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Chagas, entre el silencio y el olvido

12.12.2014

A diferencia de la malaria o el dengue, el mal de Chagas es una enfermedad poco conocida. Sin embargo, se trata de una enfermedad mortal y es, además, una de las principales causas que impide el desarrollo rural y económico de amplias zonas rurales en Latinoamérica. El Chagas es una enfermedad lenta y silenciosa. Lenta, porque el parásito puede estar años antes de que la persona infectada note los primeros síntomas. Silenciosa, porque hasta hace muy poco el estigma de quien la padecía era sinónimo de pobreza y la respuesta a su enfermedad era el silencio.

De todos los retos a los que el Chagas hace frente, el olvido –incluso negligencia- ha sido el principal obstáculo con el que se ha encontradoPor diferentes razones, el Trypanosoma cruzi, un parásito descubierto hace más de un siglo por el científico brasileño Carlos Chagas, que dio nombre a la enfermedad, apenas ha llamado la atención mundial. Hasta ahora, la respuesta se ha centrado en el control de la transmisión a partir de fumigaciones para interrumpir la expansión del insecto que trasmite el parásito. Esta es una estrategia necesaria, pero insuficiente. Especialmente si consideramos las cifras que, aunque ni siquiera pueden ser contrastadas, hablan de entre 10 y 20 millones de personas afectadas, principalmente en Latinoamérica, la patria de este insecto.

De todos los retos a los que el Chagas hace frente, el olvido –incluso negligencia- ha sido el principal obstáculo con el que se ha encontrado. Hasta hace poco, se consideraba que era una enfermedad autoinmune cuyo tratamiento, según se creía, era ineficaz. Como consecuencia, millones de personas afectadas por esta enfermedad, con recursos muy escasos, han tenido que asumir como fatalidad natural la ausencia de interés político y económico para poner remedio a su dolencia. ¿Para qué buscar nuevos tratamientos? ¿Para qué incluirla en los planes nacionales de salud? La lucha por sacar a la luz el sufrimiento de millones de personas y conseguir avances sustanciales está siendo titánica, pero tal vez, después de tanto tiempo, empecemos a intuir un punto de inflexión.

Hace solo unos días, una revista satírica americana publicaba que la vacuna contra el ébola está muy próxima y que solo hacen falta 50 infectados blancos más para desarrollarla. Más allá de la exageración, si aceptamos como válida la metáfora, podemos pensar que el Chagas puede estar también cerca de encontrar su camino de salida. Los movimientos de población han traído el parásito a nuestros sistemas de salud y el Chagas ha pasado a formar parte de la agenda cotidiana de salud pública de países como EE.UU., Suiza o España, donde hace solo una década las consecuencias se contemplaban desde la distancia, con la lógica de una preocupación remota. Además, la globalización ha permitido que economías emergentes donde la enfermedad ha estado siempre presente, como Brasil o Argentina, se impliquen con mayor esfuerzo en la búsqueda de nuevas soluciones y en la producción de medicamentos. Apartada hasta ahora de los sistemas de salud, la demanda de la Cobertura Universal debería ser la gran oportunidad para acabar con el silencio sobre las personas afectadas y, de paso, empezar a romper la barrera entre el silencio y el olvido que esconde todavía a la mayoría de sus víctimas.

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