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Los disruptores endocrinos, ¿disrupta qué...?

26.9.2016

En los últimos años hemos escuchado varias noticias, programas televisivos y debates sobre los disruptores endocrinos y el riesgo potencial que pueden representar para nuestra salud. Estos compuestos químicos, a pesar de tener un nombre enrevesado, son más familiares de lo que pensamos ya que forman parte de nuestra vida cotidiana.

Estos compuestos químicos, a pesar de tener un nombre enrevesado, son más familiares de lo que pensamos ya que forman parte de nuestra vida cotidiana

Por ejemplo, los retardantes de llama presentes en los tejidos, hacen que la ropa y sofás cuesten mucho más de quemar; los perfluorados, evitan que las tortillas se nos peguen a la sartén; los parabenos, alargan la vida de los cosméticos impidiendo que crezcan bacterias; y el bisfenol A, evita que el alimento entre en contacto directo con las latas de conserva. Todos estos compuestos químicos y mucho más tienen la capacidad de ser disruptores endocrinos. ¿Pero exactamente qué significa esto?

Algunos ejemplos: los parabenos, alargan la vida de los cosméticos impidiendo que crezcan bacterias; o el bisfenol A, evita que el alimento entre en contacto directo con las latas de conserva

La estructura molecular de estos compuestos es muy similar a la estructura de las hormonas naturales de nuestro cuerpo como pueden ser los estrógenos o las hormonas tiroideas. Una vez estos disruptores endocrinos entran en nuestro organismo a través de la dieta, la piel o el aire, viajan por el torrente sanguíneo y pueden imitar la acción de las hormonas. Hay que tener presente que las hormonas son esenciales para el control de un gran número de procesos biológicos que se dan a lo largo de nuestra vida como son el crecimiento, la pubertad o la función cardiaca. Por lo tanto, cuando un disruptor endocrino entra en contacto con un tejido diana, preparado para que una hormona le dé una señal, desencadena el mismo proceso como si la señal la hubiera dado una hormona. El tejido es incapaz por tanto de distinguir quién es quién.

Estudios en animales han demostrado que los disruptores endocrinos pueden afectar el desarrollo neuronal, aumentar el riesgo de padecer obesidad, diabetes o asma. También se han relacionado con algunos tipos de cánceres como el de mama o de próstata.

La evidencia en humanos no es tan clara. Aunque se han hecho muchos estudios al respecto, no hay un estudio epidemiológico concluyente sobre los efectos en personas. Además, normalmente estudiamos los efectos que un determinado disruptor endocrino puede tener sobre la salud pero en la vida no sólo nos exponemos a este disruptor endocrino en concreto, sino a muchos más. Poder analizar el conjunto de exposiciones ambientales que una persona está expuesta en el día a día es uno de los principales retos de la investigación actual.

Estudios en animales han demostrado que los disruptores endocrinos pueden afectar el desarrollo neuronal, aumentar el riesgo de padecer obesidad, diabetes o asma

Nuestra exposición a los disruptores endocrinos comenzó antes de que naciéramos. Durante el embarazo, nuestra madre nos transfirió muchos de estos compuestos a través de la sangre y durante los primeros meses de vida a través de la leche materna. Los niños son más vulnerables a la acción de estos compuestos ya que su organismo no está del todo desarrollado para poderlos eliminar. Es por ello que desde ISGlobal nos centramos en el estudio de los posibles efectos que los disruptores endocrinos puedan tener en la salud infantil. Concretamente, dentro del Proyecto INMA (Infancia y Medio Ambiente), hemos visto que la exposición al bisfenol A durante el embarazo puede aumentar el riesgo de obesidad a los cuatro años y de infecciones respiratorias y sibilancias a lo largo de la infancia. Paralelamente, dentro del Proyecto HELIX (Building the Early-Life Exposome), que incluye un total de 32.000 parejas de madres e hijos de seis países europeos, intentamos definir la totalidad de las exposiciones ambientales durante los primeros años de vida y vincularlos con la salud, el crecimiento y el desarrollo de los niños. Entre los factores ambientales que estudiamos se encuentran los disruptores endocrinos.

La evidencia en humanos no es tan clara. Aunque se han hecho muchos estudios al respecto, no hay un estudio epidemiológico concluyente sobre los efectos en personas

Aunque la evidencia en humanos es escasa, cabe preguntarse si es necesario vivir rodeado de tantos compuestos químicos como son los plásticos, los cosméticos o los pesticidas. La alarma desatada en los últimos años por sus posibles efectos en la salud, ha hecho que la industria busque sustitutos para estos compuestos como es el caso del bisfenol A. Sin embargo, los nuevos compuestos tienen estructuras moleculares similares a los anteriores y consecuentemente también pueden tener la capacidad de ser disruptores endocrinos; en definitiva, es un pez que se muerde la cola. Es por ello que los epidemiólogos aconsejamos que se aplique el principio de precaución hasta que no haya un veredicto unánime y contundente de la comunidad científica. Es decir, intentar evitar la exposición de estos compuestos hasta que no se pueda demostrar que son totalmente inocuos.

Los epidemiólogos aconsejamos que se aplique el principio de precaución hasta que no haya un veredicto unánime y contundente de la comunidad científica

El ciudadano tiene un papel importante, pero las instituciones que velan por la salud pública son las que realmente han de impulsar y apoyar políticas que eviten su exposición.