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Día del Niño Africano. Su primer mes en el mundo será el más peligroso de su vida

16.6.2017

[Esta entrada se ha publicado en Planeta Futuro-El País]

En el mundo siguen muriendo 16.000 niños cada día antes de cumplir los 5 años

En nuestra lógica occidental, afirmar que los nacidos en 2017 y los niños actuales serán los futuros adolescentes o adultos en 2030 cuando culmine la agenda de desarrollo actual parece una obviedad. Por contra, en muchos otros contextos es una afirmación arriesgada, ya que dicha lógica se ve truncada a diario por la precaria situación de salud de los niños, especialmente de los recién nacidos, donde se concentra todavía una alta carga de mortalidad y enfermedad por causas evitables. En el mundo siguen muriendo 16.000 niños cada día antes de cumplir los 5 años.

“Las altas tasas de mortalidad prevenible y de mal estado de salud y bienestar de los recién nacidos y los menores de cinco años son indicadores de la cobertura desigual de las intervenciones para salvar vidas y, de una manera más general, de un desarrollo social y económico insuficiente”. Así empieza la sección sobre los retos en la salud del niño de la Estrategia Mundial para la Salud de la Mujer, el Niño y el Adolescente – la hoja de ruta para la salud materno-infantil y de los adolescentes para el período 2016-2030. Pese a que la salud neonatal e infantil es un ámbito clave para el desarrollo mundial, y a pesar de los avances significativos de la última década, en las regiones en desarrollo estamos aún lejos de asegurar unas buenas condiciones de salud y bienestar para muchos niños que no han tenido la suerte de pertenecer a los grupos de población más acomodados.

De los casi 6 millones de muertes infantiles en 2015, un millón ocurrieron durante el primer día de vida y cerca de dos millones durante la primera semana

El período neonatal, es decir, los primeros 28 días de vida, es la etapa de mayor riesgo para la vida de un niño, especialmente las primeras horas y días. De los casi 6 millones de muertes infantiles en 2015, un millón ocurrieron durante el primer día de vida y cerca de dos millones durante la primera semana. Entre 2000 y 2015, las muertes neonatales a nivel global descendieron de 31 a 19 por cada 1.000 nacidos vivos. Pese a este progreso, la mortalidad neonatal no ha decrecido al mismo ritmo que las muertes entre mayores de un mes y menores de cinco años, y ahora las muertes en neonatos suponen un porcentaje superior de las muertes infantiles, alcanzando el 45%.  

Los niños africanos nacen para encontrarse en la etapa más mortífera de su vida; su primer mes en el mundo será el más peligroso que les toque vivir

África subsahariana (junto con el Sudeste Asiático) es una de las regiones con cifras más alejadas del objetivo global con una media regional de 28,6 muertes de recién nacidos por 1.000 nacidos vivos, que en 2015 se tradujo en más de un millón de neonatos muertos en la región. Países como Sierra Leona o Nigeria incluso superan las 34 muertes por 1.000 nacidos vivos. No es descabellado decir entonces que los niños africanos nacen para encontrarse en la etapa más mortífera de su vida; su primer mes en el mundo será el más peligroso que les toque vivir.

Para poner fin a tan desesperanzadoras cifras, los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecen para 2030 la meta de acabar con las muertes neonatales evitables por medio de alcanzar la cifra de 12 muertes por 1.000 nacidos vivos en todos los países, y la meta de reducir la mortalidad infantil (menores de 5 años) hasta valores por debajo de las 25 muertes por cada 1.000 nacidos vivos. Aunque pueda parecer una tarea fácil pasar de 19 a 12 muertes neonatales por 1.000 nacidos vivos, lo cierto es que este promedio global se encuentra (muy) lejos de los valores nacionales de la mayoría de países en desarrollo, lo cual dificulta su consecución. El logro de estos objetivos pasa por fortalecer los sistemas de salud para así proporcionar la atención necesaria antes, durante y después del parto, que permita una mejora significativa de la calidad de la salud de los recién nacidos y el aumento de las tasas de supervivencia.

Existe una estrecha vinculación entre la salud del feto y el recién nacido, y la salud de la madre

Por otro lado, existe una estrecha vinculación entre la salud del feto y el recién nacido, y la salud de la madre. Así, el momento del parto da lugar a un pico de muertes tanto en madres como en recién nacidos cuando no se puede asegurar una buena atención especializada. El acceso a servicios médicos de calidad antes, durante y después del parto, a tiempo, es clave para la supervivencia de ambos. Por otra parte, el impacto de las muertes maternas en las condiciones de vida de los hijos está bien documentado. Aquellos que pierden la madre tienen una mayor probabilidad de morir durante su primer año de vida, de tener peor salud y bienestar, son más propensos a padecer daños en su desarrollo cognitivo y emocional, con menor probabilidad asisten a la escuela, e incluso son más pobres que los no huérfanos en muchos casos.  

 Foto: Andalu Vila San Juan

Sin embargo, el acceso a los servicios de salud materna y reproductiva no es igual para todas aquellas mujeres y adolescentes que los necesitan especialmente en África subsahariana, dónde se pone de relieve la situación de vulnerabilidad de determinados colectivos. Las mujeres más pobres, las que viven en áreas rurales remotas y las que tienen un bajo nivel de escolarización son menos propensas a acceder a estos servicios claves que les aseguran a ellas y a sus recién nacidos mayores posibilidades de supervivencia y bienestar.

Con motivo del Día del Niño Africano, la Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva de ISGlobal ha publicado un monográfico divulgativo sobre la desigualdad de acceso a determinados servicios de atención materna y reproductiva, estrechamente vinculados también a la salud del recién nacido, en 29 países de África Subsahariana,  lo cual permite entender la magnitud de la desigualdad en cada caso y sus principales determinantes.

Implementar la Agenda 2030 precisa de voluntad política y movilización de recursos adicionales para no solo sostener sino acelerar los avances

Desde la comunidad académica y la investigación podemos contribuir aportando nuevos datos y conocimiento sobre niveles y causas de las desigualdades que permitan definir estrategias o monitorear las tendencias. Esto es una condición necesaria pero no suficiente para avanzar. Implementar la Agenda 2030 – que reconoce la necesidad de un abordaje equitativo en el acceso a la atención básica a los grupos ahora excluidos – precisa además de voluntad política y movilización de recursos adicionales para no solo sostener sino acelerar los avances. Estos factores pueden contribuir a alcanzar las metas de desarrollo en África subsahariana, pero lo que es más importante, pueden a ayudar a salvar millones de vidas.

Más información

Informe digital 'Salud materna y reproductiva: una epidemia de desigualdad'