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Nuestros dioses nos han fallado: los efectos de las tradiciones, supersticiones y prácticas culturales en la salud africana

05.7.2019

Las prácticas culturales y las creencias tradicionales forman parte de la identidad africana. Muchas de dichas prácticas son transgeneracionales, preservadas por distintos motivos en las tribus africanas. Algunas de ellas son fundamentales para moldear la sociedad africana e inculcar las virtudes reales de África en sus hijos e hijas. Tales prácticas comprenden desde ritos de iniciación, festivales, ceremonias de imposición de nombre a niños y niñas y ceremonias matrimoniales hasta tomas de poder de los jefes de tribu y funerales. Nuestras distintas tradiciones y creencias supersticiosas son importantes para diferenciarnos de las personas de otras localizaciones geográficas. Al preservar y practicar dichas costumbres y ritos, garantizamos la continuidad y la protección de nuestra rica herencia cultural.

La llegada de la religión occidental ha desarrollado un papel fundamental en la abolición o la dilución de algunas de las prácticas más primitivas, pero en muchas partes del continente siguen existiendo prácticas atroces que representan graves peligros para la salud. Con el aumento del conocimiento científico y de la investigación, muchas sociedades están abandonando dichas costumbres, dado que, a través de la perspectiva educativa, se han dado cuenta de los efectos negativos de dichas prácticas. Los líderes tradicionales han quitado importancia a las repercusiones de algunas de estas creencias supersticiosas, y es necesario dedicar grandes esfuerzos a la lucha contra ellas.

La llegada de la religión occidental ha desarrollado un papel fundamental en la abolición o la dilución de algunas de las prácticas más primitivas, pero en muchas partes del continente siguen existiendo prácticas atroces que representan graves peligros para la salud

La mutilación genital femenina (MGF) es una práctica común en cerca de treinta países en África. Aunque se han llevado a cabo muchas campañas en contra de dicha práctica, sigue persistiendo. Las niñas que sufren esta mutilación se enfrentan un elevado riesgo de infecciones, alteraciones en la salud mental, complicaciones durante el parto y distintos grados de hemorragia. En algunas comunidades, la MGF es un requisito para el matrimonio, y dado que el matrimonio es un componente vital de la cultura africana, a estas niñas se las fuerza a pagar un precio terrible para alcanzarlo. Aún es más preocupante que algunos migrantes africanos lleven consigo dichas prácticas allá donde se establezcan, y se han notificado casos de MGF en algunos países europeos y en los Estados Unidos.

Cuando en una conversación aparece el tema de la brujería, suele ser rechazada al momento. Sin embargo, se ha culpado a la brujería y a otros espíritus considerados impuros de muchos de los problemas a los que se enfrenta África. Las supuestas brujas, por lo general mujeres, son internadas en campos y obligadas a ingerir brebajes preparados en condiciones antihigiénicas. Las internas de estos campos no reciben atención médica cuando están enfermas. En la mayoría de los casos, se las deja morir a propósito. En algunas zonas, a las mujeres ancianas acusadas de practicar la brujería se las interna a la fuerza en campos situados en granjas y en otros entornos menos tolerantes, donde son golpeadas hasta morir. Sin entrar en la existencia real de dichos espíritus, las consecuencias son funestas, y deben ser un foco de atención para quienes realizan campañas de salud.

La relevancia de los ritos funerarios en el continente africano se puso de manifiesto durante el brote de ébola. Estos ritos significan mucho para una gran cantidad de africanos, dado que son considerados como una forma de transición hacia el mundo espiritual. El contacto con cadáveres para bañarlos y vestirlos es habitual. Las viudas también sufren, dado que algunas de ellas son obligadas a compartir la cama con el difunto para demostrar su inocencia. En algunos casos, a las viudas se las obliga a mantener relaciones sexuales con los parientes de su marido, mientras que otras son expulsadas de sus casas.

La relevancia de los ritos funerarios en el continente africano se puso de manifiesto durante el brote de ébola. El contacto con cadáveres para bañarlos y vestirlos es habitual

Aunque puede parecer ridículo o extraño para una persona de una sociedad occidental, para muchos africanos el nacimiento por cesárea es un símbolo de debilidad; esto se añade a los insuficientes servicios en el área de la salud materna, por lo que las vidas de las futuras madres se han puesto en peligro durante años. No resulta difícil imaginar cuántas mujeres habrán perdido la vida como consecuencia de una creencia sin sentido. Algunos maridos han aprovechado esta creencia desinformada para eludir la responsabilidad de financiar el procedimiento. 

Los problemas relacionados con el nacimiento no acaban con este mito desinformado sobre la cesárea. En Mamfe Dove, una aldea de Ghana, no se permite a las mujeres embarazadas dar a luz a sus hijos en la aldea. De hecho, ninguna de las personas de la aldea ha nacido en ella, dado que creen que los dioses les castigarían si esto sucediera. Durante el parto, en algunas ocasiones las mujeres embarazadas deben realizar dolorosos viajes de once horas para dar a luz en aldeas cercanas, simplemente para garantizar el cumplimiento de esta tradición.

En otras partes del mundo, las personas albinas van a la escuela y mantienen relaciones sociales independientemente del color de su piel. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de los albinos en algunas zonas de África. Algunas personas sin escrúpulos creen que la sangre de los albinos trae fortuna económica. En un documental reciente filmado en una aldea de Tanzania, se descubrió que los sacerdotes locales estaban implicados en el sacrificio de albinos.

En otros casos, a las niñas que tienen su primera menstruación se las fuerza a mantener relaciones sexuales sin protección con un hombre denominado la “hiena”, como parte de sus ritos de iniciación a la pubertad. Los líderes de las aldeas de Malawi en las que se practica esta tradición no la consideran una forma de abuso, y la han descrito como curación sexual.

La jerarquía tradicional africana es compleja, e intentar cambiarla no solo es una tarea casi imposible, sino que podría resultar aún más perjudicial

La jerarquía tradicional africana es compleja, e intentar cambiarla no solo es una tarea casi imposible, sino que podría resultar aún más perjudicial. La difusión de la información educacional sobre tales prácticas debe dirigirse a los líderes tradicionales y comunitarios, para crear una fusión entre las creencias tradicionales y las basadas en datos objetivos. También es importante la presencia de personas locales con formación, que comprendan tanto las tradiciones como los beneficios de algunas prácticas occidentales, para que actúen de puente y faciliten el proceso educacional. Hasta entonces, ¡nuestros dioses nos han abandonado!