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Optimismo durante la pandemia: la alteración creativa del campo de la salud global

02.6.2020
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Si bien la salud mental es un pilar central del enfoque de las políticas de salud global, parece ser algo que no es fácil de mantener para la mayoría de las personas afectadas por la crisis de la COVID-19. Las personas han pasado años de su vida trabajando con pasión para alcanzar unas metas que ahora pueden parecer imposibles de cumplir. Dentro de la comunidad de salud global más amplia, estos "objetivos de vida" están representados con bastante precisión por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

¿Ha sido en vano el éxito de reducir la mortalidad mundial de enfermedades como el sida, la tuberculosis (TB), la malaria o las enfermedades infecciosas desatendidas? La Alianza Stop TB, por ejemplo, predijo 126,100 muertes más por tuberculosis por cada mes de confinamiento debido a las interrupciones implícitas del servicio. Francamente, es difícil estar optimista. Sin embargo, las personas optimistas se adaptan mejor que las pesimistas a situaciones estresantes y, además, el optimismo es una condición potencialmente modificable. O, como Winston Churchill lo expresó de una manera menos médica y más pragmática: "Soy optimista, no parece útil ser otra cosa".

Las peores crisis exigen las soluciones más innovadoras de la sociedad. Entre otros motivos, debido a los efectos económicos fundamentales de la crisis de COVID-19, la comunidad de salud global se enfrenta a una situación de destrucción creativa, tomando prestado el conceptro al economista Joseph Schumpeter y para representar el desmantelamiento de estructuras asentadas para dar paso a la innovación.

El concepto de intercambio de conocimiento se ha invertido. En los últimos meses, personas de diversos orígenes se han reunido virtualmente para encontrar soluciones desde abajo hacia arriba para este desafío de salud global, claramente ilustrado por miles de participantes en hackatones en todo el mundo, en países como Estonia, España, Namibia o la República Democrática de Congo.

El concepto de intercambio de conocimiento se ha invertido. En los últimos meses, personas de diversos orígenes se han reunido virtualmente para encontrar soluciones desde abajo hacia arriba para este desafío de salud global

"El nuevo trabajo", un término elegante para la necesidad actual de teletrabajar, también se ha afianzado en el sector de la salud pública. Los médicos participan en las sesiones on line de hubs tecnológicos para compartir ideas prácticas y, por lo tanto, proporcionar estímulos clave para la comunidad de innovación tecnológica. Plataformas como "El día después será .." reúne personas expertas y organizaciones de diferentes orígenes para debatir sobre cómo dar forma a nuestro futuro. Los espectadores también están invitados a participar.

La forma en la que las ciencias de la vida se enseña tradicionalmente en la educación secundaria y la universidad ha creado, durante siglos, una dicotomía algo incómoda entre creatividad y ciencia: "Soy una chica o chico bastante artístico/alocado; así que la investigación no es para mí". Por contra, es estupendo ver que la ciencia de la creatividad ha ganado más popularidad y probablemente ganará más interés y atención mientras la Inteligencia Artificial (IA) está en aumento. Esos dos aspectos parecen complementarse naturalmente entre sí.

Finlandia, conocida por uno de los mejores sistemas educativos del mundo, ha comenzado a enseñar al 1% de su población los conceptos básicos de Inteligencia Artificial: se promociona como la disciplina científica que cambiará nuestras vidas. Qué estrategia tan original para crear innovación en todos los sectores de la sociedad. En efecto, algunas de las personas que completaron el curso de IA ofrecido por la Universidad de Helsinki se convirtieron en entusiastas participantes de los hackatones.

Antes de la COVID-19, nunca habíamos visto esta cantidad de trabajo interdisciplinario entre personal médico, enfermero, científicos de datos, freelance creativos, antropólogos, educadores, activistas, entre otros, para identificar soluciones para un problema de salud pública. De hecho, incluso los influencers de Tik Tok, estimulados por esta nueva era de conectividad, contribuyeron a la educación sanitaria mundial.

Antes de la COVID-19, nunca habíamos visto esta cantidad de trabajo interdisciplinario entre personal médico, enfermero, científicos de datos, freelance creativos, antropólogos, educadores, activistas, entre otros, para identificar soluciones para un problema de salud pública

Entonces, ¿por qué se puede y se debe ser optimista?

  1. En gran medida, las redes, colaboraciones y plataformas ya establecidas perdurarán y crearán una nueva era de investigación colaborativa entre personas expertas en salud pública e innovación digital.
  2. Las nuevas herramientas de éxito desarrolladas durante la crisis de COVID-19 se pueden adaptar a otros desafíos de salud global y contribuir significativamente a abordarlos.
  3. Los avances potencialmente innovadores en IA permitirán a investigadores e innovadores tecnológicos centrarse en la parte creativa de su trabajo y, por lo tanto, encontrar soluciones de manera más eficiente para los problemas de salud global.

Un ejemplo cautivador es el estudio apoyado por el Hospital Clínic de Barcelona. El equipo multidisciplinar reunido por el investigador catalán Brian Subirana del departamento de Ingeniería Mecánica del M.I.T. está utilizando grabaciones de tos para desarrollar un algoritmo que funcione en IA para ayudar a detectar casos de COVID-19. Por ejemplo, uno podría especular de forma creativa que el concepto se podría aplicar potencialmente para diferenciar las causas de la ronquera de origen desconocido en personas adultas que representa el 1% de las visitas en atención primaria. O para mejorar la vigilancia de la EPOC. O para ayudar a detectar la tuberculosis y la neumonía por Pneumocystis carinii en entornos con recursos limitados.

El intercambio de conocimientos sobre IA con la comunidad médica es un ejemplo de por qué nunca se debe descartar el optimismo. Estudios basados ​​en IA sobre, por ejemplo, la malaria, el chagas o los helmintos transmitidos por el suelo ya estaban en marcha antes de la COVID-19 y los posibles avances ahora podrían materializarse, mientras que los talentos con diferentes orígenes trabajan en salud global.

El intercambio de conocimientos sobre inteligencia artifical con la comunidad médica es un ejemplo de por qué nunca se debe descartar el optimismo

La creatividad, un alto grado de pensamiento innovador y la inteligencia artificial son seguramente una gran caja de herramientas para abordar los principales problemas de salud global, pero solo cuando las preocupaciones sobre la privacidad de datos y la ética son tenidos en cuenta, algo que fácilmente se podría dejar de priorizar debido a las prisas actuales por la búsqueda de la innovación y los descubrimientos, y en momentos en que las realidades cambian a diario.

También es importante que los líderes comunitarios y los científicos sociales –por ejemplo, antropólogos digitales– participen en la discusión sobre cómo estructurar la nueva comunidad científica que no solo se enfrenta al reto de una gran diversidad de creencias y prácticas de bioética, sino que además puede tender a tomar importantes decisiones basadas en datos sin contextualización previa. Sin embargo, esto es fundamental para garantizar que los avances realizados conduzcan a la equidad en salud y sobre todo beneficien a las poblaciones que ya habían sido marginadas antes y que ahora son las más afectadas por la crisis.

Finalmente, la gran afluencia de talento creativo de todas las áreas a la salud global ha creado coaliciones completamente nuevas que están listas para asumir los ODS, a través de una interpretación completamente nueva de la ciencia colaborativa.

Esperemos y trabajemos por lo mejor. Paso a paso. Solo somos personas.