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La microbiota intestinal o por qué "hay un amigo dentro de mí"

21.1.2021
Stool Story bacterias
Foto: Arek Socha / Pixabay

En los últimos años, los términos "microbiota" o "microbioma" han pasado de ser desconocidos a resultar clave en las estrategias de marketing del mercado de la alimentación y la cosmética. Ya estamos acostumbrados a escuchar y leer eslóganes como "Cuida tu microbioma" o es "Sano para tu microbiota" en la publicidad de gran cantidad de productos. Pero, ¿qué significan y por qué están de moda?

Lo primero que deberíamos saber es que microbiota y microbioma no son sinónimos, aunque a veces puedan confundirse o ser utilizados indistintamente. La microbiota es el conjunto de microorganismos (bacterias, virus y hongos principalmente) que habitan en un lugar específico de nuestro cuerpo y el microbioma hace referencia a todo el material genético que contiene esa comunidad.

Así, nuestro organismo es el hábitat de billones de microorganismos que tienen una gran importancia para nuestra existencia. Se encuentran recubriendo nuestra piel y las mucosas protegiendo su superficie y manteniendo sus propiedades, pero la mayor comunidad de microorganismos reside en nuestro intestino (principalmente en el colon): la microbiota intestinal o microbiota fecal. Aunque se lleva estudiando desde hace mucho tiempo, ha sido relativamente reciente el descubrimiento de la asociación entre el estado de esta microbiota y la salud.

Aunque la microbiota intestinal o fecal se lleva estudiando desde hace mucho tiempo, ha sido relativamente reciente el descubrimiento de la asociación entre el estado de esta microbiota y la salud

Este conjunto de millones de microorganismos de más de 1.000 especies distintas puede llegar a pesar dos kilos y desempeña funciones indispensables como la degradación y la obtención de nutrientes de la dieta o la producción de vitaminas y sustancias que intervienen en nuestro metabolismo, además de tener un papel fundamental en la regulación del sistema inmunitario.

La microbiota fecal la adquirimos desde el momento de nuestro nacimiento y evoluciona con nosotros, según nuestro estilo de vida, nuestro entorno y la alimentación que mantenemos. Se la considerada una segunda "huella dactilar". Estar sometido a ciertos tratamientos como la quimioterapia, o tomar algunos medicamentos, especialmente antibióticos, puede perturbar la estabilidad de esta comunidad. En algunos casos, este desequilibrio brinda la ocasión ideal para que algunos patógenos oportunistas sobrecrezcan o para que se instalen otros nuevos.

 

Foto: Nick Bondarev / Pexels

 

Sin embargo, una de las capacidades que tiene nuestra microbiota intestinal es la resiliencia, por lo que normalmente, pasado un tiempo después de una disrupción de este equilibrio, es capaz de volver a su estado normal.

Estar sometido a ciertos tratamientos como la quimioterapia, o tomar algunos medicamentos, especialmente antibióticos, puede perturbar la estabilidad de la microbiota. En algunos casos, este desequilibrio brinda la ocasión ideal para que algunos patógenos oportunistas sobrecrezcan o para que se instalen otros nuevos

¿Y, si esta situación no se resuelve por sí misma? Una de las opciones terapéuticas que cada vez está cobrando más protagonismo es el trasplante de microbiota intestinal o trasplante de microbiota fecal (TMF). Consiste en obtener la microbiota fecal de las heces de un donante sano y transferirla al colon de un paciente para restaurarla. Actualmente este procedimiento se lleva a cabo generalmente mediante colonoscopia o sonda nasogástrica y utilizando las heces de algún familiar o allegado del paciente, pero cada vez se está orientando más hacia la administración oral por cápsulas y utilizando las heces de donantes universales.

Aunque pueda parecerlo, el TMF no es algo nuevo. Este procedimiento ya se utilizaba en el siglo IV en China como tratamiento en casos graves de intoxicación alimentaria y diarreas, y se conocía como "sopa amarilla". Está recogido en el primer manual de medicina chino llamado Zhou Hou Bei Ji Fang, por el sabio Ge Hong.

Actualmente, el TMF está reconocido como un tratamiento de elección para la infección recurrente por Clostridioides difficile, principal causante de diarrea infecciosa en pacientes hospitalizados en el mundo, ¡con una eficacia superior al 90%!

Actualmente, el trasplante de microbiota intestinal o fecal (TMF) está reconocido como un tratamiento de elección para la infección recurrente por Clostridioides difficile, principal causante de diarrea infecciosa en pacientes hospitalizados en el mundo, ¡con una eficacia superior al 90%!

Además, hay más de 200 ensayos clínicos activos en todo el mundo que llevan a cabo estudios sobre el uso del TMF en diversas patologías, como enfermedades inflamatorias intestinales, infección urinaria, descolonización de bacterias multirresistentes, enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad, enfermedades neurológicas o trastornos de conducta.

¿Cuáles son las limitaciones de este procedimiento? Hoy en día no todos los hospitales pueden tener acceso a donantes de heces cuando se necesitan muestras, y los protocolos exhaustivos de cribado para garantizar la seguridad del paciente receptor limitan la cantidad de posibles donantes. Para solventar este problema han surgido los bancos de heces, instituciones que se encargan de seleccionar donantes sanos y almacenar muestras que ponen a disposición de hospitales y centros de salud. Sin embargo, lo cierto es que por el momento existen muy pocos bancos de heces en el mundo. Además, los hospitales deben disponer de un equipo de expertos en este procedimiento que valoren la necesidad y el beneficio que pueda aportar en cada paciente, incluyendo gastroenterólogos que realicen el proceso si la vía de administración para el TMF es la colonoscopia.

Una de las principales limitaciones con las que nos encontramos los grupos que trabajamos en este ámbito es la falta de información de la población sobre la donación de heces. No solo es un tema del que no se ha hecho difusión, sino que además existe un tabú sobre él en nuestra sociedad que hace que no se presenten tantos voluntarios donantes como para donar sangre

Por otro lado, una de las principales limitaciones con las que nos encontramos los grupos que trabajamos en este ámbito es la falta de información de la población sobre la donación de heces. No solo es un tema del que no se ha hecho difusión, sino que además existe un tabú sobre él en nuestra sociedad que hace que no se presenten tantos voluntarios donantes como para donar sangre. Quizá lanzar mensajes sobre la importancia de la microbiota intestinal y de su potencial uso como tratamiento en tantas patologías pueda hacer reflexionar a la población y conseguir que se entienda que donar heces es un acto altruista más para ayudarnos entre todos.

Ahora que sabemos que nuestra microbiota intestinal puede salvar vidas, podemos confirmar que "hay un amigo en mí".