Publicador de contenidos
javax.portlet.title.customblogportlet_WAR_customblogportlet (Blog Health is Global)

La vivienda protege y cuida de las personas que viven con VIH/sida

30.11.2021
matt-artz-vivienda.jpg
Foto: Matt Artz / Unsplash

Este 1 de diciembre conmemoramos el Día Mundial del Sida bajo el lema Poner fin a las desigualdades. Poner fin al sida. Poner fin a las pandemias. A pesar de disponer de medidas preventivas y de tratamiento cuya efectividad frente al VIH ha sido ampliamente demostrada, el mundo aún está lejos de alcanzar el objetivo marcado por ONUSIDA de acabar con el sida para el año 2030. El principal obstáculo lo constituyen las grandes desigualdades, tanto económicas, sociales, culturales como legales, que impiden que los medicamentos, la información y las herramientas de prevención lleguen a las personas que más lo necesitan. No conseguiremos poner fin a la epidemia del VIH si seguimos excluyendo a poblaciones marginadas, entre las que se encuentran las personas que sufren exclusión residencial.

No conseguiremos poner fin a la epidemia del VIH si seguimos excluyendo a poblaciones marginadas, entre las que se encuentran las personas que sufren exclusión residencial

La vivienda es un derecho fundamental, así como el derecho a una vivienda digna. Sin embargo, tras la crisis económica del 2008, la exclusión residencial —concepto utilizado para clasificar situaciones y no personas, y que incluye las categorías de falta de techo, cohabitación en entidades sociales y vivienda insegura o inadecuada— está aumentando de manera alarmante en toda Europa: más de 91 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social y 700.000 duermen a la intemperie cada noche. En España se estima que hay al menos 33.000 personas que sufren exclusión residencial y la previsión es que los datos vayan en aumento. En Barcelona, actualmente hay como mínimo 4.845 personas bajo esta situación, con un aumento superior al 100% respecto al 2008.

Las personas que sufren exclusión residencial tienen un difícil acceso al sistema sanitario: el 24% de las personas con nacionalidad española y hasta el 76% de otras nacionalidades no tienen tarjeta sanitaria, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Existen medidas específicas, tales como el real decreto ley 16/2012, que impiden el acceso a los servicios de atención primaria a personas que se encuentran en situación irregular. De ahí que la mayoría de personas con exclusión residencial no accedan a los servicios de atención primaria, sino que son atendidos directamente a través de los servicios de urgencias en una situación grave o extrema.

El impacto de la vivienda en el VIH/sida

En consecuencia, según indica la Estrategia Nacional Integral para Personas Sin Hogar 2015-2020, se trata de un colectivo que presenta un mayor riesgo de padecer enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH, enfermedades crónicas como la diabetes mellitus, trastornos por consumo de drogas y trastornos de salud mental, así como, una esperanza de vida reducida en 30 años respecto a la población general.

 

La vivienda tiene un impacto directo e independiente en la transmisión de la infección por VIH y en la salud de las personas que viven con el VIH/sida. La exclusión residencial está vinculada a un mayor riesgo de contraer el VIH —aumenta la práctica de determinadas conductas de riesgo tales como mantener relaciones sexuales sin preservativo o el uso compartido de jeringas, una atención médica inadecuada, una mala adherencia al tratamiento, unos resultados de salud deficientes y una muerte prematura.

La vivienda tiene un impacto directo e independiente en la transmisión de la infección por VIH y en la salud de las personas que viven con el VIH/sida

De hecho, el estado de la vivienda es un predictor más fuerte de los resultados de salud del VIH y mala adherencia al tratamiento que los propios factores sociodemográficos, la salud mental o el consumo de drogas. Cualquiera que sea el factor de riesgo que haga que una persona sea vulnerable a la infección por el VIH, la falta de vivienda aumenta el riesgo. Independientemente de los factores que provoquen desigualdades en la atención médica, la inestabilidad de la vivienda amplifica estas desigualdades de una forma trágica y evitable.

Para mejorar el cuidado y la adherencia al tratamiento de las personas que viven con VIH en situación de exclusión residencial, las guías recomiendan un manejo individualizado y centrado en el pacienteteniendo en cuenta sus preferencias,flexible —permitiendo visitas sin cita previa y multidisciplinar incluyendo tratamiento psicológico y de las adicciones, así como la vinculación a instituciones de alojamiento. Por otra parte, los tratamientos para el VIH suelen implicar la toma de varias pastillas varias veces al día, por lo que para mejorar la adherencia al tratamiento de las personas con vivienda inestable se recomienda priorizar regímenes que se administren una vez al día y coformulados en pastilla única.

El estado de la vivienda es un predictor más fuerte de los resultados de salud del VIH y mala adherencia al tratamiento que los propios factores sociodemográficos, la salud mental o el consumo de drogas

Apoyo entre pares

Entre las intervenciones que han demostrado ser efectivas se encuentra la estrategia de “apoyo entre pares”, en la que los propios pacientes que viven con VIH ayudan a facilitar la interacción con el sistema sanitario de otras personas que viven con VIH y sufren exclusión residencial, y los acompañan durante el proceso. En un estudio llevado a cabo en Estados Unidos, el apoyo entre pares consiguió vincular al sistema sanitario un 85% de nuevos pacientes o pacientes recuperados, retener en los cuidados de VIH al 83% y tratar al 80% en una población de 700 personas con domicilio inestable, trastorno de salud mental y consumo regular de substancias psicotrópicas.

A pesar de disponer de intervenciones efectivas que mejoran la salud de las personas que viven con VIH en situación de exclusión residencial, la prioridad debe ser garantizar que nadie viva en la calle. La implementación de programas de vivienda específicos que aseguren una vivienda estable a las personas que viven con VIH, ayudará de forma implícita al manejo de su infección, contribuyendo a la vez en la prevención de la transmisión y, por ende, al avance en el camino hacia el fin del sida para el año 2030.