países. Eso sí: se han ahorrado la fase previa de dudas e incertidumbres, y las han tomado muy pronto.

¿Responderá ello a esta cifra de positivos que no supone ni el 1% de la población?

Para ponerlo con cierta perspectiva, algunas de las medidas más destacadas y relevantes que se han tomado:

El día 13 de marzo anunciaron la suspensión de todas las conexiones marítimas y aéreas con España. Pocos días más tarde, el cierre de las fronteras terrestres con Ceuta y Melilla, y la cancelación paulatina de todos los vuelos a Europa, hasta cerrar definitivamente el espacio aéreo.

Y ya en esos días algunas de nosotras decidimos confinarnos.

La declaración del estado de emergencia sanitaria, algo parecido a vuestro estado de alarma, llegó el día 20 de marzo, incorporando una de las medidas estrella: el confinamiento obligatorio a partir de las 18 horas de ese mismo día. Para entonces, ni una mascarilla quedaba en las farmacias de mi barrio (y ahora es de uso obligatorio para salir a la calle), y las cajas de paracetamol las vendían únicamente de una en una.

La declaración del estado de emergencia sanitaria, algo parecido a vuestro estado de alarma, llegó el día 20 de marzo, incorporando una de las medidas estrella: el confinamiento obligatorio a partir de las 18 horas de ese mismo día

Lo más ambicioso durante los siguientes días fue conseguir la autorización de la que he hablado hace unas líneas, para la que tuve que ir a hacer cola a la المقاطعة (moqataʿa) y conseguir la firma del المقدم (moqadem).

Documento de salvoconducto para poder salir a la calle. 

 

En paralelo, el Estado ha adoptado diferentes medidas sociales y económicas para intentar paliar las dramáticas consecuencias de esta distopía en un país que, aunque se está consolidando como un claro líder en el continente africano, sigue siendo un país en el que cerca de nueve millones de personas se consideran pobres o amenazadas por la pobreza. También las asociaciones locales, entre ellas nuestros socios marroquíes de la sociedad civil, están movilizándose para apoyar a las poblaciones más vulnerables e intentar protegerlas, en la medida de lo posible.

El Estado ha adoptado diferentes medidas sociales y económicas para intentar paliar las dramáticas consecuencias de esta distopía en el que cerca de nueve millones de personas se consideran pobres o amenazadas por la pobreza

Los días pasan. Mis fracasados intentos de aprovechar estos días para aprender a cocinar ya son historia. Casi ni recuerdo a mi profesora de pilates y me he acostumbrado a hacer las clases de darija por skype. Como seguramente os pase a todas vosotras, hay días que me esfuerzo por recordar cómo era la vida exterior más allá de mi terraza.

Las emociones estos días son variadas e intensas.

La sensación de estar encerrada, y no lo digo por las paredes de mi casa, puede resultar angustiosa a ratos, sobre todo cuando la histeria colectiva hace que se contagien las dudas: ¿estamos seguras aquí? ¿Podrá el sistema de salud marroquí dar respuesta a todo esto?

Y la eterna respuesta: tot anirà bé.

 

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