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Pena de muerte para los mosquitos

11.1.2016

Los mosquitos son los mayores asesinos de seres humanos del planeta. Transmiten enfermedades mortíferas como la malaria, el dengue, el chikunguña, la fiebre amarilla y el virus del Nilo Occidental. De ahí que merezcan la pena de muerte. Puesto que aplastarlos a todos sería imposible, utilizamos insecticidas para matarlos. A los mosquitos, especialmente a los que transmiten la malaria, se les hace frente sobre todo con insecticidas, ya sea aplicados sobre redes mosquiteras (también llamadas Mosquiteras Tratadas con Insecticidas o MTI), o rociados en las paredes de las casas (fumigación de interiores con insecticidas de acción residual).   

Los mosquitos son los mayores asesinos de seres humanos del planeta (...) de ahí que merezcan la pena de muerte

Se estima que, solo en el África subsahariana, el total de redes mosquiteras tratadas con insecticida suministrado entre 2012 y 2014 fue de más de 400 millones. En cuanto a la fumigación intradomiciliaria, entre los años 2000 y 2009 se usaron 870 toneladas métricas de insecticidas de salud pública.

Adicionalmente, se distribuyeron otras 12 toneladas de productos químicos para el (re)tratamiento de redes mosquiteras. De manera que, ciertamente, estamos intentando matar a esos mosquitos. Sin embargo, ¿por qué la malaria sigue siendo un problema tan inmenso? ¿Y por qué seguimos viendo otra vez un incremento en los casos de malaria en determinadas áreas?

Solo en el África subsahariana, el total de redes mosquiteras tratadas con insecticida entre 2012 y 2014 fue de más de 400 millones

Pues bien, en primer lugar, lanzar semejantes cantidades de insecticidas al problema que encarnan los mosquitos provoca la emergencia y la propagación de la resistencia a los insecticidas. Con un cambio en su metabolismo o en el punto al que atacan los insecticidas, de repente los mosquitos pueden sobrevivir a exposiciones prolongadas a los agentes químicos. A no ser que se implementen estrategias adecuadas para el manejo de las resistencias, como la rotación de los productos utilizados o el uso de mezclas de insecticidas, las resistencias aparecerán tarde o temprano (probablemente temprano).

Además, los mosquitos son capaces de modificar sus tácticas. Empezando a picar más temprano al anochecer, antes de que la gente se vaya a dormir, evitan tener que lidiar con las mosquiteras. Picando en el exterior, evitan tanto las redes como los productos químicos con los que rociamos las paredes. Así que estos mosquitos son extremadamente difíciles de atacar, ya que carecemos de herramientas tan poderosas como las mosquiteras tratadas con insecticidas o la fumigación intradomiciliaria para esos villanos de exterior. 

Los mosquitos pueden sobrevivir a exposiciones prolongadas a los agentes químicos

Por último, nos enfrentamos a una variedad de criminales de poca monta: especies de mosquitos que siempre habían sido ignoradas porque entre ellas solo había un par de individuos que transmitían la malaria. Pero ahora que estamos pasando de control a la eliminación de la enfermedad, de repente se vuelven importantes.

Por desgracia, puesto que están poco estudiadas en su mayoría, no sabemos mucho acerca de su paradero y hábitos, lo que dificulta el objetivo.

El gran problema con los mosquitos es que hay tantos de ellos que les es relativamente fácil adaptarse a una nueva situación: siempre hay unos pocos a quienes no les afectan nuestras intervenciones y que pueden crecer rápidamente en número. Así que si no diseñamos nuestra caza de mosquitos estratégicamente, ellos fácilmente nos superan en astucia. Seguimos sentenciándolos a muerte y ellos continúan escapándose de la cárcel.