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Planificación urbana, medio ambiente y salud

La Zona de Bajas Emisiones (ZBE) es una medida necesaria para reducir la contaminación del aire y proteger nuestra salud

Posicionamiento de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal a raíz de la anulación de la ZBE de Barcelona por parte del TSJC

23.03.2022
Foto: Edu Bayer / Ayuntamiento de Barcelona

Ante la sentencia judicial reciente que anula la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Barcelona, ​​los profesionales científicos que integramos la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal queremos recordar por qué una ZBE es una medida necesaria para combatir la mala calidad del aire que sufre el Área Metropolitana de Barcelona y, además, es beneficiosa para luchar contra las desigualdades sociales.

La mala calidad del aire es un problema cronificado en nuestras ciudades y, de modo muy particular, en la ciudad de Barcelona. Los diversos estudios que hemos ido publicando desde hace más de una década nos han permitido estimar la magnitud del impacto de la contaminación atmosférica sobre la salud : en Barcelona se producen cada año más de 500 muertes prematuras, más de 2.000 casos de enfermedad severa y más de 1.000 casos de asma infantil. A diferencia de lo que ocurría décadas atrás, ahora sabemos que mejorar la calidad del aire aumenta la esperanza de vida, mejora el desarrollo de varios órganos del cuerpo en crecimiento, como el pulmón, y reduce la prevalencia de enfermedades cardiorrespiratorias, así como casos de ciertos tipos de cáncer. Y también sabemos que no existe un nivel de contaminación por debajo del que no se produzcan efectos en las personas. Por tanto, desde este punto de vista, no se trata de una simple mejora: se trata de una emergencia de salud humana.

En segundo lugar, existe evidencia de que las personas no somos la única especie animal afectada por la contaminación del aire exterior. Y, sobre todo, las ciencias de la tierra han demostrado que la contaminación atmosférica es uno de los sistemas físico-químicos del planeta que se están en riesgo de superar el dintel de emergencia, el punto de no retorno. Por tanto, combatir la mala calidad del aire es también unaemergencia de salud planetaria. Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) contribuyen al cambio climático, así como otros contaminantes emitidos por los vehículos a motor como las partículas de carbono negro, que también contribuyen al calentamiento global. Y, por desgracia, el transporte es el sector que más emisiones de CO2 genera en España.

¿Por qué las zonas de bajas emisiones (ZBE) son una buena estrategia para mejorar la calidad del aire?

Las ZBE son una medida común en Europa

La eficacia y efectividad de las ZBE se han probado desde hace más de diez años en numerosas ciudades, sobre todo en cuanto a la reducción de los niveles de NO2, que se origina principalmente por el tráfico motorizado, y es una medida común en las ciudades europeas. En el caso de la ZBE del Área Metropolitana de Barcelona, ​​su eficacia es todavía difícil de medir por el poco tiempo desde su implantación, los efectos de la pandemia y el retraso en la limitación a los vehículos de mercancías, que son los que contribuyen con mayor grado a la contaminación.

Algunos primeros indicios, como los cambios en el parque circulante (con menos emisiones) hacen pensar que la ZBE puede haber contribuido a la reducción de los niveles de contaminación atmosférica. En cualquier caso, cabe subrayar que la efectividad de esta medida depende del contexto local y de la forma en que se implemente.

Son necesarias las intervenciones comunitarias

La ZBE no debe verse como una medida única y rígida, sino como un marco que permite la inclusión de múltiples medidas que pueden adecuarse a los cambios en los conocimientos y las circunstancias. Así, en el caso de Londres, donde la ZBE se implantó en 2008, se han producido de forma continuada cambios en los grados de limitación y los correspondientes perímetros, incluyendo un gradiente de acción que va desde el peaje a las zonas de emisión cero como, por ejemplo, en torno a las escuelas.

La ZBE no genera desigualdades sociales

Las evidencias que nosotros y otros equipos de investigación hemos observado son que los beneficios de la mejora de la calidad del aire son universales, independientemente de la edad, clase social o estado de salud. Es cierto que ese beneficio puede ser mayor en los extremos de la vida, en la gente con peor estado de salud o en la población con mayores desventajas sociales, pero estas diferencias sugieren que aquellas personas que tienen mayor dificultad para adherirse a los cambios promovidos para la ZBE son también las que pueden sacar mayor beneficio.

De hecho, existen desigualdades socioeconómicas en cuanto a los niveles de exposición y las cargas de salud atribuibles. Un estudio publicado en 2021 mostró que, a pesar de no tener necesariamente una exposición mayor a la contaminación, en las zonas más desfavorecidas de Barcelona la mortalidad atribuible a las PM2,5 tendía a ser mayor (1,22 veces) en comparación con las zonas menos desfavorecidas. Esto sugiere que las subpoblaciones más desfavorecidas son las que más sufren la exposición a estos peligros medioambientales para la salud.

La relación entre los costes y los beneficios

Desde ISGlobal hemos producido varios análisis de coste-beneficio que indican que los beneficios de la mejora de la calidad del aire superan con mucho sus costes , tal y como ya indicaba el Banco Mundial en 2015, cuando calculó en trillones de dólares los costes directos de la contaminación del aire. Uno de estos estudios estimaba que cumplir con las recomendaciones internacionales de salud en cuanto a calidad del aire, actividad física, acceso a espacios verdes y temperatura permitiría ahorrar 9.300 millones de euros en la ciudad de Barcelona.

La ampliación de las infraestructuras para el transporte público y activo, que debe acompañar a la ZBE, tiene el potencial de obtener un triple beneficio en cuanto a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora de la salud a través de la disminución de la contaminación atmosférica y el aumento de la actividad física, y la asequibilidad del transporte. La propiedad de un coche privado es costosa y supone una parte importante de los ingresos de los hogares con bajos recursos. Tanto automovilistas como responsables políticos y de planificación suelen subestimar los verdaderos costes de la propiedad del coche, tanto por sus propietarios como por la sociedad.

Una batería de medidas

Si algo hemos aprendido con nuestro trabajo científico es que no existe una solución única en el problema de la contaminación del aire. Más allá de los cambios en los hábitos de la ciudadanía, son necesarias también múltiples medidas a escala urbanística y políticas de movilidad, incluyendo la promoción del transporte público a escala supramunicipal.

Los cambios necesarios para reducir los niveles de contaminación son de gran alcance y disruptivos con el actual modelo. Aunque las administraciones deben intentar facilitar al máximo la adaptación al nuevo modelo, será necesario modificar la movilidad si realmente queremos alcanzar el objetivo de un aire más limpio, y estos cambios requerirán de adaptación, pero sabemos que las medidas más ambiciosas también son las que presentan resultados más claros.

Por todo ello, reiteramos que la mejora de la calidad del aire es una de las mejores estrategias de las que disponemos para proteger la salud humana y la del planeta. Consideramos que la ZBE es una herramienta útil y necesaria para estos propósitos.

 

Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal

Jordi Sunyer, Xavier Basagaña, Cathryn Tonne, Mark Nieuwenhuijsen, Mireia Gascon, Natalie Mueller, Ioar Rivas, Manolis Kogevinas, Carolyn Daher, Ariadna Curto, Silvia Borràs, Mònica Ubalde y Matilda van den Bosch.