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Trabajando como enfermera en la ciudad italiana más afectada durante la epidemia de COVID-19

17.4.2020

Nunca me hubiera imaginado encontrarme trabajando como enfermera clínica en la ciudad italiana más afectada durante la epidemia de COVID-19. Se suponía que dejaba Bérgamo (Italia) a finales de marzo para ir a trabajar a un proyecto en Nairobi (Kenia), pero tan pronto como el número de casos de COVID-19 aumentó de forma repentina y brusca en mi ciudad, sentí que tenía que quedarme y confiar profesionalmente en la decisión que tomaba. Comencé a trabajar en el hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo, definido por The New York Times como "el corazón desolador del brote de coronavirus más mortal del mundo".

Comencé a trabajar en el hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo, definido por The New York Times como "el corazón desolador del brote de coronavirus más mortal del mundo"

Trabajo en la unidad de pacientes de hematología que han dado positivo en coronavirus: una sala de 48 camas, 12 personas enfermeras por turno y diversas médicas, donde los pacientes con leucemia, linfomas y cánceres son admitidos para enfrentar la combinación de estas enfermedades y el nuevo virus. Los casos más complicados se transfieren a la unidad de cuidados intensivos tan pronto como su estado de salud empeora, pero esto no significa que aquellos que permanecen en la sala no estén viviendo momentos difíciles. Personal médico y enfermero, junto con los pacientes, todos los días, lo damos todo para lidiar con una disminución repentina del aire, con oxigenoterapia, pero principalmente con el temor de que alguien más no sobreviva.

 

No siempre es fácil o incluso posible hablar con compañeras y compañeros, así como pacientes, debido a las barreras físicas necesarias que todos llevamos, desde una mascarilla hasta el CPAP más complicado (dispositivo que se usa para tratar apnea y otros problemas respiratorios), por lo que hemos aprendido una nueva forma de comunicarnos: los ojos. Y, ahora, a través de ellos contamos nuestras historias y sufrimientos, reímos, lloramos, pero, sobre todo, tenemos esperanza.

No siempre es fácil o incluso posible hablar con compañeras y compañeros, así como pacientes, debido a las barreras físicas necesarias que todos llevamos, por lo que hemos aprendido una nueva forma de comunicarnos: los ojos

Fotos: Personal médico del hospital Papa Giovanni XXIII en Bérgamo (Italia).

 


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