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Lo que la investigación puede hacer para acabar con la tuberculosis

24.3.2015

2015. Último año antes de rendir cuentas finales sobre los Objetivos del Milenio. La meta de frenar y revertir el número de casos de tuberculosis en el mundo, nada ambiciosa por otra parte, hace años que se logró. Sin embargo no es como para estar satisfechos. Según la Organización Mundial de la Salud, sigue habiendo 9 millones de episodios de enfermedad y 1,5 millones de muertes al año por culpa de una de las enfermedades más antiguas que conocemos. En menos de 60 horas mueren más personas de tuberculosis en el mundo que todas las que han muerto por ébola desde que empezó el brote en África Occidental.

¿No sería fantástico disponer de un test diagnóstico rápido que pudiera confirmarnos que un paciente tiene o no tuberculosis?Una de las soluciones pasa por invertir en investigación, por generar conocimiento que se traduzca en nuevas herramientas para luchar contra la tuberculosis. En todos los frentes: en prevención, en diagnóstico y en tratamiento, sin olvidar el fortalecimiento de los sistemas de salud y la optimización de estrategias que sabemos que funcionan. No hay mejor inversión que reporte mayores beneficios a largo plazo. ¿Se imaginan un tratamiento que durara una semana, como la mayoría de los tratamientos antibióticos, en vez de los 6 meses actuales, o hasta 2 años en caso de tuberculosis multirresistente? ¿No sería fantástico disponer de un test diagnóstico rápido, como los que se utilizan para detectar niveles altos de azúcar en sangre, que pudiera confirmarnos que un paciente tiene o no tuberculosis? Mejor aún, ¿se imaginan que dispusiéramos de una vacuna eficaz que protegiera desde la infancia y durante toda la vida contra la tuberculosis? Puede que no estemos tan lejos de conseguir alguno de estos sueños, pero desde luego el camino es el de la investigación.

El Gene Xpert, un test molecular que detecta ADN de la bacteria en esputo en menos de dos horas, ha supuesto un avance colosalEn los últimos años, se han dado pasos importantes en el campo de nuevos diagnósticos. El Gene Xpert, un test molecular que detecta ADN de la bacteria en esputo en menos de dos horas, ha supuesto un avance colosal. No solo por el tiempo que tarda en tener un resultado; detecta mejor la presencia del bacilo que el diagnóstico clásico por microscopía, que es la herramienta más ampliamente utilizada aun hoy en día, a pesar de que solo sirve para diagnosticar los casos con carga bacilar elevada. Este nuevo test molecular, además, permite detectar resistencia a uno de los mejores fármacos de los que disponemos para tratar la tuberculosis, la rifampicina, permitiendo poner al paciente  en un tratamiento adecuado sin esperar los resultados de cultivos (que tardan semanas en generarse). Cuanto antes diagnostiquemos a los pacientes, antes los podremos tratar, y menor transmisión habrá en la comunidad. Se siguen desarrollando nuevas herramientas moleculares y biomarcadores para ser utilizados con diferentes muestras corporales, aspirando a optimizar y proveer resultados de una manera rápida, barata y accesible incluso en las zonas más rurales y pobres del planeta.

La pauta conocida como régimen Bangladesh, en fase de investigación, está demostrando que la reducción del tratamiento de dos años a nueve meses puede ser una realidad en el corto plazoLa mejora de los tratamientos contra la tuberculosis sigue siendo un desafío formidable. Si bien en los últimos dos años han surgido dos nuevas formulaciones (bedaquilina y delamanid) que se han aprobado de forma acelerada para su uso en pacientes con tuberculosis resistente a los fármacos habituales, el tratamiento estándar continúa siendo demasiado largo. Larguísimo en el caso de la tuberculosis multirresistente (hasta dos años), siendo tóxico y muy caro para los sistemas de salud (que se lo pueden permitir). La pauta conocida como régimen Bangladesh, en fase de investigación, está demostrando que la reducción del tratamiento de dos años a nueve meses puede ser una realidad en el corto plazo. Otro de los estudios destacados es el STAND, actualmente en fase de evaluación, y en el que 50 centros de todos los continentes, con financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates, pretenden reducir la duración del tratamiento de la tuberculosis a cuatro meses.

16 vacunas se encuentran actualmente en diferentes fases de investigación en humanos (dos de ellas con sello español) Pero si realmente queremos conseguir una reducción del 95% en mortalidad y un 90% en incidencia para el año 2035, objetivos fijados por la alianza Stop TB y refrendados por los países miembros en la asamblea mundial de salud en 2014, parece necesario contar con una vacuna eficaz. La vacuna actual, conocida como BCG, en honor a sus descubridores, Calmette y Guérin, fue desarrollada hace cerca de 100 años y solo protege de formas graves de tuberculosis en niños. No disponemos de una vacuna eficaz para prevenir la tuberculosis pulmonar en adultos, la más frecuente. No obstante, en los últimos 20 años ha habido avances en el desarrollo preclínico y clínico de vacunas de TB. De hecho, 16 vacunas se encuentran  actualmente en diferentes fases de investigación en humanos (dos de ellas con sello español). El problema es que pocas llegarán a las fases avanzadas de desarrollo que demuestran eficacia de la vacuna en países con elevada incidencia de enfermedad. Este tipo de estudios pueden costar fácilmente más de 100 millones de euros y constituyen la última fase antes de la comercialización. La financiación disponible para desarrollo de vacunas de TB es muy limitado (Estados Unidos invierte el triple en vacunas de VIH que en las de TB),  y pocos se atreven invertir cuando el riesgo de fracasar es elevado. Necesitamos crear candidatos vacunales que sean novedosos en su concepción y en el tipo de respuesta inmunitaria que provocan, innovar en el diseño de ensayos clínicos que permitan evaluar las vacunas con menor número de pacientes sin perder rigor científico, e idear estrategias innovadoras de financiamiento público-privado.

La tarea que la comunidad científica tiene en el horizonte no es menor, pero estamos en un momento donde la comunidad internacional tiene que asumir que haciendo lo mismo que hemos hecho en el pasado, con las mismas herramientas, no avanzaremos sustancialmente en el control de la enfermedad. Por tanto, la inversión en investigación puede dar los frutos necesarios, que sirvan para reducir la inaceptable carga de enfermedad generada. Mientras tanto, cada 23 segundos se muere 1 persona en el mundo por tuberculosis. Y el reloj no para…

Infografía: 7 datos sobre tuberculosis y un motivo para la esperanza

 

 

[Alberto García-Basteiro es investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), Mozambique.]