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Entrevista a Silvia de Sanjosé: “Hemos logrado que España sea puntera en la eliminación del cáncer de cuello uterino”

17.9.2025
Entrevista Silvia de Sanjosé

Silvia de Sanjosé Llongueras, investigadora asociada a ISGlobal, recibirá el premio Jaume I a la Investigación Clínica y la Salud Pública en otoño.

Silvia de Sanjosé creció entre las máquinas de coser de la industria textil de sus padres, pero pronto comprendió que no le interesaban las cadenas de producción, sino acercarse a las personas y entender sus necesidades. Esto la llevó a estudiar Medicina, elección que hoy celebra: aunque con el tiempo ha orientado su carrera al estudio de poblaciones, sigue guiándose por la misma voluntad de valorar a cada persona.

Reconocida como una de las principales expertas internacionales en el virus del papiloma humano (VPH), su trayectoria está marcada por la investigación, la promoción de la vacuna y el impulso de programas de cribado. Ha trabajado para la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), el Instituto Catalán de Oncología (ICO) y la organización internacional PATH, y presidió la Sociedad Internacional del Virus del Papiloma (IPVS). Actualmente asesora al Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI/NIH), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Médicos Sin Fronteras, además de ser investigadora asociada en ISGlobal, profesora afiliada en la Universidad de Washington y presidenta del Grupo Colaborativo Multidisciplinar para el Seguimiento Científico de la COVID-19. En otoño recibirá el Premio Rey Jaume I de Investigación Clínica y Salud Pública.

 

-En España las mujeres hoy en día estamos mucho más protegidas contra el cáncer de cuello uterino.

-Hemos luchado mucho, hemos tardado muchos años en llegar a donde estamos, pero me gusta reconocer que, en este cáncer, estamos en primera línea. Estamos haciendo las cosas bien y solo necesitamos no bajar la guardia.

-¿Te sientes parte de este éxito?

-Muchísimo. Con Xavier Bosch y Xavi Castellsagué fuimos pioneros. Yo me dediqué mucho a la comunidad catalana, y es un orgullo que ahora continúen el trabajo investigadoras que hicieron el doctorado conmigo. Cataluña está muy a la vanguardia en el cribado del cáncer de cuello uterino. A nivel científico, es un gran salto pasar de publicar el primer trabajo que decía que el VPH es la causa del cáncer de cuello uterino a preocuparnos por si ponemos una dosis única de vacuna o por ver cómo haremos el cribado con la automuestra. Después, también me satisface mucho haber estado en equipos en los que, además de colegas, somos amigos. La buena relación profesional que existe en la comunidad del papiloma es muy reconfortante.

-¿Qué queda por hacer?

-La gran conquista han sido las vacunas. Suecia, Noruega, Dinamarca, Inglaterra y Escocia ya han publicado cómo, en menos de veinte años, la incidencia del cáncer de cuello uterino está bajando en la población vacunada. Es espectacular. Este cáncer es el cuarto más frecuente en mujeres en todo el mundo y el que mata a más antes de los 50 años de edad. En España se ha observado un descenso muy notable de las verrugas genitales cuando se ha usado la vacuna cuadrivalente. Pero la reducción total del cáncer de cuello uterino atribuible a las vacunas la veremos hacia 2070. Mientras tanto, a las consultas ginecológicas todavía llegan mujeres no vacunadas en quienes no es raro detectar una lesión del cuello uterino relacionada con una infección por VPH, y esta lesión puede llevar a un cáncer.

-En África eso ocurre a menudo.

-Allí pasa con el 90% de las mujeres. La incidencia del cáncer de cuello uterino es un gran indicador social. Donde hay tasas muy altas, hay mucha pobreza o falta de infraestructura.



 

35 años dedicados al VPH y su impacto en la salud

-¿Siempre has estado vinculada al cáncer de cuello uterino?

-En 1989 entré a trabajar en la IARC, en Lyon. Allí participé en los primeros estudios que demostraban la relación entre el VPH y el cáncer de cuello uterino. ¡Desde entonces estoy estudiando cómo prevenir este cáncer!

-¿Y no te has cansado?

-¡No! ¡En absoluto! Yo era médica de familia. Pero, en un congreso, el doctor Armando Martín Zurro nos dijo que lo que veíamos en la consulta era la punta del iceberg, que la gente que no acudía a la consulta quizá tenía más problemas que la que sí iba. ¡Fue como ver la luz! En 1984 entré en el Instituto Municipal de Salud Pública de Barcelona, a trabajar con Josep Maria Antó. Después me fui a la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres a hacer el máster en Epidemiología, y ya me quedé allí a hacer el doctorado.

-Llegaste a ejercer de médica de familia, entonces.

-Dos años en el Hospital General de Alicante (1981-82) y el tercero en un centro de atención primaria de Cornellà (1983). Siempre he echado de menos la práctica clínica, porque me gustaba mucho el contacto con la gente. En Urgencias del Hospital Clínic de Barcelona, durante la residencia, también hice muchas horas de guardia, y era muy feliz, pero el trato con los pacientes me parecía duro, poco respetuoso. Yo pensaba que cada uno de ellos podía ser mi padre o mi madre. Por eso me fui a la medicina de familia, para poder relacionarme con las personas como a mí me gustaba. Cuando haces salud comunitaria, ya tienes otra visión, a veces un poco demasiado lejana de la población. Pero, bueno, poco a poco he ido transformando mi manera de trabajar y cada vez lo hago más cerca de los equipos y de las necesidades reales de las personas.

No perder de vista a las personas

-¿Cómo lo haces para acercarte a ellas? Hace poco estuviste en la Amazonia, por ejemplo.

-Sí. En el proyecto que estamos llevando a cabo en nueve países colaboramos mucho con los grupos que hacen el cribado del cáncer de cuello uterino. Intento viajar siempre que puedo, aunque ya me cansa, para visitar los lugares y tener mucho contacto con enfermería, coordinadores de campo, ginecólogos... A menudo cuesta comunicarse con la población, por el idioma, pero sentarse allí y pasar un rato observando cómo hablan en las visitas te acerca un poco a ellos. Aprendo mucho.

-Has llegado muy lejos profesionalmente pero manteniendo los pies en el suelo.

-Mira, yo fui una temporada presidenta de la Sociedad Internacional del Virus del Papiloma. La experiencia me ayudó a entender que tenía que acercarme más al problema de la desigualdad en salud. Necesitaba un cambio personal. Durante dos años me adentré en un proyecto de cribado del cáncer de cuello uterino de la ONG PATH, centrado en Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala. Y a raíz de este trabajo, me contactaron del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos (NCI), para coliderar el proyecto multinacional PaVE, que busca validar métodos innovadores y de bajo coste para la prevención del cáncer cervical en lugares con poca infraestructura o de difícil acceso para los servicios médicos. Desde entonces estoy trabajando en este proyecto, que no se ha detenido ni con la pandemia de COVID-19.


 

La guinda del pastel

-¿Qué te parece que te den el premio Jaume I?

-Lo entiendo como un reconocimiento a una línea de trabajo, con un importante componente internacional y a la vez nacional. Estoy orgullosa porque he estado trabajando durante muchos años en un problema de salud importante. Y hacerlo en un marco de salud pública, estudiando a la comunidad, aporta un conocimiento mucho más profundo que si solo tuviéramos la visión clínica de la demanda sintomatológica, es decir, individual. Prever quién puede desarrollar la enfermedad y actuar antes de que esto pase, con una alta efectividad, es muy necesario y estimulante. He tenido suerte de encontrar en mi camino a personas que creían en esta manera de entender la medicina. Me han ayudado mucho, nos hemos ayudado entre nosotros y esto ha dado frutos muy destacables. Este premio es una celebración a todo este esfuerzo. Y me gusta recordar que también lo recibió mi mentor Xavier Bosch hace muchos años y que es la segunda vez que va hacia a ISGlobal, porque el premio del año pasado fue para Jordi Sunyer.

-¿Hay que destacar que, además, premia a una mujer?

-La visibilidad de las mujeres en la investigación ha mejorado, aunque la paridad no es el mejor objetivo. No tengo ninguna duda de que los Premios Jaume I han priorizado la ciencia y no el sexo del investigador, pero estoy contenta de que hayan premiado a cuatro mujeres. En medicina y en investigación hay más mujeres que hombres, y por tanto es de esperar que haya una visibilidad correspondiente.

-¿Sientes que has tenido que dejar un poco de lado a la familia para dedicarte a la investigación?

-Manolis Kogevinas y yo tenemos dos hijos, e hicimos lo posible para que el trabajo fuera compatible con la vida familiar. Por ejemplo, teníamos una agenda muy detallada para que nuestros viajes de trabajo no coincidieran. La primera noche que los dejamos solos creo que mi hijo mayor ya tenía 16 años. Ellos se quejan de que hemos trabajado demasiado. Es cierto que hemos vivido con pasión nuestro trabajo y puede que parte del tiempo de ocio también lo dedicáramos al trabajo más de lo que a ellos les hubiera gustado.