26 de abril: Veinticinco años de investigación en salud sobre Chernóbil, ¿qué hemos aprendido y hacia dónde vamos?
21.04.2011

Veinticinco años han pasado desde que las emisiones radiactivas del accidente nuclear de Chernóbil dieron lugar a la exposición de millones de personas en Europa. Los estudios de las poblaciones afectadas han proporcionado importantes datos nuevos sobre la relación entre la radiación y el cáncer -en particular del riesgo a tumores de tiroides por la exposición a isótopos de yodo- ya que son importantes no sólo para una mejor comprensión científica de los efectos de la radiación, sino también para la protección radiológica. Estos han sido revisados en un artículo publicado en la revista Clinical Oncology en un número especial dedicado al accidente de Chernobyl (Cardis E, M. Hatch El accidente de Chernobyl-Una perspectiva epidemiológica.Clin Oncol (R Coll Radiol). 2011 09 de marzo. [Publicación electrónica antes de de impresión)].
La Dra. Elisabeth Cardis, jefa del programa de investigación de radiación del CREAL (Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental) de Barcelona, afirma que "ahora tenemos bien documentado que los niños y adolescentes expuestos a radioyodos de Chernobyl padecen un considerable aumento del cáncer de tiroides relacionado con la dosis a las que están expuestos, con un riesgo mayor cuanto más joven es la persona afectada. Además, con el indicio de que la deficiencia de yodo estable puede aumentar el riesgo. Los datos sobre los riesgos de cáncer de tiroides para otros grupos de edad son algo menos definitivos. También, se han reportado aumentos en la incidencia y la mortalidad por cánceres que no son de tiroides así como de otras enfermedades”. La Dra Cardis añade que “aunque algunos estudios son difíciles de interpretar debido a las limitaciones metodológicas, investigaciones recientes sobre los trabajadores ("liquidadores") de Chernóbil han aportado evidencias sobre un mayor riesgo de leucemia, de otros cánceres hematológicos y de cataratas, así como indicios de un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, a raíz de las dosis bajas y bajas tasas de dosis de radiación”.
En total, se han diagnosticado más de 6.000 casos de cáncer de tiroides entre los expuestos al yodo -131 niños en los territorios más contaminados de Bielorrusia, Ucrania y Rusia-, una gran proporción de los cuales se cree que es debido a la radiación del accidente. Afortunadamente, el pronóstico de estos casos es bueno, y sólo 15 de estos casos se sabe que han muerto hasta ahora.
Aunque cualquiera de las predicciones sobre los efectos sen la salud del accidente son inciertas, es probable que decenas de miles de personas finalmente desarrollen cáncer en toda Europa debido al accidente de Chernóbil. La mayoría de éstos se producen en las zonas más contaminadas de la antigua URSS: mientras que este número es muy grande, es una proporción muy pequeña (0,01%) de todos los cánceres que se prevén en Europa durante el mismo período de tiempo y es poco probable que sean detectados en los estudios de incidencias de cáncer o mortalidad.
El CREAL participa en el Grupo Básico del proyecto de la "ARCH (Agenda for Research on Chernobyl Health): Agenda de la Investigación sobre la Salud de Chernóbil", que cuenta con el apoyo de la Comisión Europea. Este proyecto, llevado a cabo por un grupo internacional de expertos y asesores, ha desarrollado una Agenda Estratégica de Investigación esbozando un amplio plan para la investigación sobre los efectos en la salud de la radiación del accidente de Chernóbil. El Programa ha sido presentado a la UE y otras partes interesadas, a fin de asegurar el apoyo y la financiación a largo plazo para la organización así como la realización de estudios esenciales de las consecuencias del accidente. (Enlace a la nota de prensa del IARC sobre ARCH. http://www.iarc.fr/en/media-centre/pr/2011/pdfs/pr206_E.pdf)
Un mayor seguimiento de las poblaciones más expuestas, incluyendo el establecimiento y apoyo a largo plazo de los grupos de estudio, podría proporcionar información importante para la cuantificación de los riesgos de la radiación y la protección de las personas expuestas a dosis bajas de radiación en el futuro en el ambiente laboral, médico y medioambiental, y, en el caso de otros accidentes, como el que actualmente se está produciendo en la central nuclear de Fukushima Dai-Ichi en Japón.