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Ivermectina: del suelo a las lombrices, y más allá

21.11.2019

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La increíble historia de su descubrimiento, su impacto y sus posibles usos en el futuro

¿Qué tienen en común la penicilina, la aspirina y la ivermectina? Además de rimar, los tres pertenecen al selecto grupo de fármacos que pueden presumir de haber tenido el mayor impacto benéfico sobre la salud y bienestar de la humanidad.

Tienen por lo menos dos otras cosas en común: los tres son de origen natural y los tres condujeron a un premio Nobel. La aspirina es un derivado de la salicina, un compuesto que se encuentra en una variedad de plantas incluyendo el sauce. Aunque Hipócrates ya habla de su uso en el 400 BC, no se aisló hasta el 1829 como ácido salicílico y se sintetizó unos años más tarde como ácido acetilsalicílico. El descubrimiento de sus mecanismos de acción le mereció a Sir John Vane el premio Nobel en 1982. La penicilina se aisló a partir de un hongo que creció por accidente en una placa de Petri en el laboratorio de Alexander Fleming. Su descubrimiento cambió radicalmente el curso de la medicina y le dio a Fleming el premio Nobel en 1945, junto con Howard Florey y Ernst Chain.

Y esto nos trae a la ivermectina –un fármaco que seguramente no forma parte de nuestro botiquín, como la aspirina o la penicilina, pero que ciertamente ha mejorado la vida de millones de personas desde su descubrimiento en 1975.

Satoshi Omura

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El largo viaje de una muestra de suelo japonés

La historia de cómo se descubrió la ivermectina es bastante increíble. A finales de los 60, Satoshi Ōmura, un microbiólogo del Instituto Kitasako de Tokyo, empezó a coleccionar miles de muestras de suelo de todo Japón, a la búsqueda de compuestos antibacterianos. Cultivaba bacterias provenientes de las muestras, identificaba los cultivos con potencial médico, y las enviaba a 10.000 km de distancia a los laboratorios Merck en New Jersey, donde su colaborador William Campbell probaba su efecto contra lombrices parasitarias que afectan al ganado y otros animales. Un cultivo proveniente de una muestra recogida cerca de un campo de golf al sur de Tokyo mostró un efecto notable contra las lombrices. La bacteria en el cultivo resultó ser una nueva especie, que bautizaron como Streptomyces avermictilis. El compuesto activo, llamado avermectina, fue modificado químicamente para aumentar su actividad y seguridad. El nuevo compuesto, llamado ivermectina, se comercializó para uso animal en 1981 y pronto se convirtió en uno de los fármacos veterinarios más vendidos en el mundo. Es extraordinario que, a pesar de décadas de búsqueda, S. avermictilis siga siendo la única fuente de avermectina que se ha encontrado.

Es extraordinario que, a pesar de décadas de búsqueda, S. avermictilis siga siendo la única fuente de avermectina que se ha encontrado.

Campbell instó a sus colegas a estudiar la ivermectina como posible tratamiento contra la oncocercosis (también conocida como ceguera del río), una enfermedad devastadora causada por lombrices y transmitida por moscas, que dejaba ciegas a millones de personas, sobre todo en África subsahariana. Los primeros ensayos clínicos en Senegal mostraron la eficacia del tratamiento, y la ivermectina se aprobó para uso humano en 1987. Desde entonces, se han distribuido más de 3.700 millones de dosis (donadas por Merck) a través del mundo en campañas de administración masiva contra la oncocercosis y la filariasis linfática (otra enfermedad causada por lombrices que provoca una hinchazón importante de las extremidades). El impacto de la ivermectina en disminuir la carga de estas enfermedades devastadoras es inmensurable. Merecidamente, el premio Nobel 2015 para fisiología y medicina se otorgó a Ōmura y Campbell “por sus descubrimientos de una nueva terapia contra infecciones causadas por gusanos nemátodos” (lo compartieron con Youyou Tu, quien descubrió el antimalárico artemisinina). Pero el éxito de la ivermectina no se acaba aquí.

Un fármaco revolucionario con muchos usos potenciales

De hecho, la ivermectina fue el primer “endectocida” del mundo –un fármaco activo contra una gran variedad de parásitos internos y externos, desde nemátodos hasta artrópodos. También ha resultado ser sorprendentemente seguro para humanos. Esto se debe a que el fármaco actúa sobre canales presentes en la membrana celular (canales iónicos activados por glutamato) que juegan un papel esencial en nemátodos e insectos. En mamíferos, sin embargo, el fármaco no puede cruzar la barrera que separa a la sangre del cerebro, donde están las neuronas que expresan estos canales. Además de su alto perfil de seguridad, no se ha encontrado evidencia convincente de resistencia contra el fármaco en Onchocerca, a pesar de treinta años de uso continuo y millones de dosis administradas.

Todo esto explica por qué la ivermectina es cada vez más atractiva para tratar otras enfermedades humanas. Por ejemplo, se observó que el tratamiento prolongado contra la oncocercosis también disminuía la prevalencia de otras lombrices parasitarias intestinales (helmintiasis transmitidas a través del suelo), que infectan hasta una quinta parte de la población mundial y causan malnutrición y crecimiento retardado en niños y niñas. Además, la ivermectina es altamente eficaz contra Strongyloides, un nemátodo que infecta alrededor de 35 millones de personas cada año. Esto ha dado pie a estudios, como el proyecto STOP liderado por ISGlobal, para determinar la eficacia de añadir la ivermectina al tratamiento actualmente recomendado contra estas lombrices intestinales.

La ivermectina también ha resultado ser altamente eficaz contra parásitos externos, como piojos y la minúscula garrapata Sarcoptes que causa la sarna, una enfermedad de la piel que provoca comezón y que afecta a 300 millones de personas cada año.

Pero eso no es todo. La observación de que mosquitos que se alimentan de individuos tratados con ivermectina mueren más rápido ha inspirado la idea innovadora de usar el fármaco como “arma” contra mosquitos que transmiten la malaria. El proyecto BOHEMIA, también liderado por ISGlobal, medirá el impacto que tiene dar ivermectina a comunidades enteras y a su ganado sobre las poblaciones de mosquitos y la prevalencia de malaria en dos áreas altamente endémicas para la enfermedad, Tanzania y Mozambique.

El proyecto BOHEMIA, liderado por ISGlobal, medirá el impacto que tiene dar ivermectina a comunidades enteras y a su ganado sobre las poblaciones de mosquitos y la prevalencia de malaria en dos áreas altamente endémicas para la enfermedad

Debido a su impacto, seguridad y versatilidad, la ivermectina se ha ganado el título de “medicamento milagroso” entre los expertos de salud pública. El tratamiento de comunidades enteras con ivermectina podría ser una manera segura y eficaz de “matar varios pájaros de un tiro”; en otras palabras, reducir la prevalencia de varias enfermedades parasitarias y mejorar la salud general de comunidades en países en desarrollo. Queda por ver si la ivermectina cumplirá con estas grandes expectativas. Mientras tanto, su viaje desde una muestra de suelo japonés hasta mejorar la vida de millones de personas afectadas por lombrices parasitarias, bien vale una historia.

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