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Análisis y Desarrollo Global

Ivermectina y COVID-19: ¿qué está pasando?

Serie | COVID-19 y estrategia de respuesta #31

19.03.2021

[Este documento forma parte de una serie de notas de debate que abordan preguntas fundamentales sobre la crisis de la COVID-19 y las estrategias de respuesta. Los trabajos han sido elaborados sobre la base de la mejor información científica disponible y pueden ser actualizados a medida que esta evolucione.]

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Escrito por Carlos Chaccour, Assistant Research Professor y Director Científico del proyecto BOHEMIA de ISGlobal, así como médico investigador de la Clínica Universidad de Navarra, este documento ofrece un relato de cómo la ivermectina, en la respuesta a la pandemia de COVID-19, ha ejemplificado los riesgos que conllevan los debates apresuradossin fundamento científico. Extrae también algunas lecciones que podrían ser útiles en el futuro.

La ivermectina es un medicamento antiparasitario con un amplio espectro de eficacia. Fue desarrollado originalmente por Merck, compañía que decidió donarlo para el tratamiento y control de la ceguera de los ríos y la filariasis linfática mediante el programa de donación de Mectizan. En este contexto, se han distribuido más de 4.000 millones de tratamientos en los últimos 30 años. La ivermectina también está autorizada para el tratamiento de la estrongiloidiasis y la sarna en algunos países.

Este uso extenso de la ivermectina ha permitido estudiarla ampliamente. Como ocurre con muchos otros fármacos, se ha visto que demuestra tener una eficacia parcial contra ciertos patógenos más allá de su indicación principal. Se sabe que la ivermectina inhibe la replicación de varios virus de ARN, entre ellos el del dengue, sobre lo que hay algunos resultados recientes.

El origen: dos reacciones opuestas basadas en datos limitados

En abril de 2020, Caly et al. publicaron los resultados de experimentos in vitro que demostraban que la ivermectina inhibe la replicación del SARS-CoV-2 en concentraciones relativamente altas. Esto provocó dos reacciones opuestas entre la comunidad científica, las autoridades sanitarias y el público en general, sin muchas pruebas que apoyen ninguna de ellas:

  • Por un lado, muchos científicos descartaron por completo la ivermectina como posible tratamiento de la COVID-19.
  • Por otro lado, los datos in vitro junto con un preprint (artículo no revisado por pares) que posteriormente fue retractado, así como la experiencia local con el fármaco, llevaron a varios países de América Latina a incluir la ivermectina en las directrices nacionales para el manejo de la COVID-19.

 

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Ensayos finalizados y en curso

Desde 2020, se han registrado en ClinicalTrials.gov al menos 60 ensayos con ivermectina para COVID-19, de los cuales hasta ahora se han completado 19. Estos estudios son heterogéneos, lo que ha dado lugar a una matriz de la que es difícil sacar conclusiones. Además, solo una parte de los estudios registrados han hecho públicos sus resultados y es posible que exista un sesgo de publicación (un fenómeno en el que solo se hacen públicos los resultados positivos, mientras que los negativos no se difunden), como sugieren los resultados aparentemente negativos de un gran ensayo reciente en Colombia.

No obstante, los resultados de varios ensayos apuntan a un efecto potencial que merece ser confirmado antes de lanzarse a un uso clínico o de salud pública generalizado.

Mensajes contradictorios y debates acalorados

Varios grupos han realizado revisiones a partir de datos publicados y no publicados. Esto ha dado lugar a mensajes contradictorios que causan confusión en el público en general, alimentan las teorías de la conspiración y a veces dan lugar a recomendaciones y declaraciones contradictorias por parte de las autoridades políticas y sanitarias de los países, así como de grupos internacionales.

A lo largo de este tiempo, defensores y detractores han mantenido acalorados debates en las redes sociales y han multiplicado la discusión, a veces con ataques e incluso amenazas a quienes señalan la necesidad de pruebas adecuadas.

Últimas novedades

Desde que la Frontline COVID-19 Critical Care Alliance (FLCCC) despertara la segunda oleada de interés por la ivermectina y la COVID-19 en diciembre de 2020, varios países han incluido el fármaco en las directrices terapéuticas nacionales. Este es el verdadero problema al que se enfrenta ahora la comunidad internacional: implementaciones sobre el terreno sin una orientación clara sobre las dosis o los regímenes, un conocimiento sólido real de la eficacia o, lo que es preocupante, de la seguridad para esta indicación concreta.

Estas nuevas aprobaciones han provocado una segunda oleada de declaraciones de organizaciones internacionales e incluso del fabricante original de la ivermectina, Merck. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. han actualizado su declaración sobre el uso de la ivermectina para que diga que "no hay datos suficientes para recomendar ni para desaconsejar el uso de la ivermectina en el tratamiento de la COVID-19". Se trata de una declaración equilibrada que refleja adecuadamente el estado actual de las pruebas.

Empiezan a aparecer algunas de las consecuencias previstas de este aumento de la demanda sin una orientación clara sobre las indicaciones, las dosis o los regímenes. Lo más preocupante es la circulación de formulaciones de baja calidad en Sudáfrica que incluyen sustancias no declaradas y potencialmente peligrosas, como benzodiacepinas, antiagregantes plaquetarios e incluso anticonvulsivos. El mismo informe advierte también de la especulación, ya que algunas fórmulas se venden a 1.000 ZAR (68 dólares), muy por encima del precio habitual. La experiencia con los antimaláricos nos enseña que cuando los medicamentos antiinfecciosos se vuelven muy rentables, las formulaciones falsificadas no tardan en entrar en el mercado. La cuestión con la ivermectina es si ya hay falsificaciones en circulación o no.

Lecciones para el debate sobre la COVID-19

Hay datos que sugieren un posible papel de la ivermectina en el tratamiento de la COVID-19, pero no hay datos definitivos sobre la seguridad o la eficacia de esta indicación ni sobre las dosis/regímenes necesarios. Se necesitan rigor científico y una mente abierta para una evaluación racional de los datos disponibles, emergentes y por venir. La ivermectina es un medicamento que salva la vida de millones de personas afectadas por las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) en todo el mundo cada año; aunque su uso potencial como tratamiento para la COVID-19 es muy deseable, pueden producirse consecuencias negativas inesperadas con aprobaciones, recomendaciones o puesta en marcha equivocadas

 

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