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Una unidad de maternidad durante el brote de ébola: mi experiencia como luchador contra el ébola

01.7.2015

Lo que sigue da cuenta de nuestra experiencia en la unidad de maternidad del Saint Joseph's Catholic Hospital de MonroviaExisten muchas maneras de hacerse famoso; lamentablemente África occidental pasará a la historia por haber sido el lugar del mundo más castigado por el peor brote de ébola. La enfermedad del Ébola se conoce desde 1976, pero en esta parte del mundo nada se sabía de ella hasta noviembre de 2013, cuando aparecieron los primeros casos en Guinea Conakry. Las deficiencias del sistema de salud, la mala comunicación y la falta de coordinación y recursos contribuyeron a la rápida propagación de la enfermedad en toda esta subregión. El ébola provocó pánico y miedo entre la población de los países afectados; muchos centros de salud cerraron porque los profesionales de salud –que hicieron grandes sacrificios durante el brote– comenzaron a tener miedo de tratar a pacientes con síntomas parecidos a los del Ébola. Es decir, el virus mataba a una persona directamente y a varias indirectamente –principalmente mujeres–, ya que todas las complicaciones del embarazo son parecidas a las del ébola (por ejemplo, infección, eclampsia, sangrado...).

Nuestra mayor preocupación pasó a ser encontrar la manera de atender a una mujer embarazada evitando el contacto, para lo cual acabamos desarrollando un protocolo innovadorNuestra intervención como luchadores contra el ébola se dirigió no tanto a tratar a los pacientes afectados como a evitar que aquellos que no estaban infectados con el virus del Ébola falleciesen debido a la falta de atención adecuada. Prestar atención de salud materna en el contexto del brote constituyó todo un reto. Lo que sigue da cuenta de nuestra experiencia en la unidad de maternidad del Saint Joseph's Catholic Hospital de Monrovia (Liberia) desde noviembre de 2014 a junio de 2015. Nuestro principal método de trabajo consistió en adaptar los protocolos de Prevención y Control de las Infecciones (PCI) a la realidad de nuestra unidad de maternidad de referencia desde la que atendíamos todas situaciones de emergencia obstétrica. La principal regla del PCI se basaba en la política de no contacto, de modo que nuestra mayor preocupación pasó a ser encontrar la manera de atender a una mujer embarazada evitando el contacto, para lo cual acabamos desarrollando un protocolo innovador.

Los casos sospechosos se enviaban al centro de retención (un edificio separado del hospital principal), que se consideraba zona rojaEn la puerta de entrada al hospital, se tomaba la temperatura a todas las mujeres y se procedía al lavado de manos con una solución de cloro al 0,05 %. A continuación, se realizaba un proceso de clasificación para separar los casos sospechosos (paciente con fiebre más otros 2 o 3 síntomas de ébola, como sangrado, dolor corporal, vómitos y convulsiones) de los casos descartados (pacientes que solo presentaban complicaciones relacionadas con el embarazo). Los casos sospechosos se enviaban al centro de retención (un edificio separado del hospital principal), que se consideraba zona roja: un área en donde era obligatorio utilizar equipos de protección personal avanzados. Se hacía una valoración rápida del estado del paciente, se tomaba una muestra de sangre para determinar las enfermedades endémicas más importantes (por ejemplo, malaria y fiebre tifoidea) y la enfermedad por virus del Ébola (EVE). La paciente recibía un tratamiento inicial en espera del resultado de la prueba de EVE. En los casos en los que la prueba de EVE era negativa, la paciente quedaba descartada y se derivaba a la unidad de maternidad para ser atendida allí. En el centro de retención de pacientes, se dispuso una sala de partos para atender a aquellas mujeres en avanzado estado de gestación que no podían esperar a la recepción del resultado de la prueba.

Durante un período de 6 meses, realizamos pruebas de cribado a 4.000 mujeres embarazadas, atendimos 700 partos y practicamos 250 cesáreas A las pacientes asintomáticas se las enviaba a atención prenatal, una nueva prueba de cribado en la que se comparaba la información de la anamnesis con la de clasificación. A continuación, mediante ecografía, se hacía una adecuada valoración de la paciente sin establecer contacto. Se remitía a las pacientes que estaban de parto a la unidad de maternidad, que se encontraba dividida a su vez en tres áreas: zona roja (sala de preparación al parto y sala de partos, en las cuales los profesionales estaban expuestos a gran cantidad de fluidos corporales), zona amarilla (postparto, con un menor grado de secreciones) y zona verde (estación de enfermería). Durante un período de 6 meses, realizamos pruebas de cribado a 4.000 mujeres embarazadas, atendimos 700 partos y practicamos 250 cesáreas. Y, lo más importante de todo, evitamos la muerte de muchas mujeres embarazadas identificadas erróneamente como casos sospechosos de ébola. Con todo, la lucha contra el ébola sigue en pie.

[El Dr Rudy Lukamba es Coordinador Médico sobre el Terreno de la Fundación Mujeres por África de Monrovia (Liberia). Esta semana participa en el taller Safe Mothers and Newborns, que se celebra en CaixaForum Barcelona.]