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Mark Nieuwenhuijsen: "Es mejor tener un pequeño espacio verde cerca de casa que un gran parque más alejado"

29.9.2022
Blog Retrato Mark Nieuwenhuijsen.jpg
Foto: Phillip Jeria Reyes / @phillipfleur - Retrato ilustrado de Mark Nieuwenhuijsen, director de la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud de ISGlobal

[Esta entrevista apareció en Civitas Barcino, una revista creada por Josep Oliver, licenciado en Periodismo y Relaciones Internacionales.]
 

Mark J. Nieuwenhuijsen es un profesor de investigación neerlandés especializado en la vida urbana sostenible. En el Instituto de Salud Global de Barcelona, dirige la Iniciativa de Planificación Urbana, Medio Ambiente y Salud y el programa de Contaminación Atmosférica y Entorno Urbano. Es un experto reconocido a nivel mundial en epidemiología ambiental y evaluación de exposiciones ambientales y su riesgo/impacto sobre la salud de las personas. En 2018 recibió el prestigioso galardón ISEE John Goldsmith por sus destacadas contribuciones en el estudio de la epidemiología ambiental. Tanto en 2018 como en 2019, se situó entre el 1% de autores científicos más citados del mundo.

 

¿Qué es una ciudad sostenible?

Una ciudad que aún estará aquí tras 50, 100, 200 años. Una ciudad que se enfrenta a la crisis climática pero también a cuestiones sociales como la habitabilidad, la salud y la vivienda.

Más del 50% de la población mundial —y más del 70% en Europa— vive en ciudades, de modo que cuando hablamos de salud hablamos de salud urbana.

¿Cuáles son los principales retos en materia de salud urbana?

Las ciudades de hoy están muy dominadas por el vehículo privado, lo cual conlleva niveles más altos de contaminación atmosférica y acústica, el efecto “isla de calor”, la falta de espacios verdes y la carencia de actividad física porque la gente no puede desplazarse fácilmente ni a pie ni en bicicleta. Todo esto aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y respiratorias, empeora la salud mental, tiene efectos sobre el cerebro y el desarrollo del feto, y aumenta la mortalidad prematura.

Usted dirigió un estudio que identifica una correlación entre la falta de espacios verdes y el aumento de la mortalidad.

Empezamos a investigar hace 10 años los beneficios de los espacios verdes para la salud de las personas. Hemos evidenciado que las personas que viven en zonas más verdes tienen una mortalidad prematura más baja que las personas que viven en zonas menos verdes. También hemos resumido estudios de todo el mundo y hemos visto que esta relación es evidente. Recientemente, realizamos un estudio de ciudades de Europa dónde vimos que podríamos prevenir 40.000 muertes prematuras el año si hiciéramos nuestras ciudades más verdes.

Podríamos prevenir 40.000 muertes prematuras el año si hiciéramos nuestras ciudades más verdes.

¿Cómo quedó Barcelona en este estudio?

Uno de los principales problemas de Barcelona es que es una ciudad muy compacta, lo cual también también es genial. Sin embargo, hay demasiado espacio para los coches y poco espacio verde. Aunque solo uno de cada cuatro desplazamientos se hace en coche, este sigue ocupando la mayor parte del espacio, y por ello hay tanto cemento y asfalto en la ciudad. Deberíamos tener más parques como la plaza de las Glorias Catalanas, pero también quitar asfalto de las calles y poner más árboles para aumentar los espacios verdes en nuestra vida cotidiana. El problema es que en muchas ciudades históricas europeas hay muy poco espacio, de modo que para poder tener suficientes zonas verdes hay que sustituir parte de la infraestructura dedicada a los coches por naturaleza. En ciudades dispersas cómo Atlanta, hay muchos espacios verdes, pero la gente tiene que recorrer distancias muy largas cuando va del trabajo a casa, que no es lo ideal.

¿Solo con grandes parques podemos disfrutar de los beneficios de la naturaleza?

La mayoría de los beneficios podemos obtenerlos con solo unos cuántos árboles delante de casa que nos brinden un poco de verde. Estaría bien disponer de grandes parques para pasear, pero en la mayoría de los casos no hay espacio suficiente. Es mejor tener un pequeño espacio verde cerca de casa que un gran parque más alejado que la gente no puede visitar tan a menudo. Me gusta la regla del 3-30-300: cualquier persona tendría que poder ver al menos tres árboles desde su ventana, un barrio debería tener un 30% de espacio verde y tendría que haber un pequeño parque a 300 metros de la residencia.

Foto: Phillip Jeria Reyes / @phillipfleur

 

¿Cómo lo hacemos para que la gente entienda la importancia de avanzar hacia ciudades más sostenibles?

A menudo vemos las ciudades sostenibles como herramientas para reducir nuestro uso de combustibles fósiles y luchar contra la crisis climática, pero quizás es mejor centrarse en los beneficios para la salud porque son mucho más próximos a las personas. Si hablas con la gente sobre el CO₂, dicen "¿Y qué es el CO₂?", pero si les dices que reducir la contaminación atmosférica evitará que sus hijos tengan asma, es más probable que hagan cambios.

Cualquier persona tendría que poder ver al menos tres árboles desde su ventana, un barrio debería tener un 30% de espacio verde y tendría que haber un pequeño parque a 300 metros de la residencia.

¿Qué frena la posibilidad de un cambio?

Las personas tienen miedo del cambio. Barcelona está muy dominada por los coches, la gente ya está acostumbrada, y hay mucha resistencia a incluir nuevos modelos como las supermanzanas, algo que también pasa en muchas otras ciudades. Hemos tenido malos modelos urbanísticos y económicos. Hoy por hoy, el coche se promociona porque supuestamente es bueno para la economía pero los modelos en que se basa ya están desfasados. Además, hace falta mucho dinero para hacer los cambios que necesitamos. Creo que es muy importante tener líderes políticos, como Ada Colau y Janet Sanz, que tengan la visión de una ciudad mejor, más verde y con menos coches.

¿En un mundo cada vez más urbano, damos suficiente importancia a la salud urbana?

Más del 50% de la población mundial —y más del 70% en Europa— vive en ciudades, de modo que cuando hablamos de salud hablamos de salud urbana. Las ciudades son como imanes que atraen a la gente y hay grandes beneficios por el hecho de vivir en ellas, pero deberíamos reducir la carga sanitaria de las prácticas urbanas actuales. No somos lo bastante conscientes de los impactos sobre la salud derivados de los factores económicos que mueven el desarrollo actual de la ciudad.

Aunque solo uno de cada cuatro desplazamientos se hace en coche, este sigue ocupando la mayor parte del espacio.

¿Vamos por buen camino?

En Europa, sí; hay un impulso para mejorar nuestras ciudades, pero no estoy tan seguro de que sea así a nivel mundial. Muchas ciudades de Asia o de África están creciendo sin planificación alguna, convirtiéndose en pesadillas motorizadas.

¿Habría que planificar las ciudades teniendo en cuenta los derechos humanos?

Tenemos derecho al aire limpio, a vivir sin demasiado ruido, a poder movernos libremente. En su mayoría, son derechos humanos y considero que tendríamos que ser capaces de cumplirlos.

Vista aérea de la Rambla de Barcelona y la sierra de Collserola al fondo
Foto: Canva

¿La gente corriente puede ayudar?

¡Por supuesto! ¡Son las personas quienes impulsan el cambio! La ciudadanía puede tener un impacto enorme cuando se organiza y conciencia a los demás; cuando habla con sus políticos locales; cuando vota.

¿Qué hemos aprendido de la pandemia?

Que hay una necesidad real de más espacio público para pasear, disfrutar de la naturaleza y aliviar el estrés. Nos hemos dado cuenta de que falta espacio para que la gente camine o vaya en bicicleta, porque este espacio lo ocupan los coches. Por consiguiente, muchas ciudades han abierto carriles bici y, de hecho, se están utilizando. Si los construyes —y los haces seguros—, la gente los usará.

¡Son las personas quienes impulsan el cambio! La ciudadanía puede tener un impacto enorme cuando se organiza y conciencia a los demás.

¿Cree que las ciudades muestran más ambición que los gobiernos nacionales en sus objetivos climáticos?

Los gobiernos nacionales a menudo están algo paralizados porque tienen que hacer frente a un enjambre de intereses muy variados, como los de ámbito nacional, los de la Unión Europea (UE), etc. También intervienen los lobbies del automóvil y el petróleo, que son muy potentes, y pueden influir en la toma de decisiones. Las ciudades son mucho más flexibles y por ello, en los últimos años, hemos visto más progresos en las ciudades, que en gobiernos o administraciones de la UE. En las urbes, los políticos locales están mucho más cerca de la gente y, por lo tanto, se avanza más deprisa hacia donde quiere llegar la ciudadanía. En todo el mundo, las ciudades se están organizando y las redes de ciudades como Mayors for Climate (Alcaldes por el clima) o lo C40 están adquiriendo impulso.