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La cooperación española, en caída libre

08.4.2013

El Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE hizo públicas esta semana las cifras finales de la ayuda en 2012, que, con toda franqueza, podrían haber sido mucho peores: el conjunto de la ayuda de estos países (que no incluye a importantes donantes emergentes como India o China, ni a instituciones privadas como la Fundación Gates) cayó en 2012 un 4%, lo que supone un recorte moderado considerando las draconianas restricciones del gasto público en los principales donantes. De hecho, el porcentaje medio de AOD/PIB en los países del CAD ha caído solo una centésima (del 0,30% al 0,29%) desde que empezara la crisis. 

España, ay, es otra historia. Por segundo año consecutivo, el Gobierno somete a las políticas de cooperación a un castigo desproporcionado. El recorte con respecto a 2011 es del 50%... sobre los recursos que ya se habían recortado un 30% el año anterior. El resultado es un magro 0,15% sobre el PIB, una cifra que nos sitúa en el furgón de cola de la OCDE (solo por encima de Grecia, Italia y Corea del Sur) y nos retrotrae a los niveles de finales de los 80. Nada menos.

Para ser claros, esta caída libre responde solo en parte a los ajustes impuestos por la crisis. Cuando el Gobierno utiliza este argumento debería explicar a renglón seguido por qué el recorte en defensa, por ejemplo, ha sido en 2012 la mitad del recorte medio del gasto público y seis veces más bajo que el de la cooperación. El hecho es que el desmantelamiento de la ayuda supone una opción política cuyas consecuencias van mucho más allá de la ética. En un número importante de regiones y organismos internacionales, la ayuda supone influencia, legitimidad y liderazgo. España renuncia a todos ellos precisamente cuando más los necesita.

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