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Planificación urbana, medio ambiente y salud

Movilidad y COVID-19: ¿Cómo debemos rediseñar el transporte para un nuevo futuro?

Serie COVID-19 y estrategia de respuesta #6

28.04.2020

Este documento forma parte de una serie de notas de debate que abordan preguntas fundamentales sobre la COVID-19 y las estrategias de respuesta. Los trabajos han sido elaborados sobre la base de la mejor información científica disponible y pueden ser actualizados a medida que esta evolucione. 

Escrito por Carolyn Daher, Manel Ferri, Guillem Vich, Maria Foraster, Sarah Koch, Glòria Carrasco, Sasha Khomenko, Sergio Baraibar, Laura Hidalgo y Mark Nieuwenhuijsen, en nombre de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal, el documento aborda cómo debería cambiar el modelo de movilidad urbana durante y después de la pandemia de COVID-19 para ejercer un impacto significativo sobre la salud.

El transporte activo y la provisión de suficiente espacio público para que la ciudadanía pueda moverse al tiempo que mantiene la distancia física deberían ser las principales prioridades. Un mejor uso de la tecnología para gestionar la movilidad y una comunicación clara acerca de las opciones disponibles en la red de transportes reducirán el miedo y fomentarán un uso racional del transporte. La elección del tipo de transporte debería basarse en el riesgo de transmisión, los impactos sanitarios y ambientales, y el acceso y uso del espacio. 

Visión general

La relación entre la salud y la movilidad presenta múltiples dimensiones. En particular en áreas urbanas, el tráfico motorizado provoca la mayor parte de la contaminación atmosférica y del ruido, que son las dos principales amenazas ambientales para la salud. 

La movilidad se ha visto alterada drásticamente por la crisis de la COVID-19. El confinamiento, el teletrabajo y las restricciones de movilidad han ejercido múltiples impactos, en algunas ocasiones paradójicos, en la movilidad diaria. El uso de la bicicleta y los desplazamientos a pie también han aumentado, en parte debido al bajo riesgo de transmisión, y las compras de proximidad han reducido la longitud de los trayectos. El uso del transporte público ha caído en picado como consecuencia del miedo a un elevado riesgo de transmisión. 

¿Cuáles son los principales impactos sobre la salud en términos de movilidad en relación a la COVID-19?  

Contaminación atmosférica

El tráfico motorizado en las ciudades es la principal fuente de contaminación atmosférica, en especial de material particulado de diámetro inferior o igual a 2,5 mm (PM2,5) y de dióxido de nitrógeno (NO2 ). A nivel mundial, el aire del exterior provoca más de cuatro millones de muertes al año. Se está empezando a detectar una relación entre la contaminación atmosférica y la enfermedad de la COVID-19. 

Ruido

La exposición regular al ruido ambiental contribuye a provocar estrés y molestias persistentes, trastornos del sueño y, a largo plazo, provoca enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares y la diabetes. El tráfico suele ser la principal causa de ruido en las ciudades españolas. El confinamiento por la COVID-19 ha conllevado enormes reducciones en los niveles de ruido en ciudades de todo el mundo.

Actividad física

La planificación urbana y del transporte influye en los niveles de actividad física de la ciudadanía. El sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad a nivel global, y está asociado a un 6% de las muertes a nivel mundial. Facilitar la actividad física es una necesidad de salud, incluso más urgente durante la pandemia, para minimizar los impactos negativos en nuestra salud.

¿Cómo puede la movilidad contribuir a la gestión de la COVID-19? 

Los planificadores urbanos y de movilidad deben proteger la salud pública facilitando una movilidad que permita a la ciudadanía satisfacer sus necesidades básicas de la forma más segura posible. Las ciudades pueden liderar el camino para el desarrollo y la evaluación de estrategias a través de políticas e intervenciones sociales, tácticas y tecnológicas

¿Cuáles son los requisitos para la movilidad durante el COVID-19 y más allá?

Redistribuir el espacio público para priorizar la movilidad activa. Deberíamos aprovechar el hecho de que, con las reducciones de entre el 60% y el 90% de los viajes motorizados, se haya liberado una gran parte del espacio público; aprovecharlo para priorizar la movilidad activa y dedicar amplios espacios al uso de la bicicleta y a los peatones. Esto permitiría incorporar de manera segura nuevos usuarios y posibilitar un incremento en la cantidad de viajes realizados por los usuarios actuales. Caminar o ir en bicicleta son las dos opciones de transporte más saludables, sostenibles y equitativas que cumplen con el requisito de garantizar el distanciamiento social

Para muchas personas, entre las que se incluyen los trabajadores esenciales, el transporte público es la única opción viable para la movilidad diaria. Sin embargo, son precisamente los beneficios que en condiciones normales ofrece el transporte público los que implican riesgos para la salud durante la pandemia. Los gobiernos locales y las autoridades de tráfico deben trabajar conjuntamente para proporcionar un nivel de servicio suficiente que al mismo tiempo permita mantener las condiciones de seguridad.

Fomentar un uso racional del vehículo privado, de los taxis y de los servicios de vehículos compartidos. Los taxis y los servicios de vehículos compartidos, como Uber y Cabify, ofrecen una opción más flexible a las personas que puedan requerir el uso del coche, en especial a los grupos de población más vulnerables como los ancianos. 

Utilizar la tecnología para gestionar y programar la movilidad. La tecnología es un activo fundamental para la gestión de la movilidad, y está infrautilizada. Las aplicaciones de dispositivos móviles pueden ayudar a la ciudadanía a encontrar rutas óptimas y sugerir alternativas para evitar la sobreocupación. 

¿Cuáles son las acciones inmediatas?

A corto plazo, deberían aplicarse medidas que amplíen el espacio destinado a los medios de transporte activo, en combinación con la gestión del espacio público, de forma que se garantice el distanciamiento y se luche contra la propagación de la COVID-19. Estas estrategias fomentan un estilo de vida más saludable, a la vez que reducen los impactos sobre la salud y el medio ambiente. A largo plazo, estos cambios pueden consolidarse. Las medidas mencionadas a continuación, aunque no son exhaustivas, se están implementando en diferentes ciudades a nivel mundial. 

Espacio público y transporte activo 

  • Fomentar el transporte activo como el principal medio de transporte en trayectos cortos 
  • Habilitar carriles para bicicletas y/o caminables 
  • Implementar la prioridad en los semáforos para bicicletas y peatones para evitar las aglomeraciones 
  • Eliminar semáforos a demanda para peatones 
  • Apoyar el comercio relacionado con las bicicletas y VMP
  • Acelerar las transformaciones urbanas que recuperen el espacio público, como las supermanzanas de Barcelona 

Transporte público: autobús, metro y tren 

  • Ampliar las frecuencias, sobre todo en horas punta 
  • Limpiar y desinfectar continuamente y distribuir mascarillas en las instalaciones 
  • Organizar el servicio de metro con cita previa para controlar los aforos 
  • Ofrecer servicios de gestión de la demanda a zonas de baja densidad con taxis compartidos y vinculados con operadores de transporte público 
  • Implementar la prioridad en los semáforos para autobuses y carriles segregados con el objetivo de aumentar la velocidad comercial y las frecuencias 
  • Subir y bajar del autobús, así como validar el billete, a través de puertas traseras 

Transporte privado 

  • Disminuir la velocidad de circulación en las calles 
  • Reducir el espacio de estacionamiento de automóviles y retirar las motos de las aceras 
  • Activar las zonas de bajas emisiones 
  • Vincular el transporte mediante taxis y vehículos de uso compartido con la gestión de transporte público