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Las grandes farmacéuticas: ¿durmiendo con el enemigo o buenos compañeros de cama?

09.5.2019

Durante décadas se viene debatiendo sobre sobre las buenas o las malas intenciones de las grandes farmacéuticas. Ya en el año 1974, se publicó un artículo científico sobre la industria farmacéutica, la expansión internacional y el poder de las corporaciones. La presencia de empresas multinacionales farmacéuticas ha ido en aumento desde la década de los años 70, y no parece que vaya a disminuir en un futuro cercano.

En el año 2017, un informe de la Federación Internacional de la Industria del Medicamento (International Federation of Pharmaceutical Manufacturers & Associations) publicó que “la industria farmacéutica centrada en la investigación gasta más de 149.800 millones de dólares estadounidenses en I+D al año”. También se añade que, en el año 2014, cinco de las once empresas más importantes en investigación y desarrollo a nivel global eran empresas farmacéuticas. Cabe remarcar que tanto Pfizer como Novartis presentaron, en el año 2018, un valor de mercado superior a los de Mastercard y Coca-Cola.

Teniendo en cuenta estas cifras, resulta obvio que la industria farmacéutica es muy poderosa y una fuerza global, para bien o para mal. Así pues, “¿la implicación de las empresas multinacionales farmacéuticas es una condición necesaria para una gobernanza global eficaz en el ámbito de la salud?”, mi punto de vista coincide con el que a menudo se atribuye al “arte de la guerra”: “mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos más”.

¿La implicación de las empresas multinacionales farmacéuticas es una condición necesaria para una gobernanza global eficaz en el ámbito de la salud?

Por supuesto, ver a la industria farmacéutica como “el enemigo” puede ser una exageración; sin embargo, se trata de un sentimiento frecuente entre quienes comprenden la carga de salud global en los entornos con bajos ingresos, y en consecuencia desean que el sector hiciera más para mejorar los precios de los fármacos, la I+D sobre las enfermedades tropicales desatendidas y los nuevos medicamentos contra la tuberculosis y el VIH/SIDA pediátrico. Sin embargo, debemos recordar que el auge de iniciativas en salud global a lo largo de los últimos 15 años ha dependido de alianzas estratégicas. La alianza puede establecerse entre un gobierno nacional y la OMS, la GAVI, la Bill and Melinda Gates Foundation o la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), entre muchos otros.

 

 

Es prudente considerar a la empresa multinacional farmacéutica como un actor fundamental más en el proceso. Independientemente de los actores, dichas alianzas son clave, y deberían tener una estructura de gobernanza que fuera mutuamente comprendida por todos sus socios. De este modo, los implicados en la gobernanza global pueden negociar para garantizar que existan legislación y estándares, y que las personas permanezcan protegidas como consecuencia de estos acuerdos.

Una de las formas más eficaces de beneficiarse de la investigación, el desarrollo y las tecnologías de las empresas farmacéuticas es asociarse con ellas

En mi opinión, una de las formas más eficaces de beneficiarse de la investigación, el desarrollo y las tecnologías de las empresas farmacéuticas es asociarse con ellas. Al hacerlo, pueden aparecer más posibilidades de financiación conjunta, y unas alianzas más fuertes podrían con el tiempo llevar a las empresas a considerar nuevos acuerdos de patentes. Hace poco leí el interesante artículo “Who’s in charge? Corporations as institutions of global governance” (“¿Quién está al mando? Las compañías como instituciones de gobernanza global”).

Una de sus afirmaciones me impactó bastante: "Las decisiones y las acciones que toman las compañías tienen consecuencias sociales que son prácticamente indistinguibles de las propiciadas por los legisladores públicos, pero... la toma de decisiones empresariales se mantiene en gran medida al margen de la participación pública, del compromiso o del escrutinio...". Si las empresas son instituciones significativas en el régimen de gobernanza transnacional, entonces los decisores políticos y los activistas deberán encontrar formas de ejercer impacto sobre la toma de decisiones de esas instituciones corporativas.

Es coherente que el estado se implique con las empresas farmacéuticas en la gobernanza de salud global, porque si no lo hace las empresas toman decisiones unilaterales que no están sujetas al escrutinio del gobierno ni tienen en cuenta su responsabilidad para con las personas. Es mejor ser proactivo a través de colaboraciones, con el objetivo de ganarse unos buenos compañeros de cama.

 

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