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Querer es poder: un llamamiento a las Naciones Unidas para acelerar la erradicación del pian

04.8.2016

Tuve la oportunidad de hacer un llamamiento a los diferentes actores implicados en la erradicación del pian

El pasado 11 de julio, el documental Donde acaban los caminos, que narra la lucha contra la enfermedad de pian, fue presentado en la sede de las Naciones Unidas (Nueva York). Durante el debate posterior a la proyección, tuve la oportunidad de hacer un llamamiento a los diferentes actores implicados en la erradicación del pian. Me dirigí a gobiernos, organizaciones filantrópicas y compañías farmacéuticas para pedirles que proporcionaran pastillas de azitromicina de manera gratuita a poblaciones afectadas para que el mundo pueda por fin vencer el pian. Esto fue lo que les conté:

Una pastilla de azitromicina cuesta alrededor de 15 céntimos y la mayoría de los niños solo necesita una o dos para curarse

El documental Donde acaban los caminos refleja lo fácil que resulta la administración de azitromicina oral a niños con pian y sus beneficios para las poblaciones afectadas en Papúa Nueva Guinea y en el mundo. Una pastilla (500 mg) de azitromicina cuesta alrededor de 15 céntimos y la mayoría de los niños solo necesita una o dos para curarse; sin embargo, en la mayoría de zonas del mundo, no se puede disponer de ella fácilmente. Este caso destaca que, en 2016, la denominada «lotería del nacimiento» determina si una persona tendrá la oportunidad de vivir una vida plena y digna o en la extrema pobreza. La persistencia del pian y otras enfermedades que afectan a las poblaciones empobrecidas y para las que existe cura, es quizá el ejemplo más lamentable de esto.

Si el pian afectara a personas con poder adquisitivo, ya se habría erradicado

El pian es una enfermedad tropical desatendida (ETD) perteneciente al grupo de enfermedades incapacitantes con manifestación cutánea. El hecho de que los afectados no dispongan ni de los recursos para costearse el tratamiento ni de la capacidad para pedir a sus gobiernos que lo proporcionen, provoca que se les desatienda y se les excluya del sistema de I+D, muy controlado por la lógica de mercado. Si el pian afectara a personas con poder adquisitivo, ya se habría erradicado.

Los afectados por esta enfermedad presentan úlceras dolorosas que pueden deformar los huesos y derivar en discapacidades irreversibles. Los niños sufren úlceras recurrentes durante varios años y durante ese tiempo no van al colegio, no juegan con otros niños, no hacen las cosas que hacen los niños. No hablamos solo del coste humano, sino también de una enorme carga social y económica que puede determinar su futuro: estos niños pierden años de educación; por tanto, el pian puede limitar sus oportunidades de vencer la pobreza.

¿Podemos recurrir a la falta de recursos como excusa para permitir que continúe el sufrimiento de tantas personas?

Más allá de su gravedad, la persistencia del pian también resulta escandalosa: la enfermedad podría erradicarse con tan solo 300 millones de euros. La movilización de esta cantidad incluiría el pian en los libros de historia, donde aparecería como la segunda enfermedad erradicada del planeta, después de la viruela. El tratamiento con azitromicina es efectivo, fácil de distribuir y, sobre todo, muy barato. ¿Podemos recurrir a la falta de recursos como excusa para permitir que continúe el sufrimiento de tantas personas? La respuesta es un no rotundo. La cantidad necesaria para erradicar el pian (300 millones de euros) equivale a un 2,5% del gasto militar en mi país, España, que no está en guerra en la actualidad.

El foro que nos reúne esta semana en las Naciones Unidas pretende analizar los primeros pasos hacia la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se espera que los ODS supongan un marco para la responsabilidad de todas las partes interesadas, impulsando así la equidad y el desarrollo necesarios en todo el mundo. Los ODS no se lograrán sin abordar el pian y otras enfermedades olvidadas similares. Forma parte del mandato asumido por la ONU y los países miembros y debe ser más que una simple declaración de intenciones.

Existen enfermedades para las que todavía no hay cura; pero es inaceptable que no curemos las que sí la tienen.

  • Insto a los gobiernos de países endémicos a que atiendan las necesidades de sus poblaciones más vulnerables y se aseguren de que estas son un componente esencial de sus políticas y acciones.
  • Insto a los países donantes a que prioricen la lucha contra las ETD en los programas de ayuda para el desarrollo en el extranjero. 
  • Insto a las fundaciones e instituciones filantrópicas a que contribuyan a aliviar el dolor de los niños afectados, lo cual beneficiará el bienestar y desarrollo general.
  • Insto a la industria farmacéutica a que cumpla su parte de responsabilidad donando los medicamentos necesarios para abordar estas enfermedades, que representaría un mínimo porcentaje de sus ingresos.

Si alguien como yo y mi equipo en Lihir hemos hallado una solución fácil y barata para mejorar las vidas de los niños afectados por el pian, ¿cómo es que las grandes organizaciones internacionales y los diseñadores de políticas, incluida la ONU, no pueden encontrar los medios para impulsar su implementación?

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