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¿Cómo podemos envejecer mejor? Claves de la neurociencia para prevenir el alzhéimer

19.9.2025
Entrevista Eider

La neurocientífica Eider Arenaza-Urquijo (ISGlobal) explica qué factores aumentan o reducen el riesgo de alzhéimer y cómo influyen el género, el estrés y la actividad física.

 

¿Por qué 2 de cada 3 personas con alzhéimer son mujeres? ¿Qué papel juegan la actividad física, el nivel educativo o el estrés en nuestra salud cerebral? Hemos conversado con la neurocientífica Eider Arenaza-Urquijo (ISGlobal) sobre los últimos hallazgos en prevención del alzhéimer: desde el impacto de la desigualdad hasta cómo el ejercicio en la mediana edad puede protegernos.

Puedes ver la entrevista completa aquí:

14 factores de riesgo modificables de la demencia

La ciencia ha identificado 14 factores de riesgo modificables que podrían explicar hasta el 45% de los casos de demencia. Por lo tanto, existe un enorme potencial de prevención. Entre ellos, destacan el bajo nivel de escolarización, la inactividad física en la mediana edad, los factores de riesgo vascular o la exposición a la contaminación ambiental.

Mujeres y alzhéimer: desigualdad y salud cerebral

Durante años se ha pensado que el hecho de que dos de cada tres personas con alzhéimer sean mujeres puede tener que ver con la mayor longevidad de ellas, ya que la edad es el mayor factor de riesgo para desarrolla alzhéimer. Pero los estudios sugieren que hay algo más. Se está empezando a estudiar si hombres y mujeres llegamos a desarrollar la enfermedad por mecanismos biológicos diferentes. La transición a la menopausia puede tener algún papel, con cambios cerebrales y de tipo vascular, pero tenemos que esperar a más estudios.

Las desigualdades de género también influyen. Por ejemplo, las mujeres han tenido históricamente menos acceso a la educación y a la práctica de una actividad física, y presentan un mayor riesgo de problemas de salud mental. Además, la mayoría de cuidadoras de personas con alzhéimer son mujeres, lo que las expone a depresión y aislamiento social, ambos factores de riesgo para desarrollar la enfermedad.

Actividad física, un factor protector

Los cambios asociados al alzhéimer pueden empezar hasta 20 años antes de que aparezcan los síntomas. Por eso, la actividad física en la mediana edad es clave.

Un estudio en más de 300 personas con antecedentes familiares mostró que quienes pasaban del sedentarismo a estar activos acumulaban menos proteína amiloide en el cerebro, la primera en aparecer en la enfermedad. Las que se mantenían sedentarias durante esos cuatro años presentaban menos grosor cortical en las áreas que son importantes para la memoria. Y no hace falta ejercicio vigoroso: caminar, nadar o subir escaleras ya cuentan.

Estrés vital y riesgo de alzhéimer

La depresión es un factor de riesgo de demencia. Por eso la idea es intentar adelantarse a ella. Sabemos que vivir eventos vitales estresantes, como perder a la pareja, sufrir problemas económicos o ser víctima de abuso, incrementa el riesgo de depresión y, por tanto, de alzhéimer.

Un estudio reciente halló que la acumulación de eventos estresantes a lo largo de la vida se asociaba con cambios patológicos vinculados al alzhéimer en personas que desarrollaron ansiedad o depresión. Otro estudio halló que el duelo por el fallecimiento de la pareja se asocia con cambios patológicos vinculados al alzhéimer, mientras que el desempleo y las pérdidas económicas se relacionan con una atrofia en regiones cerebrales que tienen que ver con la respuesta emocional o al estrés.

Educación y reserva cognitiva

Un mayor nivel educativo se asocia con cerebros más preservados al envejecer: mejor conectividad y mayor capacidad de compensar la acumulación de proteínas patológicas. Los estudios muestran que hay personas que pueden fallecer con la patología de alzhéimer en el cerebro sin haber desarrollado síntomas clínicos. Estas personas tienen una mayor reserva cognitiva, y el mayor nivel educativo es uno de los factores que promueven esta reserva que permite compensar los cambios patológicos del cerebro y mantener la función normal.

Los 'superagers': memoria excepcional a los 80

Existen personas mayores de 80 años con una memoria comparable a la de personas mucho más jóvenes. Se les llama superagers y ahora hay muchos estudios centrados en ellas. Representan un porcentaje bajo de la población, pero sirven para entender las distintas maneras de envejecer. Más allá de la genética, se ha visto que mantener la actividad cognitiva, física y social ayuda a preservar el cerebro. Como suele decirse: lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro.

Estudios en marcha: entorno urbano y demencia

El equipo de Eider Arenaza-Urquijo estudia cómo el entorno urbano influye en la salud cerebral. Caminar más gracias a barrios que invitan al paseo, tener más contacto social o disfrutar de un buen descanso nocturno (sin exceso de ruido) pueden marcar la diferencia en el envejecimiento cerebral.

En definitiva, prevenir el alzhéimer está en parte en nuestras manos, pero también en las condiciones sociales y ambientales que nos rodean. La ciencia avanza para identificar qué podemos cambiar, tanto a nivel individual como colectivo, para envejecer de la mejor manera posible.