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¿Por qué no sabemos de qué mueren los niños en los países pobres?

27.11.2014

Durante su brillante intervención el pasado 2 de Noviembre en la conferencia inaugural del 63 Congreso Americano de Medicina Tropical y Salud Internacional (ASTMH, por sus siglas en inglés), el filántropo y gran agitador de la salud global Bill Gates hizo especial hincapié en una idea que parece preocuparle  en los últimos años: la necesidad de establecer una mejor vigilancia epidemiológica de las enfermedades que siguen matando a niños en los países más pobres. Esta preocupación, compartida por el autor que suscribe estas líneas, requiere de una reflexión común entre todos aquellos que nos preocupamos por la salud global.

Aunque parezca increíble, en pleno siglo XXI seguimos sin saber de qué mueren la mayoría de niños en el mundoAunque parezca increíble, en pleno siglo XXI seguimos sin saber de qué mueren la mayoría de niños en el mundo. Las herramientas disponibles a día de hoy son muy inexactas y se basan, en los pocos lugares donde este método está disponible, en la autopsia verbal, una entrevista estandarizada que se realiza a los familiares. En esta entrevista, cuyo modelo genérico, en ausencia de otros métodos mejores, ha sido acertadamente propuesto por la Organización Mundial de la Salud como método de aproximación a las causas de muerte, se cuestiona a los familiares sobre la presencia o ausencia de síntomas clínicos (fiebre, tos, diarrea, etc.) y sobre aquellos acontecimientos que precedieron a la muerte del niño. Los datos obtenidos mediante estas entrevistas son posteriormente interpretados por un equipo de médicos, o alternativamente por un programa informático que utiliza una serie de algoritmos complejos, para deducir la causa de muerte más probable.

No cabe duda de que este método presenta muchos inconvenientes y que sus estimaciones son altamente subjetivas y frecuentemente erradas. Avanzar en el desarrollo de métodos alternativos de evaluación de las causas subyacentes a la muerte, como por ejemplo aquellos basados en la toma de muestras “post-mórtem” y su evaluación histopatológica y microbiológica, sería un gran paso. Falta evaluar si tales métodos, que teóricamente están demostrando una capacidad diagnóstica similar a la de la autopsia completa (técnica considerada como el método más exacto para establecer la causa de muerte, pero en desuso en los países más pobres debido al déficit crónico de patólogos capaces de efectuarla y, sobre todo, a la falta de aceptación por parte de la comunidad), serían aceptables en aquellas zonas dónde más necesaria sería su implementación. En este sentido, los esperanzadores resultados presentados en el Congreso ASTMH hace unos días por el grupo de ISGlobal que trabaja en desarrollar este innovador método fueron recibidos por la comunidad internacional como una ráfaga de aire fresco en este campo de la epidemiología, ligeramente anquilosado hasta el momento. 

Avanzar en el desarrollo de métodos alternativos de evaluación de las causas subyacentes a la muerte sería un gran paso La Fundación que preside el Sr. Gates junto a su mujer Melinda ha invertido desde el inicio de sus actividades en 1994 más de 28.000 millones de dólares de forma filantrópica, a través de múltiples iniciativas y sobre todo fomentando la investigación biomédica como motor para el desarrollo y la mejora de la vida de las poblaciones más vulnerables. Sin duda alguna, la salud pediátrica global le debe, además de un reconocimiento unánime, una proporción nada desdeñable de mejorías en las estrategias de prevención, control y tratamiento de las enfermedades más comunes. Esperemos que su actual interés e impulso permitan continuar mejorando nuestras estimaciones de las causas más importante de muerte pediátrica, y por tanto, también nuestras estrategias para prevenirlas.

 

[Quique Bassat es investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). Actualmente, trabaja en el proyecto CaDMIA en el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) en Mozambique.]