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La brecha de género en las estrategias de salud: una asignatura pendiente

29.12.2025
Niu d
Foto: Niu d'imatges de la Joventut / Direcció General de Joventut de la Generalitat de Catalunya

Las mujeres siguen enfrentando más barreras para acceder a la atención sanitaria. Analizamos por qué la justicia de género es clave para la cobertura sanitaria universal.

 

[Este texto lo han escrito conjuntamente Lalama Jabby y Consuelo Bautista.]

 

Acceder a la atención sanitaria sin que ello suponga un empobrecimiento debería ser un derecho garantizado. Sin embargo, para millones de personas —y especialmente para mujeres y niñas— este derecho sigue estando lejos de cumplirse.

El 12 de diciembre se celebró el Día Internacional de la Cobertura Sanitaria Universal, un compromiso asumido por Naciones Unidas en 2012 para garantizar que todas las personas tengan acceso a servicios de salud esenciales y de calidad, sin sufrir por ello dificultades económicas.

Pese a los avances registrados entre 2000 y 2015, en los últimos años se ha producido un estancamiento preocupante. A nivel mundial, el número de personas que incurre en gastos “catastróficos” en salud no deja de aumentar. Se entiende por gastos catastróficos aquellos que superan el 10% del presupuesto total de un hogar. En 2021 estos gastos afectaron a cerca de 2.000 millones de personas. Detrás de estas cifras hay realidades cotidianas: familias que deben elegir entre pagar un tratamiento o el alquiler, jóvenes que interrumpen sus estudios para contribuir a la economía familiar, o personas que deben elegir entre comer o medicarse.

En este contexto, ISGlobal publicó en 2024 un policy brief en el que se analizan las principales iniciativas para alcanzar y consolidar la cobertura sanitaria universal en España, así como planteamos un compromiso para avanzar en este objetivo.

Mujeres, niñas y adolescentes, y otros grupos en situación de vulnerabilidad, enfrentan mayores obstáculos estructurales para acceder a servicios de salud básicos. Incorporar de manera efectiva la perspectiva de género en las estrategias de cobertura sanitaria universal es, por tanto, una condición indispensable para avanzar hacia sistemas de salud más equitativos y resilientes.

La desigualdad de la cobertura sanitaria tiene rostro de mujer

Incluso en contextos con cobertura sanitaria casi universal, la desigualdad de género sigue marcando el acceso, la calidad y los resultados en salud.

En la Unión Europea, el 41 % de las mujeres declara tener dificultades para hacer frente una intervención dental inesperada y el 39 % considera inasumibles los servicios de salud mental

En numerosos países de la Unión Europea, a pesar de contar con una cobertura poblacional casi universal para los servicios sanitarios esenciales, las mujeres reportan con mayor frecuencia necesidades sanitarias insatisfechas, ya sea por motivos económicos, por la distancia a los servicios o largas listas de espera. Asimismo, perciben una menor calidad en la atención recibida y enfrentan mayores obstáculos en los procesos de diagnóstico y tratamiento.

Estas desigualdades se amplifican en ámbitos marcados por el estigma, como la salud mental y la salud sexual y reproductiva. En esta línea, todavía existen áreas donde persiste una visión androcéntrica de la biomedicina, con diferencias en la presentación clínica de las enfermedades que se invisibilitzan, efectos de tratamientos insuficientemente estudiados en mujeres o una escasa inclusión de la diversidad de género en investigación en salud.  

Las necesidades sanitarias insatisfechas están estrechamente vinculadas a la inestabilidad económica. En la Unión Europea, el 41 % de las mujeres declara tener dificultades para hacer frente una intervención dental inesperada y el 39 % considera inasumibles los servicios de salud mental. Aunque la Unión Europea prohibió la diferenciación por sexo en el acceso a los seguros privados, todavía persisten exclusiones específicas que afectan de manera desproporcionada a las mujeres, como las restricciones durante el embarazo o la falta de cobertura de prestaciones relacionadas con la fertilidad en los seguros básicos.

Sin protección económica las desigualdades se multiplican

Sin protección económica, la cobertura sanitaria universal se convierte en una promesa frágil, especialmente para las mujeres.

Los determinantes sociales de la salud, como el nivel socioeconómico, se entrelazan con los roles de género y con factores culturales para generar redes inseparables de inequidad. Muchas mujeres compaginan empleos precarios con trabajo de cuidados no remunerado. Esto limita su autonomía económica y reduce su capacidad de acceso a servicios de salud.

Estas desigualdades tienen raíces estructurales e históricas: la posición tradicional de las mujeres como cuidadoras, trayectorias laborales más cortas y fragmentadas, y pensiones más bajas que dificultan aún más el acceso continuado a la atención

Las personas con ingresos bajos, residentes en zonas rurales y hogares en los que convive al menos una persona mayor se encuentran especialmente expuestos a barreras económicas y a una menor cobertura de servicios esenciales. Estas desigualdades tienen raíces estructurales e históricas: la posición tradicional de las mujeres como cuidadoras, trayectorias laborales más cortas y fragmentadas, y pensiones más bajas que dificultan aún más el acceso continuado a la atención.

La brecha de género en salud también es digital

El auge en el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en ámbitos profesionales sanitarios corre el riesgo de amplificar los sesgos de género ya existentes. La IA se alimenta de contenido ya publicado, el cual está sesgado por una visión históricamente androcéntrica y excluyente, que terminará perpetuando patrones de desigualdad y discriminación.

Uno de los principales retos actuales es impulsar el desarrollo de aplicaciones basadas en IA que integren, desde su concepción, una perspectiva de género e interseccional, contribuyendo así a reducir las barreras de acceso y a promover una mayor equidad en el uso de estas tecnologías.

La conclusión de todo ello es clara: para avanzar hacia la cobertura sanitaria universal es imprescindible integrar la justicia de género en el diseño, la implementación y la evaluación de las políticas públicas de salud. Sin esta mirada, la cobertura sanitaria universal seguirá siendo un objetivo parcial e incompleto.