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La desnutrición infantil: un desafío permanente

29.5.2015

La desnutrición infantil, responsable de un tercio de toda la mortalidad en menores de cinco años, sigue siendo un reto de salud pública prioritario. Una trampa que hipoteca el futuro de las nuevas generaciones, erosionando el crecimiento y desarrollo cognitivo en cientos de millones de niños al tiempo que impone costes económicos y sociales inaceptablemente altos. Los desnutridos de hoy serán los pobres de mañana, por lo que la inversión y mejora en la nutrición debe considerarse como un estímulo y prioridad en el proceso de desarrollo y una estrategia que conduce a la reducción de la pobreza.

Se calcula que los costos de la desnutrición y las carencias de micronutrientes representan entre el 2% y el 3% del PIB mundial, lo que equivale a 1,4 – 2,1 billones de dólares por año. Además, la desnutrición reduce el progreso económico de una nación en al menos un 8%, debido a las pérdidas directas de productividad, capacidad cognitiva y rendimiento escolar. No podemos permitir que esto siga igual, los países no podrán salir de la pobreza y mantener los avances económicos si no garantizan que sus poblaciones están adecuadamente alimentadas.

En mayo de 2012, el panel del Consenso de Copenhague que reúne a expertos internacionales, investigadores y premios Nobel, consideró que la lucha contra la desnutrición debe ser la máxima prioridad de gobiernos y donantes internacionales. Invertir un dólar en mejorar la nutrición infantil ofrece más beneficios que cualquier otra forma de inversión. La desnutrición infantil, hoy más que nunca, se puede prevenir y se puede tratar.

Asegurar una nutrición adecuada desde una edad temprana, es el primer requisito para la prosperidad de una sociedad. En los últimos años se observa un aumento de la movilización política y financiera a favor de la nutrición, promoviendo el compromiso de donantes, agencias y gobiernos para la puesta en escala de intervenciones orientadas a tratar y prevenir la desnutrición infantil. La nutrición se ha incorporado al discurso político, entendida como bien común y objetivo central del desarrollo y las estrategias económicas, la nutrición es hoy un componente básico de buen gobierno y responsabilidad social. La mayoría de los organismos de Naciones Unidas y un número creciente de donantes han modificado sus estrategias para enfrentar la desnutrición, focalizando sus esfuerzos en la ventana de oportunidad de los 1.000 días. Sin embargo, estos avances aún no se han transformado en una mejora sustancial de los resultados a nivel mundial. Las mejoras en la nutrición aún representan una inmensa agenda incompleta, es necesario hacer de la nutrición una prioridad global.

 

[Amador Gómez es colaborador del curso Nutrición y seguridad alimentaria desde una perspectiva de salud global.]