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Mutantes, variantes, recombinantes y otros andantes: cinco definiciones y cinco conceptos clave para entender mejor la evolución de la pandemia

08.6.2022
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Alfa, beta, gamma, delta… quién iba a decirnos, cuando estudiamos el alfabeto griego en el colegio, que todos íbamos a volver a consultar sus letras más (o mucho más) tarde para tratar de seguir la evolución de un virus que nos tiene en jaque desde hace más de dos años. Pero, por si fuera poco, además de variantes con letras griegas, ahora resulta que hay subvariantes con secuencias de números imposibles de recordar y recombinantes que empiezan por la letra X al estilo emoji.

Para evitar abrumarnos por cada nueva variante, subvariante o recombinante que hace su debut en los titulares, estas cinco definiciones y cinco conceptos básicos pueden ser de ayuda.

Cinco definiciones

Mutación

Es un cambio aleatorio en el material genético (en este caso, en el ARN del SARS-CoV-2) que puede – o no- dar lugar a un cambio en la proteína para la que codifica, y por lo tanto potencialmente aumentar o disminuir su función.

Variante

Una variante viral es un virus aislado a partir de una muestra y que presenta una serie de diferencias en su secuencia genética, con respecto al virus de referencia. El término variante no implica necesariamente cambios en el comportamiento del virus.

Variante de preocupación

Se usa este término solamente cuando se sospecha o confirma un aumento en la transmisibilidad, patogenicidad o capacidad de evadir la inmunidad de dicha variante. Por el momento, se han descrito cinco variantes de preocupación del SARS-CoV-2: alfa, beta, gama, delta, ómicron. Dentro del linaje ómicron también está la subvariante BA.2, que no es suficientemente diferente como para merecer otra letra griega, pero que tiene unas 20 mutaciones que la distinguen de la variante original BA.1. A su vez, BA.2 ha dado lugar a otras subvariantes que se están propagando rápidamente en Sudáfrica (BA.4, BA.5) y en EEUU (BA.2.12.1).

Para evitar abrumarnos por cada nueva variante, subvariante o recombinante que hace su debut en los titulares, estas cinco definiciones y cinco conceptos básicos pueden ser de ayuda

Cepa

Una cepa es una variante con características únicas y estables (es decir, con un comportamiento distinto al virus de referencia). Existe por el momento una sola cepa de SARS-CoV-2.

Recombinante

La recombinación viral sucede cuando dos variantes diferentes de un mismo virus infectan la misma célula e intercambian fragmentos enteros de su material genético. Es una forma “acelerada” de evolución viral. La probabilidad de que esto suceda aumenta cuando diferentes variantes circulan al mismo tiempo y en el mismo lugar. La recombinante XD es la combinación de delta con ómicron y la XE es la de las subvariantes de ómicron BA.1 y BA.2.

Variantes de SARS-CoV-2 representadas en un árbol escalado radialmente por distancia genética. 1 de diciembre de 2021. Soupvector / Wikimedia Commons.

 

Y cinco conceptos básicos

Las mutaciones son normales y esperables, pero solo algunas ofrecen una ventaja selectiva.

Las mutaciones son parte del proceso evolutivo de cualquier organismo. Dentro de los virus, los de ARN tienen la tasa de mutación más elevada, aunque algunos coronavirus (incluyendo el SARS-CoV-2) tienen un sistema de “autocorrección”, por lo que mutan menos rápidamente que otros virus de ARN. Es importante recalcar que muchas de las mutaciones son deletéreas (es decir, afectan negativamente la capacidad de replicación del virus), algunas son neutras (ni lo afectan ni lo favorecen) y unas pocas le confieren una ventaja selectiva. La mayoría de las mutaciones que confieren ventaja se concentran en la proteína viral Spike (indispensable para infectar las células humanas y diana de la gran mayoría de vacunas), pero hay mutaciones en otras regiones del virus que también pueden afectar la transmisibilidad del virus.

Qué mutaciones resultan favorables depende del contexto.

Hay dos maneras en que el virus puede tener una ventaja en transmisión: infectando mejor las células del huésped y/o evadiendo mejor la inmunidad. En las primeras fases de la pandemia, las variantes con mayor capacidad de infección (como alfa) se vieron favorecidas. A medida que la población humana ha ido adquiriendo inmunidad frente al virus, las variantes más exitosas son aquellas que, además, logran evadir mejor dicha inmunidad (como ómicron). Quizás si las ya inexistentes beta o gama (con buena capacidad de evadir el sistema inmune) hubiesen surgido más tarde durante la pandemia, seguirían entre nosotros. Se han identificado miles de variantes SARS-CoV-2, muchas de las cuales desaparecieron casi de inmediato al no poder competir con la variante dominante.

La transmisión descontrolada y los huéspedes inmunocomprometidos son terreno fértil para nuevas variantes.

Gracias a su sistema de “autocorrección”, al principio de la pandemia el virus acumuló relativamente pocas mutaciones, como esperado. Sin embargo, la evolución del SARS-CoV-2 se ha acelerado considerablemente. Dos factores contribuyen a esto: por un lado, la transmisión descontrolada entre la población general (el virus se ha replicado en miles de millones de personas en relativamente poco tiempo). Por otro lado, se ha demostrado que las infecciones crónicas en pacientes inmunocomprometidos permiten al virus acumular un gran número de mutaciones en un contexto de inmunidad subóptima.

La evolución del SARS-CoV-2 es aún impredecible.

Lo que llama la atención es que, hasta ahora, ninguna variante nueva se ha originado de la variante previamente dominante. Es decir, delta no surgió de alfa, ni ómicron de delta. Por un fenómeno de convergencia evolutiva comparten algunas mutaciones que resultan favorables para el virus, pero todas se han originado de versiones de la variante original. De hecho, ómicron es tan radicalmente distinta a las otras variantes que no se entiende cómo puede haber circulado “bajo el radar” durante tanto tiempo. Una infección crónica en un paciente inmunocomprometido es una explicación posible. Pero a esto hay que añadir otra posibilidad –el virus puede infectar a otros mamíferos (como los ciervos de cola blanca), por lo que podría haber evolucionado en reservorios animales antes de volver a infectar al humano. Por lo tanto, a día de hoy es imposible predecir cómo será la próxima variante de preocupación, si se derivará de ómicron o si será completamente distinta.

Los virus no necesariamente evolucionan hacia una menor patogenicidad.

En contra de la creencia popular, los virus no siempre evolucionan hacia una menor virulencia. Esto depende de varias cosas, incluyendo la manera en que el virus se replica y se transmite. El SARS-CoV-2 se transmite antes de que la persona enferme gravemente, por lo que una variante que mate más no se verá necesariamente en desventaja. Ómicron quizás es intrínsicamente un poco menos virulenta que delta, pero esto se debe también a que tenemos ya un cierto nivel de inmunidad protectora.

De lo único que podemos estar seguros con respecto a la evolución del virus es que necesitamos continuar vigilándolo de cerca para identificar posibles variantes, subvariantes o recombinantes de preocupación y actuar a tiempo

De lo único que podemos estar seguros con respecto a la evolución del virus es que necesitamos continuar vigilándolo de cerca para identificar posibles variantes, subvariantes o recombinantes de preocupación y actuar a tiempo. Esto quiere decir fortalecer los sistemas de vigilancia genómica en todos los países, y no solo en personas sino también en animales susceptibles de ser infectados.