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Formación de matronas, una herramienta contra la mortalidad materna

17.7.2014

El problema es grande y preocupante: alrededor de 300.000 mujeres fallecen al año por complicaciones derivadas del embarazo, el parto o el puerperio (40 primeros días tras el alumbramiento). La mayoría (98%) de estas muertes evitables ocurre en África. La gran motalidad neonatal e infantil implica que cada año mueren más de siete millones de niños menores de cinco años por causas prevenibles, muchos de ellos (40%) en los primeros 28 días de vida. Esta mortalidad ésta relacionada con el embarazo y las prácticas en el parto y puerperio.

La historia que sigue ocurrió en un viaje a Etiopía en 2012. Desde Addis Abeba tomé un coche todoterreno con mis colegas etíopes rumbo a la región de Afar, una de las que tienen más alta mortalidad materna del mundo (790 muertes por cada 100.000 nacidos vivos). Mi objetivo era evaluar la implementación de los puestos de trabajo de 60 comadronas que habían recibido tres años de formación específica gracias a un proyecto de la fundación África Viva.

Al llegar a Awash tomamos un camino de tierra hacia ninguna parte atravesando un parque natural desprovisto de la abundante vegetación de otros lugares. Después de unas horas de polvo y tierra, al fin llegamos a una aldea. La mayor parte de la población de Afar se dedica al pastoreo y es nómada. En la aldea nos recibió una de las madres coordinadoras que nos ayudaban con la educación sanitaria. Nos informó que acababa de acontecer un parto. Nos acercamos a la casa y pudimos constatar que, afortunadamente, la madre y el recién nacido estaban bien.

El parto había sido atendido por una comadrona tradicional, aún estaba en la casa, y aceptó hablar con nosotros. Es difícil saber qué conocimientos tienen, no han recibido una formación reglada y han aprendido de generación en generación. Por otra parte, tampoco confiesan plenamente qué prácticas utilizan. Muy colaboradora con nuestras preguntas, nos mostró el material que había utilizado y cómo lo limpiaba después de su uso; también nos mostró cómo había ligado el cordón. Hasta aquí todo bien, pero ¿qué pasa cuando el parto no evoluciona como se espera, cuando hay una hemorragia o una placenta previa?

En Afar el 90% de las mujeres son atendidas por comadronas tradicionales. ¿Podemos atraerlas al sistema de salud y mejorar la praxis?

Nuestro viaje de evaluación continuaba. Tras unas horas de coche, llegamos a un puesto de salud. Allí trabajaba una de las comadronas graduadas recientemente a través de nuestro proyecto. En ese momento, estaba atendiendo un parto. Entré y la cosa no iba bien. El parto no evolucionaba y el niño, enclavado en el canal del parto, no avanzaba. La matrona movilizaba con sus manos adecuadamente, pero no había un monitor ni un aparto de ecografías. La mujer escuchaba repetidamente el latido del feto con el estetoscopio y la madre, muy joven, gritaba cuando aumentaba la contracción. La comadrona me miró y me dijo que iba a utilizar las espátulas. No había ninguna clase de anestesia para administrar.

Pregunté si la podíamos trasladar, pues probablemente necesitaría una cesárea, pero no había ambulancia. Ofrecí nuestro coche, pero era una locura: el hospital estaba a 50 km y la carretera era infame. Por ese motivo no iban casi nunca. Además, para ir necesitan un transporte que deben pagar, es difícil y caro conseguir coche y entonces van en carro o en burro. ¿No deberíamos invertir al mismo tiempo en transporte e infraestructuras para mejorar la salud?

Hay que hacer como sea una cesárea, exclamé, tras notar que el latido del bebé empeoraba. La comadrona me dijo:

—Pero no tengo preparación quirúrgica.

—¿Dónde está el técnico de cirugía?

—Aquí no hay.

Soy pediatra, no ginecóloga, pero ayudé como pude a la comadrona con las espátulas y la presión en el bajo vientre hasta que el niño coronó y nació aún no sé bien cómo. La madre había sangrado mucho y ofrecimos nuestra sangre para realizar una transfusión después de evaluar al recién nacido, que necesitó estimulación y oxígeno. Por esa vez, ambos estaban allí... La comadrona, también. Es una pieza clave, pero se necesitan el resto de piezas pues, de lo contrario, es imposible completar el puzle para reducir la mortalidad materna y neonatal. El camino no es fácil.

 

Victoria Fumadó es directora técnica de la fundación África Viva, investigadora adscrita a la Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva de ISGlobal y responsable de la Unidad de Enfermedades Infecciosas e Importadas del Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Sant Joan de Déu.