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¿Qué lectura hacer de los dos primeros casos de fiebre hemorrágica de Congo-Crimea en España?

05.9.2016

[Este artículo ha sido escrito por Adelaida Sarukhan, doctora en inmunología y redactora científica en ISGlobal, y Joaquim Gascon, Jefe del Servicio de Salud Internacional del Hospital Clínic y Director de la Iniciativa de Chagas de ISGlobal, y publicado en El País - Planeta Futuro]

El año pasado, las autoridades sanitarias de Madrid confirmaron los dos primeros casos autóctonos de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en el país, y de hecho, en Europa Occidental: un hombre, que falleció, y una enfermera que se recuperó. Estos casos acaban de ser publicados en el New England Journal of Medicine, y con ello, la enfermedad se ha declarado oficialmente autóctona en España. Para entender la relevancia de esto, es necesario un poco de contexto.

La enfermedad se ha declarado oficialmente autóctona en España

La enfermedad se describió por primera vez en Crimea en 1940 y el virus se aisló en la República Democrática de Congo cuatro años después. En el hombre, la enfermedad provoca una fiebre hemorrágica que puede ser mortal en hasta el 40% de los casos.  La fiebre hemorrágica de Congo-Crimea (FHCC) es frecuente en una región geográfica bastante amplia, que incluye a Eurasia y África. En Pakistán por ejemplo, ha habido alrededor de 20 muertes por FHCC en lo que va de este año.

Transmisión

El ganado y otros animales sirven de reservorio para el virus, ya que se infectan pero no enferman. Es transmitido por garrapatas (del género Hyalomma) que adquieren el virus tras picar a un animal infectado. El virus se transmite al humano principalmente por la picadura de una garrapata infectada, pero también pueden ocurrir al manejar sangre o tejidos de animales infectados. La transmisión entre humanos mediante el contacto con líquidos corporales es posible pero poco frecuente, y se da sobre todo en el medio hospitalario si no se toman las medidas de precaución necesarias. 

Síntomas

El periodo de incubación tras la picadura de una garrapata es de uno a tres días en promedio. La enfermedad comienza con síntomas poco específicos – fiebre, mareo, dolor muscular, dolor de cabeza, sensibilidad a la luz. Al cabo de unos días, los síntomas pueden empeorar provocando desde nausea y dolor abdominal hasta hemorragias y daños en el hígado, el riñón y los pulmones. La muerte sobreviene en general dos semanas después de la aparición de los síntomas. 

Tratamiento

Para el ganado hay una vacuna experimental (en uso a pequeña escala en Europa del Este). Sin embargo, no hay vacuna ni tratamientos específicos para la enfermedad en el humano, aunque el fármaco antiviral ribavirina se ha usado con cierto éxito. La única medida preventiva consiste en evitar las picaduras de garrapatas usando insecticidas y ropa clara de color que permita detectarlas, así como usar guantes y ropa de protección al manipular sangre u órganos de animales en zonas endémicas.

Aunque el caso es seguramente excepcional, resalta la urgente necesidad de investigar más sobre el alcance de garrapatas infectadas por el virus en el país

Ahora bien, el caso de España llama la atención por dos razones. Primero, por ser el primer caso de transmisión autóctona del virus en Europa Occidental (hasta ahora, Serbia y Croacia eran los países más occidentales en haber confirmado casos). Segundo, porque normalmente ocurre en personas con estrecho contacto con animales, como ganaderos, pastores, o veterinarios. Aunque el caso es seguramente excepcional, resalta la urgente necesidad de investigar más sobre el alcance de garrapatas infectadas por el virus en el país. Un estudio realizado en España en 2011 ya había alertado de la presencia del virus FHCC en algunas garrapatas colectadas a partir de venados en la región de Cáceres, pero no se sabe si es el caso en otras zonas del Mediterráneo o del sur de Europa.

Como con toda enfermedad infecciosa emergente, es necesario mantener un estado de alerta, aunque por el momento no hay razón de alarma

La posibilidad de que pájaros migratorios introduzcan garrapatas infectadas también tiene que ser investigada con mayor detalle. Evidentemente, para todo este tipo de investigaciones epidemiológicas se necesita tiempo y dinero pero son imprescindibles para evaluar mejor el riesgo de que se repitan casos como el actual y establecer protocolos adecuados de vigilancia sanitaria.

La conclusión es que, como con toda enfermedad infecciosa emergente, es necesario mantener un estado de alerta, aunque por el momento no hay razón de alarma.

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