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¡Socorro! ¿Adónde ha ido a parar todo el dinero para la asistencia sanitaria?

18.12.2013

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OECD) ha informado recientemente de que un tercio de los países ricos ha recortado el gasto sanitario desde la crisis financiera. Si ellos no se lo pueden permitir, ¿qué esperanza les queda a los demás de conseguir cobertura sanitaria universal? ¿Puede la equidad sobrevivir en una época de recortes?

En el documento The Challenge of Financing (El reto de la financiación), que he escrito para el Laboratorio de Ideas de ISGlobal, defiendo que muchos países tienen motivos para ser ambiciosos. La prolongada tendencia en el aumento del gasto, las grandes variaciones en el gasto entre países con rentas similares y las oportunidades para aumentar los ingresos adicionales traen esperanza en tiempos difíciles.

En los últimos diez años se ha triplicado el gasto tanto de fuente nacional como exterior. El gasto global total en salud alcanzó en 2010 los 5,3 billones de dólares. La financiación nacional es la fuente de financiación predominante incluso en países de renta baja, contribuyendo con una media del 72% de sus gastos sanitarios totales. No obstante, la ayuda, o la asistencia de desarrollo para la salud, continúa siendo importante: en 25 países supera el 25% del gasto sanitario total.

Los países más pobres cuentan con varias opciones para recaudar dinero. Una opción es aumentar la prioridad que los gobiernos otorgan a la salud al destinar sus ingresos. Otras estrategias se refieren a reformas de los impuestos, mediante el aumento del cumplimiento y la eficacia recaudatoria o la introducción de nuevos impuestos. Se puede luchar por mejorar la gobernanza global en competencia fiscal y paraísos fiscales y por aumentar la transparencia, especialmente en los pagos relacionados con la extracción de recursos naturales. La ayuda también es susceptible de reformas e innovación. Se han propuesto impuestos sobre las transacciones financieras, incluso un Fondo Global de Protección Social. De cualquier modo, tanto las fuentes de financiación nacionales como las exteriores serán necesarias para proporcionar un paquete básico de asistencia a los más pobres

Un sistema de financiación sanitaria equitativo se basa tanto en los derechos humanos como en motivos económicos. Cada año, los pagos directos para servicios sanitarios impiden que 1.300 millones de personas puedan acceder a servicios sanitarios y arrastra a 100 millones a la pobreza. El riesgo de pobreza deja de ser significativo únicamente cuando el porcentaje de los pagos directos cae al 15-20%.

Sin embargo, existen otros factores que cumplen una función complementaria a la hora de posibilitar acceso equitativo a los servicios, protección de riesgo financiero y resultados destacados. En la construcción de un contrato social global para la salud adecuado para este siglo, debemos tener en cuenta los riesgos que pueden afectar al acceso a los alimentos, al agua, a la educación y al empleo. La ausencia de carreteras o de trabajadores se traduce en ausencia de servicios, sin importar cuánto dinero se destine a la asistencia sanitaria.

La economía mundial es una incertidumbre crucial. Pero la reforma coherente es posible y más vale invertir ahora que el coste es bajo. La asistencia comunitaria ofrece una mejora en la cobertura, sostenibilidad y rentabilidad. Países como Brasil, China, Colombia, Ghana, Kirguistán, Ruanda, Sri Lanka y Tailandia han hecho grandes progresos en lo referente a la cobertura. Debemos ser realistas, pero contamos con un claro margen de maniobra.

The Challenge of Financing