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Sant Jordi y los cazadragones de hoy en día

06.5.2013

Hace unos días, en una mansa acequia al sur de Barcelona, salió de su capullo una moderna dragona de largas y delgadas patas luchando por mantener su metamorfoseada figura en equilibrio sobre el agua. Puede que resulte un tanto brusco, dado el cálido y agradable ambiente primaveral, afirmar que se trataba de una hembra, pero esa es la biología de los dragones de hoy en día y como científico que soy, estoy obligado a relatar los datos tal cual se presentan. Una vez estabilizada en el agua, la dragona batió sus recién formadas alas y voló bajo por los cálidos campos en busca de la sangre de su presa.

El pasado 23 de abril, las calles de Barcelona se vieron repletas de rosas y libros con motivo del día de su patrón, Sant Jordi. Cuenta la leyenda que un 23 de abril, al sur de Barcelona, Sant Jordi mató un dragón antes de que este pudiera devorar a una bella princesa. De la sangre del dragón brotó una rosa, que el caballero regaló a la princesa. De ahí la festividad del día de Sant Jordi en Barcelona. En 1923, los protagonistas de dicha celebración se percataron de que tanto William Shakespeare como Miguel de Cervantes —creador del aspirante a caballero Don Quijote— habían muerto el 23 de abril de 1616. Desde entonces, se intercambian libros y rosas.

Carles Aranda es un cazadragones. Todas las mañanas viaja desde el centro de Barcelona hasta su oficina, situada en una masía restaurada a orillas del río Llobregat, al sur de Barcelona. Desde su escritorio con vistas a los campos que llevan al aeropuerto, idea estrategias para combatir los mosquitos que atacan a princesas, príncipes, niños y eruditos; a todos los vecinos del delta del Llobregat, de los barrios de Barcelona y de las ciudades y pueblos catalanes. Ha sustituido la espada de Sant Jordi por el pulverizador de ultra bajo volumen (UBV), un nebulizador industrial montado en un camión, y barriles de una bacteria ecológicamente inofensiva llamada Bacillus thuringiensis (BTI) que parasita y mata las larvas de mosquito en las tranquilas aguas de acequias y estanques. Porta el estandarte de la salud pública contra los dragones de hoy en día que, además de acosarnos con sus picaduras, se arriesgan a derrotarnos con los patógenos que incuban en las glándulas salivales. Los virus responsables de la fiebre hemorrágica amarilla, encefalitis por virus del Nilo Occidental, dengue y chikungunya —conocidos colectivamente como arbovirus (del inglés ARthropod BOrne VIruses, ‘virus transportados por artrópodos’)— son transmitidos a los humanos por la picadura del mosquito hembra (los mosquitos macho se alimenta principalmente de azúcar y generalmente no buscan sangre humana).

El 23 de abril, el día de Sant Jordi, Carles estuvo dando clase a los alumnos de un curso de una semana sobre enfermedades arbovirales organizado por ISGlobal y la Universidad de Barcelona. Los estudiantes procedían de distintos puntos del planeta: Perú, Colombia, Alemania, España, Australia y Uganda. Su educación abarcaba conocimientos de medicina, veterinaria, entomología y ciencias de laboratorio. Acudieron a ISGlobal para aprender los fundamentos de la biología del arbovirus y la dinámica de transmisión, así como las estrategias para el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades arbovirales. Entre los profesores, además de Carles, se incluían otros expertos en enfermedades arbovirales reconocidos internacionalmente: Lyle R. Petersen, director de la División de Enfermedades Infecciosas Transmitidas por Vectores de los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de EE.UU.; Paul Reiter, un líder en la investigación entomológica sobre dengue, fiebre amarilla, virus del Nilo Occidental y malaria en el Instituto Pasteur de París; Mikel Martínez, jefe de diagnósticos de laboratorio para enfermedades arbovirales en el Hospital Clínic-Universidad de Barcelona; Matthias Niedrig, virólogo en el Instituto Robert Koch de Berlín; Hervé Zeller, del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades de Estocolmo, y Jean Lang, que ha dirigido la investigación de campo sobre la vacuna contra el dengue en la compañía farmacéutica Sanofi Pasteur en Lyon. Compartí la dirección del curso con Lyle, aportando mi entusiasmo por la comprensión de la biología de estas enfermedades y por la aplicación del rápido acopio de conocimiento con respecto a las intervenciones en materia de salud pública. Francamente, dada la compleja y variante interacción entre ecología humana, biología del vector y patogenia viral, resulta más fácil armarse del entusiasmo por aprender que la aplicación del conocimiento adquirido.

Los estudiantes aprendieron cómo los anteriores cazadragones, como el general William Gorgas en 1905 y Fred Soper en la década de los 50, lideraron campañas que estuvieron a punto de derrotar al mosquito vector de la fiebre amarilla y el dengue en las Américas. Región por región, país por país, estos hombres eliminaron sistemáticamente puntos de reproducción del mosquito, luchando contra él hasta casi extinguirlo en las áreas tratadas. Pero la población mundial ha crecido de menos de dos mil millones en aquellos años a más de siete mil millones hoy en día, en gran parte por el crecimiento en las ciudades, y la cruzada por acabar con el dragón se ha convertido en una hazaña casi quijotesca. El espectacular aumento de las poblaciones urbanas, los rápidos viajes entre ciudades lejanas y la tremenda expansión del comercio internacional ha complicado mucho más el control del mosquito. El dragón ha regresado, a fin de que las actuales epidemias de dengue se extiendan rápidamente por ciudades de Latinoamérica, Asia y África, provocando millones de casos de enfermedad febril. El virus del Nilo Occidental, que con anterioridad era prácticamente silencioso en el Viejo Mundo, invadió América hace 15 años y se ha propagado por Norteamérica, acabando con las vidas de cientos de personas. El virus chikungunya fue importando a Europa durante los enormes brotes en la India y las islas del océano Índico, derivando en una epidemia de fiebre de chikungunya en Italia y transmisión local en Francia. La fiebre amarilla continúa provocando miles de muertes evitables en áreas tropicales de África y Sudamérica, y la encefalitis japonesa produce lesiones a los niños en Asia.

El curso dio a conocer a los estudiantes nuevas espadas y escudos que podrían defendernos contra estas enfermedades. Los entomólogos están desarrollando métodos para infectar a los mosquitos con parásitos bacterianos que pueden acortar sus vidas y disminuir su capacidad de transmitir virus patógenos. Se vislumbran nuevas vacunas. Los avances en técnicas de laboratorio han forjado nuevas pruebas diagnósticas para la detección precoz de infecciones arbovirales. Los nuevos sistemas de vigilancia de salud pública basados en Internet están siguiendo el rastro de los movimientos del dragón, detectando cuándo duerme y determinando cuándo y dónde podría despertarse.

Sant Jordi mató al dragón en un campo al sur de Barcelona. El pasado 23 de abril, mientras los estudiantes se reunían alrededor de la masía a orillas del Llobregat, Carles colgó una trampa para mosquitos de dióxido de carbono de la rama de una higuera. Dos días después, llevaría a clase el mosquito capturado que había salido de la acequia cercana. Entre los destellos que salpicaban la hierba junto a las viejas paredes de piedra de la masía, alguien encontró el cuerpo de una lagartija, marchito y mustio por el sol. Carles lo recogió. Parecía… un dragón muerto hace mucho tiempo.